14

3 0 0
                                    

Oscar

Hace un año.

Daphne y yo nos estábamos besando muy apasionadamente, mis manos se colaban por debajo de su camisa mientras mi boca atacaba su cuello. Me encantaba escuchar como se reía por las cosquillas que le causaba eso.

-Para Osqui.- decía entre risitas. Me encantaba que me llamase de aquella manera tan acaramelada.

Yo seguía haciéndole cosquillas en el cuello mientras mi mano seguía subiendo hasta su pecho, pero siempre que llegaba ahí ella me detenía.

-Oscar para por favor.- me quité de encima de ella chasqueando la lengua.

-¿Por qué siempre pasa lo mismo?- me quejé.

-Lo siento, Oscar. Pero aún no estoy preparada para... ya sabes.

-¿Después de siete meses? ¿A caso no confías en mí?

-Si que confío, pero no me siento preparada para perder mi virginidad.- refutó.

-Es una tontería eso que dices, Daph.- me levanté colocándome la camisa.

-¿El qué? ¿No estar preparada para tener sexo?

-Si, solo es sexo. No te haces mujer solo por perderla.

-Pero puedo quedarme embarazada, y no queremos eso.

-¿Crees que te quedarás embarazada solo por perderla? Te recuerdo que existen los condones, cariño.

Me senté para ponerme los zapatos.

-¿Y qué? No estoy preparada.

-Eso ya lo he escuchado durante meses, Daph. Y creo que tampoco estás preparada para estar en una relación.- eso último se me había escapado.

-Vete, mis padres están a punto de llegar.- dijo enfadada y sin mirarme.

-Daph, no quería decir eso...- ni siquiera me dijo nada.

Resoplé y me largué de allí cabreado y caliente.

Caminaba en la oscuridad mientras echaba humo por las orejas. El frío calaba mis huesos, debí haber traído alguna chaqueta.

Mi teléfono vibró, lo saqué con la esperanza de que fuera un mensaje de Daphne pidiéndome que vuelva. Pero no fue así, era un mensaje de Laran, hacía una fiesta y quería que fuera. Respondí con un "okey" y guardé mi teléfono, tal vez beber un poco relajaba mis humos.

Me dirigí a la casa de Laran, estaba a treinta minutos andando. Daphne vivía lejos, casi al final del pueblo. Justo donde empezaba el bosque.

No tardé mucho en llegar a la casa de Laran, del frío iba casi trotando.

Toqué el timbre, aunque no me escucharía. Tardaban demasiado, decidí entrar por detrás y dejar de congelarme el culo aquí fuera. Salté la valla que separaba el jardín delantero con el trasero, era fácil colarse en esta casa, al igual que en la de Daphne. Metí mis manos en los bolsillos delanteros de mis pantalones y caminé hacia la puerta trasera, intentando no congelarme. Por suerte la puerta estaba abierta. Escuché voces y algo de música al fondo del pasillo, no parecía una fiesta. Más bien una reunión de colegas.

Caminé por el pasillo en silencio hasta llegar al salón, allí estaba Laran con alguno de nuestros colegas.

Laran y otra chica se asustó al verme aparecer por el pasillo.

-¡Joder! ¿Cómo has entrado?- dijo Laran.

-No me abrías, tuve que saltar la valla y entrar por atrás.

-¿Te ha visto alguien?

-Eeeh ¿no?- Laran puso los ojos en blanco.

-Como te hayan pillado, soy mujer muerta. Y aún me quedan años follables antes de morir.

Guardé silencio y me senté al lado de Laran.

Me ofreció un vaso con vodka que no rechacé. Comenzamos a beber por horas, ni siquiera supe cuantas habían pasado. Ya estaba lo suficientemente borracho, tal vez más de lo normal. Laran estaba apoyada en mi hombro, su dedo índice acariciaba mi pecho por encima de la camisa.

-¿Por qué estás tan enfadado, Oss?

-He discutido con Daphne.

-Deberías dejarlo con ella.- soltó de pronto. La miré y la veía muy borrosa, mi cabeza no estaba conectada al cien por cien -Deberías irte con alguien que te entienda y...- su mano rozó mi entrepierna -te sepa satisfacer.- susurró en mi oreja.

-Pero yo la quiero.

-¿Y que más importante? ¿Quererla o que te sepa satisfacer? Una relación sin sexo no funciona, yo sabría satisfacerte como es debido.

En ese punto, su mano ya había apretado mi entrepierna y mi cabeza ya no se hacía cargo de todo mi cuerpo.

Mi mano apretó su cuello mientras que mi boca atacaba la suya, introduciendo la lengua y enredándose con la suya. Sabía mucho a alcohol, mi cuerpo sabía que esa boca no era la de Daphne. Mi lengua añoraba el sabor a menta de Daphne por su pasta de dientes y los caramelos que solía comer.

Noté como un flash frente a nosotros que hizo que me separara de aquella boca ajena, miré a una de las amigas de Laran, pero cuando fui a decirle algo esta me agarró del mentón.

-Vámonos arriba.- ni siquiera me dio tiempo a hablar, ya había tirado de mí hacia una de las habitaciones de arriba.

No recuerdo nada de lo ocurrido, solo que desperté sin ropa junto a Laran. Rápidamente, y con ganas de vomitar, me vestí para ir corriendo hasta la casa de Daphne. Laran se había despertado en cuanto notó movimiento.

-¿A dónde vas? ¿No quieres repetir?

-¿Qué cojones hicimos anoche?- Laran se sentó riéndose y encendiéndose un cigarro. El asqueroso sabor a tabaco seguía en mi boca.

-¿Tú que crees? Amaneces desnudo y en la cama de otra, has hecho de todo menos dormir.

-¡Mientes! Yo nunca le haría esto a Daphne.- refuté cabreado.

-¿No?- tomó su teléfono y lo encendió, buscó algo en él y luego me lo mostró.

Mi cuerpo se congeló, al igual que mi respiración. Tomé el teléfono entre mis manos para analizarlo bien.

Si era yo.

-¿Que es esto?- me fijé bien y se la habían enviado a Daphne -¡Eres una zorra de mierda, Laran!

-Di lo que quieras, pero en ningún momento te negaste a tener sexo conmigo.

La miré con furia y me marché de allí corriendo. No quería ni imaginarme como se sentiría Daphne. Rezaba para que no la hubiera visto, tal vez podría excusarme. Pero cuándo llegué a su puerta casi sin aire, toqué el timbre. Ella no tardó en abrirme pero su rostro húmedo por las lágrimas y su ceño fruncido me confirmaron que sí había visto la foto. Su mano chocó con mi mejilla haciendo que sonara. Mi cara se ladeó, mi mejilla ardía y mi corazón se rompió.

Cuando me giré a mirarla y empezar a hablar, ella ya me había cerrado la puerta.

A partir de aquel día, había visto como ella se iba apagando poco a poco por mi culpa y por la zorra de Laran. Aquella foto fue colgada en todas las redes sociales, alguien las imprimió y las colgó por todo el instituto. Yo recibí algunos insultos, pero no más que Daphne. Un día ella desapareció, fui hasta su casa pero sus padres me tenían tanto odio que ni siquiera me abrieron la puerta. La única persona que me podía contar que le ocurría era Emily.

-Daphne está ingresada en el hospital...- me dijo y yo sentí como mi corazón se encogió.

Todo fue por mi culpa, si no hubiese ido a aquella fiesta, esto no estaría pasando. Varias veces fui hasta el hospital, pero no me dejaban ver a Daphne por no ser familiar.

Verla con ese tal Taylor hacía que me hirviera la sangre. Sus miradas eran tan... especiales. De aquella misma manera me miraba a mí y lo envidiaba. Y ese tal Lion ¿De qué iba?

¿Qué me aleje de Daphne? Él no la conocía de nada, solo era su estúpido vecino.

Hilos de sangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora