No importa el universo, ni como se conocieron, lo único seguro es que cuando Stephen Strange y Tony Stark se conocen, se enamoran.
O: La autora simplemente no puede detener sus ideas.
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Los personajes le pertenecen a Marvel.
Visión tuvo un mal presentimiento al percatarse del gran silencio que reinaba en el búnker. FRIDAY lo había alertado de que el señor Stark estaba en peligro y necesitaba ayuda de inmediato, así que el androide fue a su rescate con las coordenadas que le brindó la IA. El androide revisó con cuidado el lugar y entonces, cuando vio el cuerpo tendido de uno de sus creadores, se apresuró en llegar a él. Con ayuda de la gema en su frente, sacó al castaño de su traje. Los signos vitales del Omega eran débiles y Visión no perdió ni un segundo más en llevarlo a casa para recibir atención médica.
Apenas arribó al hospital, se comunicó con la señorita Potts y ella rápidamente llamó al doctor Wu.
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En el Sanctum Sanctorum, el Hechicero Supremo se encontraba sereno leyendo en la biblioteca, hasta que el tono de llamada de su celular lo obligó a dejar el libro en su estante. Stephen sabía que Christine era la única persona que lo llamaba, por lo que se imaginó que se trataba de una consulta médica o solamente quería saber si se hallaba en buen estado.
—Tienes que venir a Metro General, ahora mismo. —Ni siquiera le permitió al Alfa en saludarla, ella solo habló abruptamente y una pizca de preocupación se alojó en su pecho—. Stark está internado.
Strange no respondió. Colgó de inmediato y se colocó su anillo de onda para abrir un portal en el armario del hospital. A paso apresurado fue en busca de Christine, a quien halló conversando con un hombre de capa amarilla y cuerpo biomecánico. Stephen lo reconoció como Visión, una de las creaciones de Tony y miembro de los Avengers.
Cuando la Beta se percató de su presencia empezó a explicar la situación.
—Costilla rota, esternón perforado, muñeca izquierda dislocada, contusión leve e hipotermia. —El Alfa cerró los ojos con fuerza, sintiendo como un nudo se formaba en su garganta—. Afortunadamente, su médico personal logró llegar a tiempo y ahora se encuentra fuera de peligro. —El azabache suspiró aliviado—. Sin embargo, hay un detalle.
El doctor entrecerró los ojos.
—¿Qué clase de detalle? —Se fijó en como el androide agachaba la cabeza y como los orbes de Christine denotaban pesadumbre—. Christine, dime de una maldita vez.
—El señor Stark... —Se mordió el labio inferior—. Él estaba en la tercera semana de gestación. No se pudo salvar al bebé.
Su Alfa emitió un sollozo mientras que él procesaba lo dicho por su antigua colega.
Tony. El hombre que había abandonado luego de su accidente. El hombre del que aún seguía enamorado, esperaba un hijo y lo perdió.
—¿Quién le hizo eso? —gruñó y Visión, quien se mantuvo al margen de la conversación, le respondió.
—El Capitán América.
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Tony se dio cuenta de que su relación con Steve empezó a caer cuando se enteró de que su mejor amigo estaba vivo. Los sucesos con Ultron solo empeoraron las cosas y cuando se retiró de los Avengers, se propuso en reconstruir su relación con el supersoldado. El Omega ya había perdido al hombre con el que supuestamente estaría toda la vida. Pero el accidente automovilismo destruyó las manos y la carrera de Stephen, así como también su corazón y su relación.
El castaño decidió salir de la depresión de haber perdido a Stephen y se dio una oportunidad con Steve. Pero nunca imaginó que el bastardo supiera la verdadera muerte de sus padres y que encima por poco lo mata. Aunque nunca esperó que Stephen saliera de su escondite, preocupado por su casi muerte. El Omega quiso enfrentarlo, apenas recobró la consciencia y lo observó a su lado. Pero no podía mentirse a sí mismo, su Omega estaba feliz de tenerlo de vuelta y a pesar de como terminaron las cosas entre ellos, Anthony seguía amándolo. Ninguno mencionó el pasado y le permitió al Alfa acompañarlo en su recuperación.
El moreno con dificultad se levantó de la cama. Sabía que se ganaría una riña por abandonar el hospital, pero estar un mes atrapado en este lugar lo volvía loco. Salió de la habitación y antes de dar vuelta en una esquina escuchó una conversación entre los Alfas.
—Tenemos que decírselo a Tony —dijo Pepper en un hilo de voz.
—Lo sé. ¿Pero cómo le puedes decir a alguien que perdió a su bebé sin saber que estaba embarazado?
—¿Qué...?
Virginia y Stephen se giraron y miraron anonadados al castaño.
—¿Bebé...? —Las lágrimas cayeron por sus mejillas, aún impactado por la noticia—. ¿Y-yo estaba esperando un bebé...?
—Tony, cálmate. —Stephen intentó acercársele, pero el moreno se alejó hasta chocar su espalda contra la pared.
—No, no, no... —Se agarró sus cabellos con fuerza mientras los recuerdos de la batalla en Siberia lo atacaban—. ¡No! ¡No! ¡Mi bebé! ¡Mató a mi bebé!
Los gritos del Omega resonaron por el lugar. Tony cayó de rodillas al piso, sollozando y maldiciendo a Steve Rogers. Stephen se arrodilló a su lado, tomándolo en sus brazos y abrazándolo fuerte. Pepper observaba la escena con dolor, el llanto de su amigo era tan desgarrador que pronto sus propios sollozos también se escucharon.
—Mi bebé... mi bebé... —balbuceaba, aferrándose al hechicero y llorando como nunca antes lo había hecho—. Stephen... perdí a mi bebé...
El Alfa besó la coronilla del castaño.
—Estoy aquí contigo —musitó, tomando el rostro del genio entre sus manos y mirándolo con determinación—. Vas a superar esto, porque eres una persona fuerte y yo voy a ayudarte. —Ver esos orbes miel aglomerados de lágrimas le partía el corazón—. Perdóname por haberme ido. Pero haré las cosas bien esta vez. No me iré de tu lado nunca más.
—P-promete que nunca me vas a dejar.
—Te lo prometo. Yo nunca dejé de amarte.
—Yo tampoco dejé de amarte.
Ambos tienen un largo camino por delante. Y cuando llegue el momento, los dos estarán listos para enfrentar al capitán y a su equipo.
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