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Nabi.

—¿Qué? No. —Me apresuré en decir, sin girar aún, pero con un tono de voz alto para que lograra escucharme.

Los músculos de mi espalda se encontraban tensos y las escápulas las sentía retraídas. Tenía mucho miedo de girarme y verle el rostro a Hyuno, en especial de no saber cómo actuar al estar tan cerca de la persona que actualmente me atraía.

No es que no tuviera historial acerca de relaciones amorosas o experiencias en ese ámbito, pero era la primera vez que me comenzaba a gustar alguien sólo por su compañía, mensajes, forma de ser, y no por su aspecto físico. Normalmente cuando sentía que alguien me interesaba más allá de una simple amistad, era por el conjunto de todas aquellas características y no sólo de las tres primeras.

—¿Estás bien, Nabi?

Percibí sus pasos acercándose a mí y el corazón casi se me escapa por la boca, bombeando sangre a cada sector de mi cuerpo, preparándose para huir del peligro a la máxima velocidad posible. Pero me mantuve quieta cuando sentí sus manos tomándome por los hombros y me hizo girar con cuidado, hasta quedar frente a él y me soltó.

Lo primero que divisé fue su pecho, que estaba cubierto por un saco de tonalidad marrón y un suéter negro. Bajé la vista por inercia y noté que vestía un pantalón negro de tela y zapatos bastante formales. ¿Por qué se había vestido así de pulcro cuando sólo era una «cita de amigos»?

Al lado de él, yo parecía un espantapájaros y él un hermoso colibrí.

—Hola —saludó y me aterrorizó lo cerca que sentí su voz de mi rostro.

Su tono era exactamente como la recordaba, muy sedoso y aterciopelado.

—Hola —respondí y tragué saliva, sintiendo que mis manos se entumecían y dejaba de sentirlas como propias.

Como si Hyuno tuviera el poder de la telepatía, tomó mis manos entre las suyas sin aviso y entrelazó mis dedos con los suyos, haciéndome sentirlas nuevamente de manera abrupta. Su tacto era muy suave y cálido, casi irreal.

—¿No me vas a mirar? —inquirió dudoso y por su tono de voz logré notar que estaba sonriendo.

Repetí su gesto de manera inconsciente, siendo contagiada por su buen humor.

—Puede que sí... —moví mi cabeza hacia un lado—. Puede que no —la moví para el otro, mostrando indecisión.

—¿Qué es lo peor que puede pasar? —quiso saber y su pregunta me tomó por sorpresa, ya que sabía lo que debía responderle, mostrándome sincera.

—Que te arrepientas de haber venido hasta aquí —espeté y mi pecho se apretó.

Dejó salir una suave risa que sonó melodiosa y me soltó una de mis manos, para llevar la suya hasta mi mentón. Mi corazón no me dejaba escuchar correctamente el sonido del ambiente y sentía que en cualquier momento me caería al suelo.

Me alzó el rostro con cuidado y de manera abrupta, en cuanto conecté mis ojos con los de él, me perdí en ellos, adentrándome como en una fresca piscina en un caluroso día de verano. Seguían siendo igual a como los recordaba en mi borrachera; preciosos, íntimos e infinitos.

Pero ahora había mucho más por recorrer.

Mis ojos se deslizaron por su nariz, barriendo todo a su paso, deleitándome con sus mejillas y la forma de sus labios. Algo se retorció en mi estómago en cuanto dejé mi vista posada por unos cuantos segundos en su boca, ansiando probarla de súbito y conocer su sabor.

—Eres... —susurré y sentí que el agarre de Hyuno se tensó—. Más alto de lo que recordaba —su agarré se apaciguó y sonrió de lado, haciéndome estremecer.

—Bueno, quizá he crecido un poco más —dijo y reí, un poco por su comentario y otro poco por mis nervios, que aún no se disipaban—. Entonces, ¿sigo pareciéndote un posible psicópata?

Dirigió su mano a mi mejilla y la acarició de manera dulce.

—Definitivamente no —reposé mi rostro en su tacto y cerré los ojos ante lo placentero que se sentía. Mi corazón estaba latiendo a máxima velocidad y parecía no querer detenerse—. Desde hace mucho que dejé de pensar eso —murmuré.

—Tú, anoche. —Se detuvo y tragó saliva.

Abrí mis ojos de manera repentina, encontrándome con los de él, que me observaban con calma, haciéndome sentir que nada malo podría ocurrir estando juntos.

«No, no me puede preguntar justo eso. Si lo hace, me voy a desmayar».

—Si no me equivoco, dijiste que te gustaba, ¿no?

cool with you ; j. yunhoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora