11. Avengers Academy

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La Academia había sido puesta en cuarentena debido a un brote de una extraña enfermedad.

El equipo conformado por James Barnes, Scott Lang y América Chávez regresó de una misión; no obstante, la fémina empezó a sentirse mal a las pocas horas. Primero con un dolor de cabeza, luego fiebre alta y, por último, unas manchas moradas en la piel. Como Barnes y Lang tuvieron mayor contacto con ella, también fueron infectados y estos infectaron a más. A la mañana siguiente, el director Fury puso en marcha la cuarentena y a los infectados los encerró en un área especial hasta que se encontrara una cura.

Los días posteriores se descubrió que dicha enfermedad provenía del espacio, por lo tanto, los Guardianes de la Galaxia fueron los encargados de traer la vacuna lo más rápido posible. Mientras tanto, el resto de los estudiantes se hallaban encerrados en sus habitaciones junto a sus compañeros.

En la Torre Stark estaban Stephen, Janet, Loki y Tony. Ellos fueron los únicos de su grupo de amigos que se salvaron de ser infectados. Ni siquiera Rogers ni Barnes, quienes poseían el suero del supersoldado, se habían salvado. Y ni se diga de Natasha, ella fue muy cautelosa con la situación y parecía que lo tenía bajo control, o así era hasta que tuvo contacto con Clint, quien en ese momento no sabía que ya portaba la enfermedad.

Anthony comía gustoso un sándwich de queso derretido, entre tanto, Loki revisaba su celular, Janet se pintaba las uñas y Stephen leía uno de sus libros de hechicería.

Tony terminó su aperitivo y suspiró desanimado. Llevaban casi dos semanas en cuarentena y se hallaba muy aburrido. Al menos en la Academia podía divertirse con las travesuras de Loki, los dramas entre estudiantes, los pleitos que creaba Amore entre chicos y hacer rabiar a Fury.

Lo único bueno de todo esto es que su novio está con él. Aunque tuvo que poner a máxima potencia sus ojos de cachorro y sentarse en el regazo de su pareja para moverse descaradamente, logró que Stephen pasara la cuarentena junto a él y no en el Santuario.

Stephen y él no han tenido relaciones, debido a que Jan los arrastró a muchas actividades para divertirse. La chica tiene la habilidad de alegrar el ambiente por más turbio que se vea, pero en estos momentos está tomando un descanso. Pero una vez que recupere energías, volverá a la acción.

Janet deja aún lado el esmalte y como un resorte se pone de pie.

—JARVIS. Pon la número 16 de mi lista de reproducción. —Y ahí estaba otra vez, la animada y brillante Janet Van Dyne que era la amiga de la mayoría de los estudiantes.

La canción comienza y el primero en reaccionar es Strange, soltando un suspiro y dirigiendo un fruncido ceño a Wasp.

—¿Realmente? —La joven simplemente se alza de hombros y corre hacia el portador de la armadura.

Tony rueda los ojos y sonríe mientras su mejor amiga lo arrastra al centro del ático. Ambos se mueven sincronizadamente al ritmo de Aserejé. Luego el Dios de las Travesuras deja su celular en el mueble y se une Stark y a Van Dyne.

El hechicero sigue en la misma posición, pero una mirada de esos hermosos y expresivos orbes marrones lo convencen en levantarse y unírseles. Cuando termina la canción comienza otra, luego otra y así sucesivamente.

A la mañana siguiente, los Guardianes reaparecen con la vacuna. Una vez que los infectados hayan sido vacunados y asegurarse de que no hay síntomas secundarios, la administradora Pepper Potts dio la orden de finalizar la cuarentena.

Loki y Janet se fueron de la Torre y Stephen no vaciló en coger a su novio al estilo princesa y llevarlo a su habitación.

Estando en la cama, el Hechicero Supremo se colocó sobre Stark y atrapó sus labios, en un apasionante beso. Sus manos se deslizaban por debajo de la camisa de Tony, haciendo que el menor se estremezca con el toque.

—¿N-no se supone que debes atender el Sanctum? —pregunta Tony, mordiéndose el labio inferior al ver que su pareja le retira los pantalones y el bóxer.

—Eso puede esperar —espetó, liberándose de sus pantalones y ropa interior. Acto seguido agarra su gruesa polla y la bombea—. Hay prioridades.

—¿Y esas son...? —indaga con voz jocosa.

—Hacer que gimas mi nombre mientras te follo —responde con descaro y con la excitación reflejada en sus ojos grisáceos.

—Entonces no pierdas el tiempo.

Durante la siguiente la hora, lo único que se escuchaba en el lugar era el nombre del hechicero, seguido de intensos gemidos y el rechinar de la cama al ritmo de las duras embestidas.

Durante la siguiente la hora, lo único que se escuchaba en el lugar era el nombre del hechicero, seguido de intensos gemidos y el rechinar de la cama al ritmo de las duras embestidas

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Pd: hace calooooorrrr

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