CAPÍTULO VI

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Pequeño recordatorio porque ha pasado tiempo: Ania es la hermana de la chica que secuestró Shade, así que ella va a buscarla usando el Niktar como guía (que es básicamente el perrito de su hermana así que debería poder encontrar su esencia y seguirla hasta llegar a ella) ¿Listos? A Leer.


VI

ANIA KENT

No debí confiar en un animal.

El Niktar continúa olfateando, su cola tensa mientras ladra hacia la nada. Me estremezco porque mi cuerpo no está acostumbrado al frío de estas tierras norteñas, de hecho, ningún humano lo está. Nuestro territorio ha sido bendecido por la calidez de la corriente de aire del sur y la costa del Mar eterno.

Kern, el Purasangre que he traído como guardia, permanece a mi lado, inmóvil. No es la criatura más expresiva del mundo, y no necesito que lo sea. Ha cumplido su trabajo al defenderme de varios Purasangres cuando atravesamos el Bosque oscuro. Pasar fue mucho más fácil de lo que pensé, el Territorio sobrenatural está muy desolado y parte de la razón, es el radiante sol que resplandece en el cielo, ya que los Convertidos están dormidos. Tuvimos que acampar cuando oscureció, pero apenas amaneció, continuamos el camino.

Sigo al animal hasta que llega a una pared rocosa tan alta que no puedo ver su fin cuando echo la cabeza hacia atrás y lo intento.

—No hay nada —digo como si eso le hiciera entender al Niktar, pero continúa ladrándole a la pared rocosa. Nos has guiado hasta aquí para nada, al parecer. La frustración me lleva a inclinarme sobre la criatura y acariciar su pelaje—. No hay nada —repito y él se sacude para acercarse a las rocas, su pata rozando hasta que una piedra se desprende y rueda hasta quedar frente a mí.

Hay un brillo extraño en un costado de esa piedra, la recojo y la ojeo con cautela, esa resplandor azulado... me recuerda a la energía acuosa con la que experimentaba el Dr. Khirm, la misma de los Escudo Gulch.

Escudos...

Eso es, pienso tocando la pared rocosa, se siente solida y muy real, pero ¿y si no lo es? ¿Y si es una especie de escudo? El Niktar no está equivocado, quizás mi hermana está detrás de lo que se que oculta está pared falsa.

Debe tener un final, pienso al moverme con rapidez siguiendo la pared rocosa. El Niktar y el Purasangre me siguen, atentos. No sé cuanto tiempo pasa, pero la altura del pared disminuye a medida que avanzo hasta que llego a un pequeño agujero oscuro entre las rocas, apenas visible. El Niktar es el primero en entrar y le sigo, cuando emergemos al otro lado, nos enfrentamos a la entrada de un bosque poblado de árboles de hojas carmesís. La nieve rodea sus troncos y no se ve para nada accesible. 

Silencioso.

Cruzar ha sido demasiado fácil, algo no está bien. Voy a dar un paso hacia delante, pero el Niktar se atraviesa en mi camino y me empuja con su cuerpo hacia atrás.

—¿Qué pasa? —El animal lloriquea por lo bajo como si presintiera algo.

—No es un bosque cualquiera —dice el Purasangre detrás de mí—. Puedo percibir el olor a sangre... por todos lados.

Las hojas carmesí en el suelo lucen como sangre en contraste con la blancura de la nieve. La brisa helada proviene del interior del bosque me pone los pelos de punta, y tengo un mal presentimiento, sin embargo, si mi hermana está del otro lado, no tenemos otra opción que cruzarlo.

Tomo una respiración profunda, ajusto las dagas en mi cinturón y doy tres pasos dentro. Me giro para ver al Purasangre y al Niktar que no se han movido.

Almas Perdidas III (La guerra)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora