CAPÍTULO II

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II

Nea Von Buzten

El príncipe era un idiota.

Y yo estaba furiosa. Mis pasos determinados resonaban por todo el pasillo principal del castillo mientras me dirigía a la sala de reuniones donde mi hermano me esperaba. Consideré mis opciones para manejar el desastre que él había creado, como siempre, preparándome para arreglarlo. A pesar de ser mellizos, la diferencia entre nuestras personalidades era abismal. La impulsividad y el temperamento de Shade tendía a ponernos en situaciones difíciles o problemáticas.

Esta vez, sin embargo, había cruzado una línea. Dudaba que pudiera arreglarlo. ¿Cómo se le pudo ocurrir hacer eso? Apreté mis puños a los costados y casi gruñí al cruzar una esquina y observar al final del pasillo esas dos puertas negras que me separaban del príncipe idiota que nos había metido en problemas... otra vez. Sentí a alguien acercarse detrás de mí y alcé la mano, energía roja emergió de mi palma y se ondeó entre mis dedos.

—No te metas en esto, Rea. —Advertí.

Rea se detuvo, pero mi advertencia no calló su boca.

—Nea, tienes que calmarte. Estás a cargo mientras tu madre investiga la rebelión en las afueras.

—Exacto. —Me giré hacia ella—. Esto pasó bajo mi cuidado, es mi responsabilidad, Rea. ¿Con qué cara voy a recibir a mi madre? ¿Tienes idea de lo que hizo?

Rea se lamió los labios y apartó la mirada. Ella sabía lo que esto podía causar. Le di la espalda y me enfrenté a esas puertas, abriéndolas de par en par. Lo primero que vi fue la cara de una humana desconocida estrechada en terror. Ella estaba atada a una silla y tenía un trapo amarrado alrededor de la boca. Su cabello rubio oscuro estaba desordenado y se pegaba con sudor a su frente y a los lados de su cara. Esto era peor de lo que imaginaba.

Miré a la figura alta y de negro con los brazos cruzados sobre el pecho al otro lado de la mesa de la sala de reuniones. Shade no hizo contacto visual conmigo, y se aclaró la garganta. Quise golpearlo, la verdad, pero mi madre me crió de la manera correcta. La violencia es el ultimo recurso, solía decirme cuando quería golpear a mi hermano.

—¿Vas a decir algo? —Reproché, controlando la energía roja que amenazada con calentar mis puños de nuevo—. Espero que tengas una explicación, Shade.

—Necesitamos información, Nea, lo sabes.

—No, esta no es la manera. —Me acerqué a la chica, quien me ojeó con miedo—. Lo siento tanto, mi hermano es un idiota —dije y le quité el trapo de la boca. Ella se quedó callada, observándome. Me volteé hacia Shade—. ¡Mamá va a matarte, va a matarnos! ¿Tienes idea de lo que has hecho?

Shade tensó la mandíbula.

—No podemos tener esta conversación frente a ella. —Y antes de que pudiera hacer algo, él alzó la mano y la chica puso los ojos en blancos y cayó inconsciente.

—¡Shade! ¿Qué te pasa? —Le acomodé el cuello a la chica para que no quedara en un ángulo incomodo.

—Necesita descansar después del estrés que vivió... cuando la secuestré. —Se encogió de hombros.

Tomé una respiración profunda porque mi autocontrol se estaba quebrando con cada acción de mi hermano.

—No hacemos estas cosas, Shade, lo sabes mejor que nadie. No secuestramos y mucho menos a una humana. La tensión entre los sobrenaturales y los humanos está en su peor momento. Esto puede ser considerado un acto de guerra.

Almas Perdidas III (La guerra)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora