16 - Más en lo cual pensar

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Ahora que no estoy enojada, mi breve momento de inmadurez terminó

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Ahora que no estoy enojada, mi breve momento de inmadurez terminó. Pero todo sigue raro, tal como es lógico; tal como todo el mundo sabe que se ponen las cosas después de pelear por algo que no vale la pena. No puedo hablar por la vergüenza, ni con Mason ni con nadie. Ayer rechacé una conversación con Chloe porque sabía perfectamente cuáles eran las dos cosas en las cuales podría pensar, y ninguna me agradaba.

No quiero hablar porque pensarán que aún amo a Mason, y eso es una mentira, y la sola idea de que sea verdad me causa incluso ganas de vomitar.

Y no quiero hablar porque lo otro que pueden decir es solo algo que ya sé: Me he comportado de la forma más inmadura posible porque no puedo soltar el pasado; porque siempre pienso en lo que las versiones pasadas de mí quieren, y no en lo que yo quiero o en lo que debe ser. Pienso en la venganza que quería esa chica enojada y triste que creía que nunca sería amada, y no en la paz y normalidad que ahora busco.

Mi propio silencio me llena de arrepentimiento por todas las cosas que sí hablé, y por la forma en la cual lo hice. Todo el tiempo que paso en la van es tiempo que paso abrazándome a mí misma e intentando no llorar, intentando convencerme de que repararlo todo de hecho es sencillo; solo debo dejar de callar, a pesar de que simplemente no quiero.

Y pienso hablar con Mason apenas lleguemos al hotel, pero cuando realmente ocurre, cuando puedo ver el edificio por la ventana y todos se levantan de los asientos, me invade una sensación... rara. Una mezcla muy contrastante de vergüenza y orgullo. Y me lleva a seguir sin hablar; expresar emociones es para la gente débil, es lo que me dice esa sensación.

Me hace olvidar que de hecho soy débil, que quizá ni siquiera estaría donde estoy ahora sin mi debilidad.

Tan callada como he estado durante todo el día, voy hacia la parte trasera de la van y recojo mi mochila y mi maleta. Algo en mis emociones cambia cuando me doy cuenta de que quizá hoy realmente use las cosas dentro de mi equipaje; hoy no hay prisas porque hoy no hay concierto. Hoy quizá sea el día en el que pueda jugar videojuegos en mi laptop, o en el cual escriba una nueva canción, o en el cual termine de planear esa novela romántica que por fin me decidí a escribir, o en el cual pueda hablar con Lynn por varias horas y no solo por unos pocos minutos.

Hay tantas posibilidades... y se nota en todos lados. Cada estiramiento que realizan mis amigos, cada pequeña sonrisa, cada breve mirada... Todo se siente como alivio y relajación. El brillo del sol también se siente de esa forma.

Lo único gris y triste es Mason, que toma sus cosas con pereza y parece esconderse dentro de su suéter, tan negro como su pelo y sus ojos; tan oscuro como sus pupilas, en las cuales se encierra una sensación que no puedo describir, pero que se contagia demasiado; que te aplasta justo en cuanto notas que está allí; e imagino que él se debe sentir exactamente así, y yo quiero hablarle e intentar remediar todo, tal como debo de hacer, pero me regresa esa sensación de vergüenza y orgullo que me ata la lengua de inmediato; junta mis labios y los pega, e intenta frenar todas las ideas que se me ocurren.

Un beso y nuestra canciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora