Capítulo III

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–Por fin doy contigo–Dijo George–¿Dónde has estado? Llevo intentando localizarte varios días–
Sergio había estado evitando sus llamadas y no contestaba sus mensajes. Pero a pesar de su decisión de olvidarlo y encontrar a otro hombre, seguía deseando escuchar su voz, verlo, estar con él.

–He estado ocupado–Le mintió Sergio.
–¿Preparandote para abrir tu tienda de chocolates?
–Intentándolo.

Hablaron de cosas superficiales, pero Sergio notó nervioso la tensión que había idó construyéndose entre los dos desde que él se había ido a California. La última vez que había llamado a George, el no había parado de decir que quería volver a hacerle el amor. En parte por eso él se había retirado mientras aún podía.

–¿Qué te queda por hacer?–Preguntó.
Su voz grave era como una caricia. George había sido su monitor de tenis, pero mientras estaba casado con Lewis. Sergio no se había permitido ser infiel. Pero una vez que su matrimonio se había roto, George lo había hecho sentirse deseable y él hechaba de menos sus atenciones.

–Mucho–Respondió por fin–Empiezo a pensar que nunca voy a terminarla.
–¿Y quieres abrir la semana que viene?
–Me gustaría. El invierno es mala época aquí, quisiera aprovechar la temporada de turistas lo más posible.
–En California los inviernos son suaves. A quí siempre hace buen tiempo y también tenemos muchos turistas–Dijo el en tono seductor.

–Lo recuerdo–Contestó Sergio y rió.
–¿No echas de menos esto? ¿No crees que ya es hora de volver acasa? Cuanto mas tiempo pases en Idaho, más difícil te resultara abandonarlo.
–No puedo hacerlo. No puedo apartar a los niños de Lewis ni de sus medias hermanas. Al menos hasta que no sean más mayores.
–Entonces yo ya tendre canas–Dijo George.
Sergio rió.
–Tú no pero seguramente yo sí.

Él no pudo evitar pensar en la diferencía de edad que existia entre ellos . A él parecía no importarle y normalmente ignoraba sus comentarios al respecto.
–No puedo competir con la dedicación de una madre hacía sus hijos.
–Como madre soltero tengo que tomar algunas decisiones duras.
–Y todo gracias a Lewis.

Sergio se estiró en el sofá. George era como un cachorro,siempre calido y amigable. No como Max verstappen, que le recordaba a un tiburón deslizándose por aguas oscuras.
–Si Lewis no hubiera hecho lo que hizo, tú y yo no estaríamos hablando...–Le recordó.

Tienes razón–Dijo George más alegre–¿Te está ayudando él a preparar la tienda para abrir?
–Lo esta intentando. Pero las cosas no van tan rápidas como yo esperaba. hoy quede con el después del trabajo para que me ayudara a alisar una pared, pero una de sus hijas, le pidio que le diera un paseo en bicicleta y Lewis llegóa al tienda dos horas tarde.

–A mi me suena que te está retrasando, quizá no quiere que abrás tu propio negocio.
–¿Y por qué iba a hacer eso?
–¿No me dijiste que el quería otra oportunidad contigo? Pues cuando más independiente seas, más difícil será que vuelvas con él.

Sergio nunca se había planteado una situación así, él sólo había querido tener su propio negocio en lugar de tener que fichar todos los días a cambio de un sueldo muy reducido.
–Caundo mejor vaya el negocio, más seguridad tendrán Alessa y Yuki, por lo que Lewis tendría menos presión por mantenerlos.
–¿Cuándo va a buscarse un empleo mejor? No puede trabajar toda la vida en una ferreteria.

–Está buscando y tiene varios proyectos, pero no es sencillo encontrar una empresa de programación informática que lo deje trabajar desde Dundee. Y no quiere irse lejos porque teme perder su status de "padre número uno" con Elba, Charlotte y Carmen. Se siente amenazado por Pato y por eso ha decidido permanecer como figura importante en sus vidas.

El otro hombre.   ❉Donde viven las historias. Descúbrelo ahora