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—¡Escuche, señora! —Gritaste, poniendo los ojos en blanco ante tu antigua jefa— No tengo ni idea de dónde está ese imbécil, ¿vale?
La encargada levantó una ceja ante tu séptimo estallido en esta hora, dando una larga calada a su cigarrillo, antes de expulsar el humo con una carcajada.
—Lo siento... no puedo tomarte en serio cuando tus tetas ni siquiera han hecho efecto todavía.
—Oh, ahí no has llegado. —Entrecerraste los ojos hacia ella, intentando lanzarte hacia delante, pero fue en vano, ya que la encargada seguía riéndose de tus intentos de atacarla.
Solo te recostaste en tu asiento, sintiendo que las cuerdas a tu alrededor te apretaban en su lugar. Habías estado atada a esa silla durante las últimas tres horas, por el momento no se te había infligido ninguna tortura real, aparte de tener que escuchar a la encargada hablar durante tres horas.
Incluso cuando trabajabas para ella en la Comisión no te caía bien. Era demasiado extra, demasiado trabajo para ti, a pesar de su magnífico sentido de la moda. Todo lo que querías hacer era retirarte lo antes posible, pero cuando Five Hargreeves consiguió un trabajo allí, tu mundo se puso patas arriba y, antes de que te dieras cuenta, eras una adolescente nuevamente, en 2019, tratando de detener el apocalipsis con sus otros hermanos.
Excepto que fracasaste, y acabaste en 1963... con otro apocalipsis en camino... porque de algún modo lo trajiste contigo.
—¿Para qué lo quieres? —preguntaste, mientras ella dejaba de reír para dar otra larga calada a su cigarro encendido.
—Digamos que tengo un trato. —Sonrió con satisfacción, volviéndose hacia ti— Y necesito asegurarme de que ustedes dos me escucharán.
—¿Por eso me secuestraste y me trajiste aquí? —Levantaste una ceja, mirando alrededor del almacén abandonado— Eso es cliché.
—Lo que será cliché es si finalmente admite que siente algo por ti cuando venga a rescatarte. —La encargada se burló, haciéndote enarcar una ceja— Oh, por favor, todos teníamos apuestas en marcha en la Comisión sobre ustedes dos.
—Maravilloso... —Dijiste secamente, sacudiendo la cabeza con incredulidad.
Sin embargo, en algún lugar profundo dentro de ti, esperabas que lo que la encargada dijera se hiciera realidad. Conociste a Five en su primer día de trabajo para la Comisión y no tardaron en volverse cercanos, ya que tenías básicamente las mismas personalidades, pero a ti misma te costaba entender tus propios sentimientos.
Ese pedazo de mierda sarcástico te parecía adorable y encantador, pero no ibas a admitirlo en su cara, no necesitabas que se volviera aún más arrogante. Puede que haya mostrado o no en las últimas dos semanas señales de que compartía tus sentimientos, pero decidiste no pensar mucho en ello, ya que salvar el mundo era el número prioritario en tu lista.
