capitulo 2

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"Quiero lamer la sal que traes de la playa,pedir asilo debajo de tu toalla"

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"Quiero lamer la sal que traes de la playa,
pedir asilo debajo de tu toalla"

(Tocarte
Jorge Drexler, C Tangana)




Carina miraba con el ceño fruncido el destornillador que tenía entre sus manos. No terminaba de comprender cómo era posible que a las presas se les permitiese usar ese tipo de herramientas. Aunque en aquel momento se encontraran en un taller de carpintería.

Helena y Susana estaban frente a ella, pero ninguna de las dos parecía estar haciéndole mucho caso a los trozos de madera que tenían en frente. Zulema, sentada justo a su derecha, la miraba a ella.

- ¿Qué quieres? - terminó preguntando cuando la mirada de la mirada fue demasiado descarada. Ya no era la primera vez que la pillaba mirándola sin disimulo en los últimos días.

- ¿Yo? Yo no quiero nada.

- Entonces atiende a lo tuyo - gruñó en respuesta.

- Alguien se ha levantado de mal humor - silbó Helena, que había dejado de prestar atención a Susana para atender a la conversación que se había iniciado frente a ella - ¿No has dormido bien?

- He dormido perfectamente.

- ¿Entonces ese mal humor a que se debe?

Carina dejó el destornillador sobre la mesa para clavar la mirada en su compañera. Abrió y cerró la boca varias veces, como si estuviera buscando las palabras adecuadas, pero finalmente negó.

- Voy a la biblioteca - se limitó a decir, despidiéndose únicamente de Susana.

Zulema la siguió con la mirada hasta que desapareció. Después miro a Helena, que tenía la vista clavada en la puerta por la que Carina se acababa de marchar. Entrecerró ligeramente los ojos antes de levantarse ella también.

- ¿A donde vas? - preguntó la policía.

- A la biblioteca.

Helena no tuvo oportunidad de decir nada, pues la pelinegra ya se estaba alejando de ella. No entendía porque pero tenía la extraña sensación de que Carina había despertado cierta curiosidad en Zulema. Y eso no le convenía nada a la pelirroja.

Esta ultima, una vez a solas entre las paredes de la biblioteca, se había dejado caer con la espalda apoyada en una de las estanterías. No sabía que le pasaba, pero aquel día se había despertado con un horrible dolor de cabeza y lo último que le apetecía era tener que hacer frente a morsas poco amables. A eso, o a conversaciones que requerirían de energía por su parte. Hoy simplemente quería existir.

Pero al parecer había alguien que no estaba dispuesto a dejarle disfrutar de su soledad.

Unos ojos verdes la observaban con un deje de curiosidad. ¿Qué estaba haciendo esa mujer ahí? ¿Por que la había seguido?

HOME TO YOU {Zulema Zahir}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora