4. Ironlock

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Tiberius miró a sus prisioneros con una sonrisa depravada, satisfecho de que el detective no sepa qué hacer y que el ingeniero esté demostrando su vulnerabilidad.

Ver llorar a Tony Stark era una victoria.

Sherlock intenta zafarse de las esposas que lo tienen atrapado en la silla, pero sus esfuerzos son inútiles.

—¡Déjalo ir! ¡Tú me quieres a mí! Por favor, estoy ofreciendo mi vida a cambio de la suya —propuso Anthony, mirando suplicante a aquel hombre que una vez llamó «amigo» y que se dispuso a hacerle la vida miserable desde hace unas semanas con atentados. El primer ataque fue a Industrias Stark, luego al Complejo de los Avengers y por último a Baker Street.

—Oh, precioso. Este imbécil saldrá de aquí en una bolsa negra de camino a la morgue. —Sonrió ladinamente—. Estoy seguro de que Londres lo honrará con un gran funeral.

—¡Él no te ha hecho nada!

—Tienes razón —concordó, fijando sus gélidos orbes azules en el de cabellera ondulada—. Pero tú lo amas y es doloroso perder a la persona que amas. Quiero que estés destruido.

—Hiciste esto porque Tony nunca te aceptó. —Tensó la mandíbula, expresando la ira y el dolor en su rostro—. Estás vengándote de él porque nunca te amó y mucha gente inocente murió.

Pepper. Natasha. Clint. Molly. Señora Hudson. Ellos no se merecían ese final.

—Como ya dije, quiero verlo destruido. Y la muerte sería algo piadoso, es por eso que se me ocurrió algo mejor.

—¿Qué cosa? —preguntó temeroso el moreno.

Del bolsillo de su pantalón sacó un frasco blanco.

—Ustedes saben de química, así que ya saben que es esto.

—Ácido sulfúrico —contestó el británico, con el terror en sus ojos—. Le desfigurarás el rostro...

—¡Exacto! Pero antes de eso, te voy a matar. —Le apuntó a la cabeza con el arma al detective, contemplando por el rabillo del ojo cómo Anthony lloraba y rogaba que se detuviera—. Una última cosa más. —Sus ojos se oscurecieron y los presentes se estremecieron—. Yo fui quien violó a Tony hace años.

—Tú... —bisbiseó el multimillonario, estupefacto y recordando lo sucedido esa noche—. Fuiste tú...

Holmes quedó atónito y luego la furia lo cubrió.

—¡Eres un maldito hijo de perra!

—Lo que sea. —Rodó los ojos—. Adiós, Sherlock Holmes.

El disparo se escuchó y segundos después, Stone cayó inerte en el piso.

A pocos pasos, John Watson observaba inexpresivo el cuerpo de Tiberius, bajando el arma. Caminó hasta los dos varones que entraron en un estado de shock, liberándolos de las esposas con un clic. Cuando los tres estuvieron de pie, Anthony se arrojó a los brazos del rubio, llorando con amargura sobre su hombro, siendo abrazado fuertemente por el doctor.

En ese preciso momento apareció Lestrade junto a otros oficiales.

—¿Qué sucedió...? —soltó incrédulo por la escena ante él.

Sherlock se dispuso a cerrar los párpados mientras abrazaba a Tony y a su mejor amigo.

John miró a Greg y le respondió.

—Protegí a mis chicos. 

En toda la tarde estuve chingue y chingue de que quería un separador

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En toda la tarde estuve chingue y chingue de que quería un separador... y lo hice lmao

Ephemeral |Ironstrange|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora