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Yunho.

Nabi mantenía con dificultad sus ojos abiertos mientras buscaba la llave de su departamento para poder entrar. En cuánto las tomó, las dejó caer sobre mi mano y abrí la entrada.

Su brazo volvió a enredarse con el mío en cuanto nos bajamos del auto y no se separó de mí en todo momento, poniéndome nervioso. Tironeó levemente de mí y supuse que quería guiarme hasta su dormitorio.

La puerta se encontraba entreabierta y luego de empujarla levemente, pude ver su hermosa habitación, bastante similar a la mía, con las paredes blancas y con adornos de tonalidades oscuras. Una de sus ventanas ocupaba toda una esquina, dando una preciosa vista de la ciudad a esas horas de la noche.

Dejé a Nabi sobre su cama y ensimismado me acerqué al ventanal, sumido en las sensaciones que me transmitían la ciudad desde esas alturas y lo cómodo que me sentía estando en la habitación de Nabi.

Pocas veces podía sentirme como una persona común y corriente, ya que al ser alguien reconocido por pertenecer a Ateez, la mayoría del tiempo tenía que forzarme a ser una persona que en parte sí era, pero no realmente durante todo el tiempo.

Me considero alguien bastante despreocupado, que sigue sus instintos y que sabe lo que vale. Puede que en ocasiones sea orgulloso y testarudo, pero normalmente soy bastante sensible y apasionado, que debe ocultar ese lado del público y mostrarse como alguien cercano, pero no demasiado. Es algo confuso, pero con el paso de los años ya me había acostumbrado a la metodología de aparentar lo deseable, lo que esperaba la sociedad de mí y no lo que era en realidad.

Pero con Nabi sentía que podía ser yo mismo en cualquier momento y esa sensación me encantaba, al punto de hacerme casi adicto y de estar ansioso cada día, esperando que pasaran rápidamente las horas para poder llegar a casa y conversar con ella tranquilo. A pesar de que teóricamente aún seguíamos sin saber muchas cosas del otro, con Nabi podía ser yo mismo como lo era con mis amigos y aquello me fascinaba.

—Hyuno —murmuró entre balbuceos y me giré.

Se había metido bajo las sábanas sin cambiarse de ropa y tenía las mejillas levemente sonrojadas por el alcohol. Se veía muy indefensa, me daban ganas de abrazarla y no soltarla jamás.

Me acerqué a su cama y con cuidado me senté a su costado, hundiéndola levemente en el colchón. Sus ojos apenas se mantenían abiertos y quité un mechón de su cabello que estaba cerca de uno de ellos, dejándolo con suavidad tras su oreja.

— No imaginaba que tu voz fuera así—tomo mi mano con una de las suyas y me estremecí al estar desprevenido.

—¿Por qué? ¿No te gustó? —sugerí con una sonrisa en mis labios, a pesar de que ella no podía verla.

—Es más grave de lo que pensaba —confesó—. Y me gusta mucho —agregó y logró hacer que mis mejillas se calentaran.

Apreté más su mano y comencé a hacer suaves círculos en su costado. Sus ojos comenzaban a pesarle y se le dificultaba mantenerme la vista.

—¿Por qué bebiste tanto? —pregunté ansioso por saber el motivo de su poco control.

Ella se encogió de hombros y ladeó su rostro.

—Creo que me afectó que te enojaras conmigo.

Reí por su respuesta.

—No tenemos diez años, Nabi, ¿no era mejor ser sincera y decirme cómo te sentías? Podríamos haber buscado una solución juntos —expuse y una suave sonrisa se formó en sus labios, dejando ver sus pequeños dientes.

—Supongo que no tengo esas habilidades de comunicación —aseguró.

—Entonces vamos a tener que crearlas —repliqué con cariño—. Tengo paciencia de sobra.

—Me parece bien —aceptó y pude percibir en sus ojos su anhelo de acariciarme, pero para mi mala suerte no lo hizo—. ¿Estás enfermo?

—No, ¿por?

—El tapabocas —lo señaló con su mano libre y la volvió a dejar caer a su costado.

—Oh —sonreí al no saber muy bien qué decirle y me sentí nervioso—. Creo que... ¿Aún no estamos preparados?

Asintió con la cabeza mientras hacía un leve sonido con su garganta en forma de aceptación.

—Puede ser, pero ahora mismo estás en mi casa, conmigo —bostezó y volvió a cerrar sus ojos, mientras aún teníamos nuestras manos unidas—. Ya no eres un desconocido.

Me acerqué un poco más a ella y su aroma me embriagó, era una mezcla de olores cítricos con el aroma ácido del soju. Ya era momento de irme, por lo que quería abrazarla antes de salir.

—Quédate —balbuceó al borde de caerse dormida.

Mi corazón repiqueteó acelerado en mi pecho, siendo atrapado por dos dicotomías totalmente opuestas.

—Me encantaría —susurré—, pero no puedo.

Esperé alguna respuesta por parte de Nabi, pero ya era muy tarde. Su pecho subía y bajaba de manera acompasada mientras se sumergía aún más en un profundo sueño.

Por impulso, quité el tapabocas de mi rostro con nerviosismo y me acerqué a ella, en donde dejé un suave beso en su frente en modo de despedida. Su respuesta fue un leve quejido y me volví a cubrir.

Con lentitud me levanté de su cama y, tras apagar la luz del dormitorio, salí de ahí y también de su hogar. El frío se había apoderado aún más de Seúl y me apresuré en volver a entrar al auto.

Revisé mi móvil y me percaté de que eran casi las tres de la madrugada, además de que tenía incontables llamadas perdidas y mensajes por parte de Hongjoong y Seonghwa.

Abrí el chat con Hongjoong y me apresuré en llegar al departamento.

Hongjoong ATEEZ

Jeong Yunho

Tengo muchas preguntas

Y espero seas capaz de responderlas.

2:30

cool with you ; j. yunhoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora