CAPÍTULO X

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CAPÍTULO X

DIOS DE LA OSCURIDAD

Patético...

Todo este lugar lo es, el agua gotea de las piedras puntiagudas en el techo, la humedad en el aire es tan desagradable como el olor que impregna esta cueva. Estiro la mano y creo una mascara negra de la materia acuosa de mis poderes, terminada, la pongo sobre mi boca y nariz. No tengo que tolerar la fragancia asquerosa de este sitio.

Al cruzar una esquina rocosa, me enfrento a un área extensa y circular en medio de la cueva. Bingo. Quizás, no debí haber venido, sin embargo, la curiosidad no me ha dejado en paz desde que descubrí su ubicación y ahora que estoy aquí, no me arrepiento.

Nature...

La diosa de la naturaleza flota contra una pared rocosa, ramas verdes y flores rodean su cuerpo como si fuera una tumba vertical. Sus manos están unidas en su pecho, sus ojos cerrados y su cabello blanco se ondea con la energía azulada que desprende su cuerpo. Han pasado años desde que despertó, y aún no ha podido reunir la fuerza suficiente para salir de aquí. Como si sintiera mi presencia, sus parpados tiemblan y luego abre los ojos para mirarme.

Esos ojos rojos...

—Te saludo, diosa de la naturaleza. —Sonrío, haciendo una reverencia—. Bienvenida al nuevo mundo.

Nature no dice nada, su mirada estudiándome, siempre descifrándome. Camino a un lado con las manos unidas sobre mi espalda.

—Pensé que dormirías para siempre —admito—. Eso fue lo que me dijiste la última vez que hablamos, que habías perdido la esperanza en este mundo maldito.

—¿Qué has hecho, Oscuro? —Su voz es una melodía que hace eco en la cueva. Y odio admitir que he extrañado escucharla.

—¿No me saludas? —Intento sonar herido—. Claro, el Dios de la oscuridad nunca se merece un saludo respetuoso.

—¿Qué has hecho? —repite su pregunta entre dientes.

Me encojo de hombros.

—He resuelto los problemas que tu pequeño experimento causó.

—¿Dónde está mi hijo? —La amenaza en su voz no pasa desapercibida.

—¿Tu hijo? —Eso me hace reír—. Ya no es 'la solución' o 'el bastardo que resolverá todo' ahora es... ¿tu hijo, Nature?

—¡¿Dónde está?! —Su grito abre una grieta que empieza bajo ella y se extiende hacia mí.

—¿Por qué crees que yo lo sabría?

—¿Qué has hecho? —Me mira directamente a los ojos y el pecho me arde de pronto. ¿Cómo tiene tanto poder si aun no se recupera por completo?

—¡Ha hecho un desastre! —Esa voz molesta emerge del pasillo por donde entre. Ah, mierda—. Te saluda el Dios de la humanidad, Nature. —Hace su reverencia y me da una mirada asesina—. Sabía que, si te seguía, me llevarías a Nature eventualmente.

Volteo los ojos.

—Eres tan pegajoso como los humanos que te veneran.

—Nature, todo es un desastre. Los territorios están al borde de una guerra por primera vez. Y todo es culpa de este idiota. —El Dios de la humanidad no es mi favorito, debo admitirlo. Es aburrido.

—No es mi culpa que los humanos posean energía vengativa.

—¿De qué estás hablando? —Nature observa al débil dios a mi lado—. ¿Qué ha hecho?

Almas Perdidas III (La guerra)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora