Capítulo XX

587 111 66
                                    

Sergio se sentó a solas en el salón de su casa, con las luces apagadas, dando gracias de que Alessa y Yuki por fin se hubieran ido a dormir.

Por que él no podía seguir fingiendo que estaba bien. No desde que había comprobado el calendario. La última vez que había tenido el período era hace ¡Treinta y cinco días!

Necesitaba comprar un prueba de embarazo, sólo que no podía hacerlo en Dundee o todo el pueblo se enteraría. Además, lo asustaba conocer la verdad.

¿Qué haría si estaba embarazado? Max y él apenas se conocían. Se imagino dentro de ocho meses, preparandose para la llegada del bebé al tiempo que llevaba la tienda y cuidaba a sus otros dos hijos...y le entro un sudor frío.

¿Cómo iba a explicarles la noticia a Yuki y Alessa...y al resto de la gente?

Sería la comidilla del pueblo. Y no podía mudarse a otro sitio, acababa de abrir Xocoatl. Además, si se hiba a otro lugar ¿Dónde le darían trabajo si al final estaba embarazado? ¿Y a dónde iría, de vuelta a Los Angeles para encontrarse con George?
No.

Hundio el rostro entre las manos intentando no pensar en lo peor de todo: Anunciárselo a Max ¿Cómo reaccionaría él? Max ni siquiera tenía planeado quedarse en Dundee y mucho menos convertirse en padre.

Sonó el teléfono. Sergio lo miró con suspicacia y agarró el auricular. Estaba convencido de que serían Pato y Mick. Se habían creido que estaba alterado por que Antonio hubiera regresado.

-¿Diga?
-Por fin te encuentro.
Sergio expulsó el aire lentamente. Era Max.
-¿Cómo mestas?-Le preguntó Sergio agarrando el auricular con más fuerza de la que debía.
-Bien ¿Y tú?
-Bien también.
-Suenas cansado.
-Ha sido un día muy largo-Respondió Sergio poniéndose más nervioso por que Max fuera tan perceptivo.

Pero el no sospecharía lo que sucedía ¿Verdad?
-Te he llamado a casa unas cuantas veces, pero no he dado contigo. También lo he intentado en la tienda...y me vengo llevando una gran sorpresa cuando Antonio ha contestado el teléfono.
-Ha regresado-Apuntó sencillamente Sergio.
Hubo una larga pausa.

-¿Por eso estas tan apagado?
No, estaba apagado porque era posible que se hubiera metido en el mayor lío de su vida. Estaba casi seguro de ello.
-Supongo-Logró responder.

Debería preguntarle a Max dónde estaba y cuándo iba a regresar, no había dejado de pensar en ello desde que él se había marchado. Pero si estaba embarazado, eso ya no tenía importancia. Cuando el supiera que estaba embarazado, terminaría la relación.

De pronto, Sergio recordó unas de sus primeras conversaciones, cuando él le había preguntado si tenía hijos y Max le había dicho que no tendría hijos fuera del matrimonio. Así que su relación no terminaría, Max se casaría con él, tanto si lo quería como si no. O quizá le pediria que abortara, pero para Sergio esa opción era imposible.

-Sergio ¿Estas bien?
-Sí, no te preocupes-Dijo Sergio y oyó que lo llamaban por la otra línea-Tengo otra llamada.
-Esperaré, tengo noticias sobre los actos vandalicos en tu tienda.

-¿Max tenía noticias sobre eso? ¿Cómo era posible? Él se había marchado justo después del destrozo inicial y la policía no había hecho nada.

-De acuerdo, espera un segundo-Dijo Sergio y cambio de línea-¿Diga?
-¿Sergio?
Era George, ¿Por qué todo se complicaba al mismo tiempo?
-Ahora no es buen momento, George.
-De acuerdo, si no quieres hablar por teléfono ire allí.
-¡No!
-¿Qué otra cosa puedo hacer? Ni siquiera me das oportunidad de hablar.

-NO es eso, llevo unos días horribles-Dijo Sergio, las lágrimas le quemaban los ojos, pero se negó sucumbiar ante ellas.
-¿Por qué?-Inquirió George.
-Para empezar, alguien forzo la puerta de la tienda y la destrozo casi por completo.
-Es una broma.
-No-Le aseguró Sergio.

El otro hombre.   ❉Donde viven las historias. Descúbrelo ahora