Capítulo XII

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Sergio se hundió más en el sofá de Max. Llevaba uno de sus pantalones y estaba enredado en una cálida manta junto a la chimenea encendida. Max estaba en la cocina preparando la cena, algo mexicano a juzgar por el olor.

ERa domingo por la tarde, sus hijos regresarían pronto a casa, pensó Sergio. Pero él aun no estaba preparado para regresar al mundo todavía. Se sentía a salvo en la aislada cabaña de Max rodeada de bosque.

Incluso lñe gustaba sentirlo a él haciendo cosas, no invadia su espacio como Mick o Pato. Él no le exigía nada, había puesto un CD de música y se había dedicado a sus asuntos.

-¿Te importa si uso tu teléfono móvil?-Le pregunto Sergio por encima de la música.
-Adelante.

Mientras se dirigían allí, Max había habaldo con alguien, seguramente el senador Schumacher, para que su familia supiera que estaba bien. Sergio no sabía si alguien le había avisado a Lewis, pero quería hacerle saber que recogería a los niños de camino a casa en lugar de que él se los llevara.

Agarró el móvil de la mesa y, al abrirlo, en pantalla apareció la foto de Max con el mismo hombre que en la foto de la boda. Tenían los rostros muy juntos para asegurarse de que los dos salieran en la foto y él hombre sonreía pero de forma muy distante.

¿Quien era aquel hombre? ¿Estarían divorciados? Pero de ser así, le extrañaba que él llevara esa foto en el teléfono.
Sergio marcó el número de Lewis antes de que Max lo descubriera mirando la fotografía.

-¿Desde dónde me llamas?
-Desde el móvil de un amigo.
-Un amigo...
-Sí, ¿Cómo estan los niños?
-Muy bien, siempre estan bien cuando estan conmigo ¿O no?
-Eres un buen padre-Alabó Sergio para darle confiansa en si mismo.

Lewis parecio sorprendido de que le diera la razón tan rápido.
-¿Qué ocurrre?-Inquirió-Mick llamó aquí hace un momento preguntandome si te había visto. Parecía preocupado.

Con su madre muerta, su padre revelándole que no era su padre y su hermano felizmente casado y con su propia familia. Sergio se sentía perdido y solo.
-Mi padre y yo hemos discutido. Ya sabes lo mismo de siempre.

No quería contarle la verdad porque haría quedar mal a su madre. Además no ayudaría en nada. Sergio habia decidido no angustiarse más con aquel misterio. Si su auténtico padre conocía de su existencia, era evidente que no había querido saber nada de él, o lo habría contactado hace mucho tiempo.

Y si no sabía que él existía, se llevaría una enorme sorpresa, quizá muy desagradable. Así que era mejor dejar las cosas como estaban. Necesitaba al menos proteger el recuerdo de su madre.

-¿Estas bien?-Le preguntó Lewis.
-Sí, ¿Puedes quedarte con los niños un poco más?
Sergio necesitaba un poco más de tiempo para asimilar la conmoción.
-¿Dónde estas?

Sergio sabía que intentar eludir la pregunta sólo aumentaría la curiosidad de Lewis.
-En casa de Max-Respondió.
Se hizo un silencio y él supo que la noticia era un golpe duro. Pero estaban divorciado y él tenía que seguir con su vida.
-Creía que él no te gustaba.

Sergio no sabía lo que sentía hacía Max y temía plantearselo. Quizá fuera un amigo poco habitual, pero estaba ofreciéndole justo lo que necesitaba en aquel momento: Espacio personal, tranquilidad y muchas comodidades. Y él sabia por experiencia que tambien podía ofrecerle una buena dosis de placer. Pero no debería pensar en eso.

-Lo cierto es que sí me gusta.
-¿Cuánto?-Le preguntó Lewis.
-Somos amigos.
-No te habrás acostado con él ¿Verdad?-Inquirió él bajando la voz.
Los recuerdos de Max haciendole el amor le hicieron olvidar por un momento todos sus problemas. NO iba a volver a suceder, pero eso no significaba que él no lo deseara.

El otro hombre.   ❉Donde viven las historias. Descúbrelo ahora