capitulo 8

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Las marcas que Saray había dejado en su cuello todavía eran visibles un par de días más tarde. Sus dedos se deslizaban distraídos por ellas, sin ser consciente de unos ojos verdes que no perdían detalle de sus movimientos.

Suspiró. No habían vuelto a hablar desde aquel día, aunque tampoco era algo que le sorprendiera. La pelinegra la había evitado de todas las maneras posibles, y ella no había hecho nada por buscarla.

Con Saray también había decidido marcar un poco de distancia, sobretodo después de no ser capaz de sacarse a Zulema de la cabeza.

- ¿A ti qué es lo que te pasa?

Levantó la cabeza del libro que tenía entre sus manos lo justo para encontrarse con los ojos negros de la gitana, que la miraban con un deje de desconfianza.

- ¿A qué te refieres?

- Llevas un par de días muy callada. Y te has alejado de mi - se dejó caer a su lado, situando una pierna justo sobre las suyas, en una posición que ya les era familiar a ambas - Y no quiero resultar posesiva, ni mucho menos, pero te echo de menos.

- No ha pasado ni una semana, Saray - cerró el libro, siendo consciente de que no iba a avanzar mucho más en la historia con su amiga ahí - Lo siento si te ha parecido que pasaba de ti.

La gitana parpadeó varias veces, presa de la sorpresa. Nunca nadie se había disculpado con ella, Rizos, por ejemplo, nunca lo había hecho. Ni una sola vez. Sonrió ligeramente antes de sacudir la cabeza, restándole importancia.

- Tampoco te tienes que pasar las 24 horas del día pegada a mí.

- Ya, pero tampoco debo alejarme sin dar una explicación - reconoció. Dejó que pasarán unos segundos de silencio antes de decidirse a hablar con la gitana de todo el tema de Zulema. A alguien se lo tenía que contar, si no sabía que terminaría por volverse completamente loca. O tal vez estuviera exagerando un poco - No quiero alejarme de ti, pero ahora mismo... No soy capaz de sacarme a una persona de la cabeza. Y no creo que sea justo para ti acostarme contigo mientras pienso en ella.

- ¿Qué te ha hecho Zulema esta vez?

- ¿Cómo sabes qué...?

- Es evidente que ha tenido que ser ella, ¿quién si no? ¿Qué ha pasado ahora entre vosotras?

En pocas palabras consiguió resumirle todo lo que había pasado en los últimos días con Zulema.

- Y desde aquella pequeña escena en el armario, no hemos vuelto a hablar - finalizó, dejando escapar un suspiro de satisfacción por haberlo soltado todo, como si se hubiera liberado de una pesada carga.

- ¿Y tú quieres hablar con ella?

- Sí. No. No lo sé... Siento que hacerlo solo me llevará a tener más problemas. Y aunque no lo parezca, me gusta mantenerme alejada de ellos.

- ¿Sabes que más te gusta? Tu querida compañera de celda.

- ¿Goya? - trató de bromear, recibiendo en respuesta un golpe en el hombro. Estaba claro que no, Goya no era quien la tenía medio perdida.

- Sabes perfectamente a quien me refiero. Y no te molestes en negarlo, es evidente que el encanto de la mora ya ha hecho efecto en ti. Aunque debo decir, a tu favor, que ha tardado más de lo que pensaba.

- Estás fatal de la cabeza.

- No, la que está fatal eres tú - replicó, antes de ponerse en pie tras darle una pequeña palmada en el muslo - Y peor que estarás.

- ¿A dónde vas? - preguntó, al ver que tenía intención de marcharse.

- A las cocinas. A ver a Rizos.

HOME TO YOU {Zulema Zahir}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora