⁞ Capítulo 9: La propuesta de Wayra ⁞

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Cuando despierte de su letargo el enemigo latente y el retorno de la magia fortalezca al combatiente, de la unión de agua y fuego dependerásumir Eletern en la más indestructible tristeza o coronar en llamas a una errante princesa

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Cuando despierte de su letargo el enemigo latente
y el retorno de la magia fortalezca al combatiente,
de la unión de agua y fuego dependerá
sumir Eletern en la más indestructible tristeza
o coronar en llamas a una errante princesa.

Wayra miraba el techo de su habitación evocando la profecía de Pyros. Tenía serias dudas sobre su interpretación, más aún después de que Chloé acudiera a visitarle a sus aposentos por la noche para contarle su gran descubrimiento. Ella estaba tumbada a su lado, con el cuerpo cubierto con su camisón de satén favorito, enredada entre las sábanas de Wayra y abrazándole el abdomen medio dormida.

—¿En qué piensas? —susurró.

—En la profecía de Pyros.

El Primordial del Viento la abrazó, atrayendo su cuerpo moreno hacia él y recordó las palabras de Aidan días atrás, cuando le forzó a revelarle parte de los secretos del Rey Kedro.

Tras el ataque a Lumiel, la salud de Marina había resultado extrañamente perjudicada. Lo que en principio eran unas simples quemaduras, se convirtió en fiebre y temblores que a lo largo de una semana no lograban desaparecer. Wayra se había reunido con Aidan para que le justificara motivadamente la razón por la que el Rey Kedro se mantenía firme en su negativa de permitir que Marina viajara a Sandolian para facilitar su recuperación. La Guardia al completo pensaba que era una estupidez impedirle a la princesa hacer algo así.

—No tengo ni idea —le había dicho al principio su amigo—, pero es una orden de mi padre y no puedo desobedecerla. Ella está bien, te lo aseguro. Me sigue hablando como si fuera su peor enemigo, así que ya te puedes hacer una idea...

—Aidan, Bianca no ve las cosas con tanto optimismo. Marina ni mejora ni empeora, eso es cierto. No obstante, es una primordial: la necesitamos lo más poderosa posible. No será el fin del mundo permitirle pasar unos días en un entorno que le sea favorable.

A pesar de sus palabras, el semblante del príncipe del fuego se mantuvo imperturbable.

—Tío, tengo las manos atadas. El rey de Pyros es mi padre, no yo.

—¿Esto tiene que ver con la condenada profecía, verdad?  —espetó Wayra harto de apelar a la humanidad del reino del fuego—. Vamos, cuéntame qué demonios pasa aquí.

Aidan se puso nervioso. En una reacción automática, negó tener conocimiento de lo que Wayra preguntaba, pero, tras constatar que su amigo no estaba dispuesto a dar su brazo a torcer y que Chloé ya le había puesto en antecedentes sobre algunas pinceladas años atrás, no le quedó otra que reconocer la verdad: todas las decisiones del Rey Kedro sobre Marina tenían que ver con la profecía. Y, después de sufrir en su propia carne el poder persuasivo de Wayra, acabó por recitársela un par de veces.

En aquel instante, de noche, bajo la luz de la luna y abrazado a Chloé, el Primordial del Viento ya no sabía qué pensar.

—¿La profecía? —preguntó la princesa—. ¡Hace muchísimo tiempo que no pienso en ella! Cuando te la conté hace cinco años no le diste ni la más mínima importancia, creía que a estas alturas ni te acordarías. De todos modos, yo nunca la entendí, lo único que me quedó claro fue que Marina se tenía que ir por el mero hecho de haber salido en ella.

Los Primordiales: Gotas de esperanza (EN CURSO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora