⁞ Capítulo 18: El Decimoséptimo Aniversario de la Alianza ⁞

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El rey estaba cansado

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El rey estaba cansado. Llevaba cuarenta años gobernando Velentis y diecisiete los había pasado planificando batallas. Era demasiado tiempo de guerra y trágicas pérdidas para reino del viento y ni siquiera podía asegurar que el final estuviese cerca. Pero debía ser así; lo intuyó cuando las sombras atacaron Lumiel.

El mundo estaba cambiando.

Se miró en el espejo. Su ayuda de cámara le colocaba medallas y broches por la parte delantera del traje blanco que solía vestir en ceremonias. Al fin había llegado el momento más esperado del año: El Decimoséptimo Aniversario de La Alianza. Vend recordaba como si fuese ayer la primera ocasión en que se celebró. Wina y él fueron invitados a Sandolian por la Reina Flora. La familia real de Pyros también acudió. La soberana de la tierra había organizado un imponente y glorioso acto nunca antes acaecido: todos los reyes de los pueblos libres de Eletern reunidos para demostrar su grandeza y un único mensaje para sus súbditos: el Monarca de la Noche jamás les derrotaría.

No obstante, nunca llegaron a imaginar que la lucha por detener la conquista del Dios Ombra se extendería tanto en el tiempo. Hasta ahora habían cumplido su promesa de frenar las tropas oscuras, pero las pérdidas eran considerables y el Rey Darco estaba cambiando su estrategia.

En mala era llegaba su nieto. Aunque prefería no pensar mucho en el nefasto momento que había elegido su primogénito para preñar a la princesa del reino vecino. Habría que organizar la boda antes de que Chloé pasease por su castillo con un barriga enorme tapándole la visión; más problemas.

La necesidad de mantener su fortaleza, así como de animar a los ciudadanos había hecho que lo que una vez consistió en un mero acto de honor se convirtiese en tres días completos de festividades, bailes y juegos. Cada año el Aniversario de La Alianza se celebraba en un reino distinto. En aquella ocasión le tocaba a Velentis hacer los honores, por eso Vend llevaba casi dos horas en sus aposentos arreglándose para salir al balcón de la Torre de Marfíl y dar por iniciado oficialmente el gran evento. La gente lo necesitaba, aunque no era prudente. Sin embargo, debían mantener las apariencias: Kai no podía sospechar que la Guardia de Élite también iba a cambiar su estrategia.

Vend no era tan necio como pare negarse a sí mismo que estaba aterrorizado. Cada decisión que tomaba ponía en riesgo la vida de miles de personas. No podía asegurar que no se equivocaría, pero sí que sería capaz de soportar el peso de las probables muertes que se dieran en caso de hacerlo. Un rey debía estar preparado para esa clase de cosas.

Escuchó voces al otro lado de la puerta. Sonrió para sí. Distinguía a Sira discutir con Livo, el sirviente cuya función era la de anunciar la presencia de los visitantes al rey. El pobre Livo no tuvo oportunidad de hacer su cometido porque la princesa abrió la puerta de golpe y entró sin formalidades en el cuarto de Su Majestad.

—¡Padre! ¡Hemos descodificado otro conjuro! —gritó emocionada—. Ya van cuatro desde que nos ofrecisteis la colaboración de eruditos y los medios de estudio necesarios para que Wayra y yo descubriésemos los secretos del grimorio. ¡Y tan solo han transcurrido dos semanas! ¿No es extraordinario? ¿Cuánto crees que podríamos averiguar en un año? ¡Es impresionante, padre!

Los Primordiales: Gotas de esperanza (EN CURSO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora