Capítulo 7. VIOLET WIGGINS

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Violet Wiggins es una chica de Phoenix, Arizona, de estatura media, pelo castaño y largo y unos ojos azules que solían decir que eran como los de su madre. Violet y su mellizo Nathan nacieron en una buena familia y nunca les faltó de nada. Sus padres eran una pareja que no tenían problemas con casi nadie, salvo con los Henderson, por alguna razón que los mellizos Wiggins no llegaban a comprender sus padres no se llevaban nada bien con aquella familia y nunca quisieron que sus hijos se juntasen con aquella familia, ni con el hijo que tenían. Aunque para la mala suerte de sus padres, Nathan y Eli Henderson se hicieron mejores amigos, aquello les molestaba, pero podían soportarlo. Eli, aquel chico pelirrojo bastante alto con unos ojos marrones, aunque algo oscuros, pero de mirada penetrante, robó el corazón de Violet cuando ambos tenían dieciséis años y algo quiso que el chico la correspondiese a pesar de las diferencias de su familia. Por las diferencias que tenían sus padres era por lo que habían decidido mantener su relación en secreto y por su puesto Nathan, siempre les había ayudado porque quería verles felices. Siempre que quedaban tenían el mayor cuidado posible para que los padres de ambos no se diesen cuenta de lo que pasaba, y así estuvieron tres años en los que habían sido capaces de que ninguna de las dos familias sospechase nada.

Pero algo quiso que aquella historia tan bonita que estaban formando los dos, llegara después de tres años juntos, y es que a pesar de llevar tanto tiempo teniendo cuidado, aquella tarde fueron descuidados y les pillaron.

Aquella tarde Violet había quedado con Eli y gracias a Nathan consiguió que su madre la dejase salir con la excusa de que debía ir a la biblioteca a estudiar, pero cuando se encontró con Eli, su padre los vio cuando volvía a casa en coche del trabajo y es que aquel día había salido antes. Ver a su hija con el único hijo de los Henderson hizo que aquel hombre se enfadase como nunca, pero como no quería montar una escena en medio de la calle decidió seguir conduciendo hasta casa, pero eso no significaba que Violet se hubiese librado, todo lo contrario.

Como ya llegaba la hora de que tenían que volver a casa, Eli acompañó a Violet hasta su calle, y antes de que se fuera Violet dejó un beso sobre los labios de su novio, antes de decirle que le quería para después emprender el camino hasta su casa. En cuanto cruzó la puerta de casa se encontró con su padre de brazos cruzados y con cara de no estar de muy buen humor. Violet no entendía que mosca le había picado, porque sin duda la debía de estar esperando a ella ya que Nathan estaba en casa, pero había ordenado su habitación y había fregado los platos, incluso había sacado un ocho en su último examen, así que no tenía ni idea de lo que ocurría.

—Hola... ¿Papá estás bien? No te veo muy contento, ¿Es qué ha pasado algo?

Su padre la agarró bastante fuerte y tiró de ella hasta el salón donde se encontraba también su madre y Nathan, pero, aunque hubiesen llegado allí siguió sin soltar su mano.

— ¿Qué si ha pasado algo? Te he visto, tu hermano no me ha dicho que está pasando, pero tú me lo dirás.

La estaba agarrando tan fuerte de la mano que estaba empezando a hacerla daño.

—No sé de qué estás hablando, pero...me estás haciendo daño...—la chica se zafó del agarre de su padre, pero eso no evitó que siguiese mirándola como si hubiese matado a alguien. —

— ¿Qué no sabes de qué te estoy hablando? Tú y tu hermano sabéis de qué estoy hablando. Debimos ver que esto pasaría, no debimos dejar ni que Nathan fuese amigo de ese chico, con el hijo de los Henderson. ¿Cuánto llevas con esa tontería, Violet?

—No es asunto tuyo, papá, es mi vida.

— ¿Qué no es asunto mío? ¡Claro que es asunto mío! ¡Pretendes destrozar a esta familia pero ni tu madre ni yo estamos dispuestos a permitirlo! —furioso volvió a agarrar fuerte a su hija, pero al escuchar a su mujer decirle que la soltase, la soltó con la misma fuerza con la que estaba sujetándola haciendo que ella perdiese el equilibrio y cayese al suelo. —No te lo voy a volver a preguntar, ¡Qué me digas cuánto llevas con esto!

Bradford Hills 1. Las apariencias engañan Donde viven las historias. Descúbrelo ahora