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Se podía apreciar una bella escena; Osamu abrazaba por la espalda a Chuuya, el cual se veía diminuto en comparación a su esposo, ambos recostados en la cama matrimonial mientras dormían plácidamente. Era costumbre que ambos durmieran juntos, aunque siempre habían algunas veces en las cuales por los horarios de trabajo uno llegaba a casa antes que el otro, lo cual provocaba que uno de los dos se infiltrara en el cuarto cuando el otro dormía tranquilamente.
Estas últimas semanas habían sido la excepción de estos comportamientos, debido a que Chuuya había obtenido un tiempo de descanso debido a su embarazo y que luego de este también debía descansar por órdenes de Mori. Aunque no se encontraba del todo débil, Osamu había insistido en que aún no estaba en condiciones de trabajar, así que al final cedió ante quedarse en casa cuidando al cachorro. Fumiya era un bebé muy calmado, aunque también -según Osamu- un dramático, ¿de quién lo habrá sacado? Esa pregunta le causaba gracia a Chuuya cada que su esposo se quejaba de ello. Aún así, el niño se comportaba como cualquier otro. Lloraba cada que tenía hambre, ganas de hacer sus necesidades o cada que quería algo en especial; nada de esto estaba fuera de lo normal para un niño pequeño. Chuuya se encontraba feliz de que aquel niño fuera normal, temía que su cachorro fuera un prodigio como Osamu, ya que sabía muy bien la mente retorcida que podía llegar a tener su jefe, Mori; si de casualidad aquel niño llegaba a tener una mente más desarrollada, capaz de nivelar la de su padre, no sabía que podría llegar a ser de él. Le daba mucho miedo imaginar tal escenario, por lo cual sentía un gran alivio al tener un niño normal.
Chuuya despertó. Soltó una pequeña queja, mientras se quitaba del agarre de su marido; frotó sus ojos y miró a Osamu, para luego dar pequeñas caricias en sus mechones castaños.
-despierta, bastardo. Ya es tarde. -dijo, con la voz ronca. Aún se encontraba algo tonto por el sueño que tenía, pero ya habían pasado de las 8:00 a.m, hora a la que Osamu debía estar en la agencia de detectives. -el chico Doppo te matará si llegas tarde una vez más.
Osamu gruñó, y aún estando acostado abrazó a Chuuya por la cintura, sin moverse más.
Como respuesta, Chuuya le tiró una almohada en la cara, lo cual hizo que finalmente abriera sus ojos. Soltó un leve quejido ante la sorpresa, aunque de igual forma todo ese escenario era algo de rutina.
Osamu iba a decir algo, pero un estruendoso llanto hizo que ambos chicos quedaran helados. Se habían olvidado completamente de ese detalle; Fumiya debía comer.
-aunque vayas tarde, te toca alimentarlo hoy. -habló rápidamente Chuuya, ganándose una mirada de indignación por parte de Osamu. -apúrate y ve, no quiero que comience a llorar aún más alto.
Chuuya se levantó, dejando a un infeliz Osamu en la cama. Los primeros días desde que Fumiya llegó a la vida de ambos habían sido caóticos; desde que Osamu siempre quedaba con vómito encima, hasta que Chuuya sólo vivía con los nervios de punta debido al escandaloso llanto del niño.
El castaño finalmente dejó de lado su cama y fue hacia la habitación de Fumiya, ya que aunque habían considerado dormir en una misma habitación, los lloriqueos del niño ponían a Chuuya de peor humor del que acostumbraba. Eso tuvo muy malas consecuencias si le preguntaban, así que optaron por llevarlo a su propia habitación que ya estaba decorada de antemano. Tenía sus paredes pintadas de celeste, con círculos amarillos y blancos alrededor; por otro lado, sus muebles eran de estos mimos tonos y algún que otro color que contrastara con el ambiente. La habitación también tenía juguetes por las estanterias, en las cuales también se encontraban libros para colorear y algunos educativos que ayudaban al desarollo de la lectura. Aunque pareciera exagerado, Chuuya quería tener todo eso para cuando el cachorro comenzara a crecer, así no le faltaría nada y tendría un desarrollo normal.
Osamu entró a regañadientes a la habitación, ahora aún más irritado por el llanto del bebé que era mucho más fuerte que antes. Lo tomó como pudo -ya que él no era el mejor en lo que conlleva cargar bebés- y lo cambió. Su pañal ya se encontraba sucio como era de esperar, así que supuso que esa era la razón de su llanto, ya que no se veía hambriento en absoluto. Aún así, debía darle algo de comer ya que de lo contrario se ganaría un buen golpe de su esposo.
Se dirigió a la cocina, dejó a Fumiya en su corral y prendió la estufa para poner agua en ella. Al hervir el agua, este tomó un biberón y le agregó la fórmula correspondiente, luego añadió el agua y agitó el biberón. Dejó que este se enfriara un momento, y al hacerlo tomó nuevamente a su hijo y comenzó a alimentarlo como era debido.
Se mantuvo así un rato, hasta que le tomó la curiosidad de saber algo; ¿dónde estaba Chuuya? Pues desde que dejó la habitación, lo había perdido por completo de vista. Comenzó a prestar mucha atención a los sonidos que antes ignoraba, para darse cuenta que el agua de la ducha estaba corriendo. Chuuya estaba tomando un baño. Sonrió para sí mismo, mientras alejaba el biberón de la boca del cachorro. Éste no se quejó, únicamente cerró sus ojos, para luego comenzar a reír. Osamu no entendía del todo los comportamientos del niño, pero tampoco le interesaba mucho si era honesto; desde un principio, nunca se imaginó a sí mismo con un bebé en brazos, pero aquí estamos, ahora es padre.
Mientras se consumía en sus pensamientos, la puerta del baño se abrió, revelando al omega únicamente con una toalla que tapaba de su cadera hacia abajo; su cabello estaba mojado, lo cual hacia que pequeñas gotas de agua quedaran en el piso de madera de la casa, mientras qué, por otra parte, mantenía una expresión de satisfacción. Un buen baño con agua fría en la mañana era algo que Chuuya adoraba, incluso si su alfa lo miraba raro por el hecho de que no importaba si estaban a -30°, el siempre tenía esa fría ducha.
-¿Ya comió? Oh, lo cambiaste. -Chuuya miró al alfa con una leve sonrisa. Se acercó a ambos y le dió un pequeño beso en la frente a Fumiya, para luego dirigirse a Osamu y darle uno también, sólo que esta vez en sus labios. No fue un beso profundo o atrevido, solo fue un pequeño roce de labios pero que ya era suficiente para que el corazón e instintos del castaño se fueran de sí, deseando aún más tacto. -déjalo en el corral, ya debes bañarte para irte a la agencia, idiota.
Osamu frunció su ceño ante lo último, pero obedeció. Dejó al pequeño Fumiya, tomó una toalla y se dirigió al baño a tomar una rápida ducha -muy rápida, si se es honesto.-
Al salir, sólo tomó camino hacia la habitación para cambiarse con sus prendas habituales de la agencia. Al salir, ya había un café en la mesa, mientras que Chuuya hacía pancakes para sí mismo, ya que Osamu no acostumbraba a tomar algo más que un café por las mañanas. Tomó la taza, bebiendo cada gota del líquido que se encontraba dentro con rapidez; ya pasaban de las 9, definitivamente estaba jodido. El castaño se acercó al omega, tomándolo desde la cintura por detrás, así encorvandose para dejar caer su cabeza en el hombro del más bajo. Aprovechó la postura y plantó unos castos besos en el cuello contrario, haciendo que éste se estremeciera por el caliente toque debido al café que recientemente había tomado Osamu. Chuuya ya era consciente de que esa era su forma de despedirse para irse al trabajo, así que sin disimular o excusarse, comenzó a soltar más feromonas para que quedaran impregnadas en el cuerpo y ropa del alfa, cosa que no pasó desapercibida por el menor.
-eres un sinvergüenza posesivo, ¿no es así, enano? -comentó, juguetón. Chuuya sólo se limitó a chasquear su lengua, siendo que no podía negar que lo había hecho con toda la intención de que los demás sintieran las feromonas ajenas en el cuerpo de su alfa; no era que no confiara en él, era sólo que le gustaba dejar una marca publica ante cualquiera. Tampoco es como si Osamu se quejara de ello, ya que sería hipócrita de su parte; él también suele hacer lo mismo y con mucha más frecuencia que el más bajo, por lo cual era un trato igualitario, ambos ganaban. -ya me iré. Llámame si sucede algo.
Chuuya asintió sin más. -cuidate, Osamu. Te amo. -lo último sobró, ya que era algo bien sabido por el alfa, aunque aún así él se sentía bien al escucharlo salir de la boca de su amado. -te esperaré.
Osamu tomó sus llaves, no sin antes despedirse de Fumiya. Se acercó al corral y acarició la cabeza del pequeño, para luego darle un pequeño beso en su mejilla derecha. Luego de eso, se dirigió hacia la puerta y se fue a la agencia de detectives. Lo que sucedió después es historia; regaños de Kunikida por llegar tarde nuevamente, cuestionario por parte de Yosano sobre qué era lo que hacía para siempre llegar tarde y miradas curiosas con respecto a su olor. Todos en la agencia -excluyendo a Ranpo- siempre sacaban sus propias conclusiones y teorías sobre aquellas feromonas y aquel horario que mantenía Osamu, nadie podía saber realmente que ocultaba en su vida privada.
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Una familia disfuncional. || Soukoku
FanfictionNakahara Chuuya está casado con nada más ni nada menos que su ex compañero, el mismo que juró odiar a muerte en el pasado; no sólo eso, si no qué, aparte, ahora tienen un pequeño hijo. Veamos como se desarrolla ésta disfuncional pero feliz familia c...