8 - Si lo nota

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La cuarta noche del tour termina sin complicaciones; lo sé principalmente porque Mercy, con todo y su perfeccionismo, no tiene ni una sola queja

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La cuarta noche del tour termina sin complicaciones; lo sé principalmente porque Mercy, con todo y su perfeccionismo, no tiene ni una sola queja. Lo primero que hizo cuando terminó el concierto fue sonreír; no con esa sonrisa falsa que expresa una gratitud que le debe a todas las personas que vieron nuestro acto, sino una sonrisa de verdad; realmente satisfecha con nuestro trabajo, realmente agradecida con el público; realmente feliz con lo que había ocurrido esa noche.

—¡Lo hicieron increíble, chicos! —Nos felicita Hayley detrás del escenario, haciendo aplausos leves, no muy ruidosos. Luego fija la mirada en Mercy, haciendo su sonrisa más leve, pero no por eso menos sincera—. Mis felicitaciones, Mercy, sé que tienes tus problemas con esa nota.

—Fue fácil esta vez, en realidad; creo que ya tengo práctica —explica ella, y luego recuerda lo que debía decir; lo único que quiere escuchar la gente una vez te ha halagado—: Muchas gracias, Hayley.

—No es nada —dice ella, cerrando los ojos mientras ensancha la sonrisa.

—¿Vamos con el público? —pregunta Chloe, sonriendo, con las mejillas levemente enrojecidas; no sé si por el calor o por la sensación agradable que parece estar recorriendo todo su cuerpo. A mí se me va todo lo agradable porque sé a qué se refiere con "ir con el público": Quieren ver el show principal, a pesar de ya haberlo visto tres noches seguidas; tendré que torturar mis oídos por cuarta vez seguida.

A pesar de todo, no me quejo; asiento con la cabeza lentamente mientras escucho a Andy y Mercy asintiendo con la idea de Chloe a gritos, como si la emoción no se les fuera con cada día que pasa; como si su interés en Cinema Kisses y su energía para sobrevivir a la noche fueran tan grandes.

Entonces hacemos eso: Nos camuflamos entre el público para tomar cuatro asientos vacíos y ver el acto principal, ante el cual hay mucha más emoción que ante la apertura, y escucho a todos gritando al unísono cada canción mientras que yo intento ni siquiera memorizar la letra. Luego, cuando el concierto termina, vamos a cenar y hablamos sobre todo lo que podemos; reímos hasta que tenemos que irnos, y luego, de camino al hotel, paramos en una tienda para comprar botellas de agua.

Una vez que las tenemos, continuamos el camino; llegamos al hotel y las dejamos en la mini heladera que hay cerca de la puerta, debajo de la caja fuerte, justo al lado de una especie de armario hecho con madera de color claro.

Me tiro en la cama mientras Andy conecta su Switch al televisor, tal como todas las noches; ya es nuestra pequeña tradición de tour. Esta noche abre el Mario Kart y, justo cuando se muestra la pantalla de inicio, el chico se gira hacia mí con una sonrisa y me habla:

—Esta vez sí te voy a ganar —me reta mientras me pasa el control. Yo me siento y me pongo cómodo; luego tomo el aparato, aceptando el reto.

Le gano, y luego le gano otra vez. Le gano miles de veces hasta que dan las dos y media de la mañana y Andy se ve tanto cansado como rendido; y a mí ya también me pesan los ojos; me arden y se cierran cada tanto, amenazando con lagrimear.

Un beso y nuestra canciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora