No importa el universo, ni como se conocieron, lo único seguro es que cuando Stephen Strange y Tony Stark se conocen, se enamoran.
O: La autora simplemente no puede detener sus ideas.
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Los personajes le pertenecen a Marvel.
—¡Corte! —Dada la orden, los actores lanzan un suspiro y se dirigen hacia la zona de descanso hasta su próximo llamado.
Tom Holland le muestra su celular a Chris Pratt y enseguida suelta una carcajada. Robert arquea una ceja en su dirección y luego se marcha del set, siendo seguido por Benedict.
El actor estadounidense de repente siente un dolor en sus hombros, haciendo que se detenga para sobar dicha zona. Por otro lado, el británico, un poco preocupado, se acercó a su compañero para ver cual era el problema.
—¿Estás bien? —pregunta, observando como el castaño hace una mueca mientras agarra sus hombros.
—Me duele y no tengo idea del porqué.
—Permíteme.
El más alto se posiciona detrás del moreno, posando sus grandes y suaves manos sobre sus hombros para brindarle un masaje que hace que Downey se relaje. El de ojos ámbar siente que la tensión disminuye, perdiéndose en las suaves caricias.
Sin embargo, el intérprete de Iron Man no pudo resistir soltar un gemido por lo bien que se sentía.
Cumberbatch detuvo su acción de inmediato y al pobre de Downey le ardían las mejillas del bochorno que acaba de hacer.
Robert se separó rápidamente.
—¡Lo siento! —exclamó mientras se alejaba del extranjero—. F-fue involuntario... ¡Una reacción! —Meneó la cabeza y no queriendo seguir en esta jodida situación se dispuso a huir—. T-tengo que buscar a Tom... ¡Nos vemos!
Benedict miró como el otro zagal corría hasta perderlo de vista.
—¿Qué acaba de pasar? —murmuró, tocándose los pómulos y sintiéndolos caliente.
Para rematar, aquel sonido lo puso algo empalmado y como Speedy Gonzales se fue hasta su camerino.
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