cool with you ; j. yunho

08

Yunho.

Aparqué a dos cuadras del lugar y en cuanto bajé, metí mis manos en los bolsillos del abrigo por el imponente frío que intentaba tocar mi piel. Caminé hacia el VocalStar Lounge sintiendo intensamente mis nervios en cada célula de mi cuerpo, preguntándome aún si había sido una buena decisión ir en busca de Nabi.

Sinceramente no sabía muy bien cómo sería su reacción al verme, en especial estando tan oculto y con aire misterioso, dejando muchas cosas a la imaginación en relación con mi aspecto. Sólo esperaba que no se molestara conmigo por haberme comportado de manera tan sobreprotectora.

Las luces iluminaron mi rostro en cuanto entré y el ambiente cálido me acogió con dulzura. Afuera se sentía como estar en la Antártica comparado al calor que se encerraba en el lugar.

Saludé a la recepcionista con una leve reverencia y saqué el móvil de mi bolsillo.

Nabillera 🦋

¿Cuál es la habitación?

00:10

espera

enderio estss aqui???

pende q era broma

00:12

No sigas bebiendo, por favor

El número, Nabi

00:12

creo q ed la

12 o la 21

algunf de esas

00:14

No existe la 21

Voy

00:14

Recorrí el pasillo con rapidez, obligando a que mis piernas me respondieran a pesar de sentirlas tan temblorosas. Mi corazón no ayudaba para nada a bajar mis nervios y, en cuanto llegué a la puerta con el número que correspondía, entré sin avisar.

Mi boca se secó y sentí mis manos entumecidas en el momento que la vi sonriendo mientras escuchaba cantar a Bora y a un chico una canción de Sunmi en un tono bastante peculiar. Nadie había reparado en mi presencia, por lo que carraspeé antes de hablar, intentando humedecer mi garganta y que mi voz sonara firme.

—Nabi —era la primera vez que decía su nombre en voz alta y la sensación que me produjo entre mis labios me encantó.

Se exaltó levemente antes de mirarme, al igual que sus acompañantes.

—¿Quién eres? —Bora farfulló con mirada inquisidora. Sentí un poco de miedo.

—Es Hyuno —explicó Nabi, mientras se incorporaba y buscaba sus cosas. Tomó un abrigo y una pequeña mochila, que se puso en su espalda tras abrigarse—. Me irá a dejar a casa —arrastró sus palabras y sonreí.

Vestía un suéter de color blanco de cuello alto y pantalones de mezclilla azul oscuro. Sus pies estaban calzados en unas botas negras estilo militar y me causó gracia el contraste que hacían con su imagen tan angelical. Su cabello estaba suelto y parecía un mar de estrellas al ser tan oscuro. Sus ojos me miraban de manera cautelosa y su nariz se asemejaba a un botón o a las que tenían los osos de peluche. Me daban ganas de apretarla, al igual que sus mejillas.

Definitivamente era mucho más guapa en persona y me sentí disgustado al estar tan poco arreglado en comparación a ella. Literalmente estaba vestido todo de negro y con zapatillas deportivas del mismo color. Bastante desaliñado en comparación a como me hubiera vestido si hubiera tenido la libertad de elegirlo.

Bora me analizaba con sospecha, yo creo que por mi atuendo, por lo que desvíe la mirada en cuanto me topé con sus ojos.

—¿Tan poco te querían tus padres para elegir ese nombre horrible? —se dirigió a mí y me sorprendió su sinceridad.

Mordí mi labio inferior, preguntándome si era muy obvio que era un nombre inventado a partir de mi nombre real.

—Al menos es original —me encogí de hombros y le sonreí con los ojos.

Nabi con cuidado caminó hasta mi lado después de despedirse con abrazos a sus amigos y salimos de la habitación. En cuanto estuvimos fuera, cerrando la puerts tras de nosotros, nos quedamos en silencio, dándonos miradas tímidas y llenas de significado.

—Hola, Hyuno —su voz sonaba casi adormilada y me tendió su mano, en señal de saludo.

—Hola, Nabi —tomé su mano y la moví junto con la mía de arriba hacia abajo. Era muy suave, por lo que estuvimos varios segundos repitiendo el movimiento, rehusándome a romperlo.

—¿Vamos? —preguntó mientras seguíamos moviendo nuestras manos.

Asentí y con decepción solté el agarre. Mi mano era mucho más grande que la suya y estaba casi seguro de que podía envolver la de ella por completo.

Salimos del karaoke y caminé frente a ella, guiándola hasta el auto y esperando que me siguiera, pero me tomó desprevenido al sentir que enganchaba uno de sus brazos con el mío, caminando a mi par.

—Hace frío —explicó mientras me miraba y bajé mi cabeza para verla a los ojos. Estaban brillosos y supuse que se debía al alcohol—. Y me pesan los pies.

No sabía cómo decirle que no necesitaba explicar nada, que podía hacer aquello sin permiso y cuando quisiera. Su tacto era reconfortante y me hacía sentir acompañado.

Llegamos al auto y se alejó de mí cuando le abrí la puerta del copiloto, se acomodó dentro y la cerré con cuidado. Rodeé el vehículo y me subí al asiento del chofer, en donde no tardé en encenderlo y activar la calefacción.

—¿Cuál es la dirección? —consulté mientras encendía las luces del auto y quitaba el freno de mano.

—Apgujeongro 33, edificio 101 —bostezó mientras se acomodaba en su sitio—, departamento 117.

Prendí el motor y salí de donde estaba estacionado mientras marcaba el cambio de primera, sin quitar la vista de la calle.

—¿Está bien la temperatura? —inquirí, haciendo referencia a la calefacción.

En cuanto no recibí respuesta, miré a Nabi, que ya se encontraba profundamente dormida a mi lado.