Día de explicaciones

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Los rayos del sol comenzaron a golpear el sereno rostro de Nakahara, haciendo que comenzara a abrir lentamente sus ojos para luego frotarlos un poco. Ya era de día.

Suspiró al ver como era abrazado por el alfa, sin mucha lucha logró zafarse del agarre del menor y se removió un poco. Aún no parecía ser tan tarde así que no se alarmó, el que debía alarmarse era el castaño a su lado, porque ya debía estar en la agencia de detectives a esa hora.

Sus ojos se dirigieron rápidamente hacia el rostro de su esposo, la expresión tan cálida de Osamu lo hacía sentir calmo en esos momentos. Admiró sus labios por un rato, que para él, se sintió eterno. No era nada apropiado despertar al alfa con un beso, mucho menos por el hecho de que ninguno de los dos se había lavado los dientes aún. Mandó la idea a la mierda al pensar eso, pero antes que pudiera retirarse Osamu lo tomó del brazo y atrapó en un pequeño beso. Sólo fue un roce de labios, pero fue suficiente para que Nakahara se sintiera avergonzado.

—¡¿Qué te pasa?! Aún no me lavo los dientes, ¿eres imbécil? —habló, nervioso. Su corazón estaba a mil en esos momentos, mientras que sentía la sangre subir a su rostro.

—buenos días, chibiko. —alcanzó a decir, aún con voz ronca. —¿Ya fuiste a ver a Fumiya?

El pelirrojo se levantó, se quitó sus calcetines y se dirigió al baño de la habitación. Osamu sólo se sentó en la cama, esperando un momento antes de levantarse y seguir el camino del más pequeño.

—aún es temprano, debe estar dormido. Recuerda lavarte los dientes y bañarte, tienes que ir a la agencia. —habló con el cepillo en la boca.

Nakahara no tenía muchos planes para ese día. Gracias a Kouyou consiguió un par de meses libres de la Port Mafia, cosa de la cual no estaba tan conforme, ya que se sentía inútil estando tanto tiempo solo en casa. Cuidar a Fumiya no era un trabajo nada duro, se consideraba bendecido porque el niño no era escandaloso como había escuchado tantas veces de las demás madres primerizas al tener su primer cachorro. Definitivamente Fumiya era un angelito, cosa que era muy irónica sabiendo que su padre estaba manchado en sangre negra.

Luego de haberse dado aseo básico, Osamu se dirigió a la habitación de el Dazai menor. Suspiró al verlo aún dormido, suponía que si despertaba, sería turno de que Chuuya lo atendiera.

No pensó mucho más y fue hacia la cocina, encontrándose con su esposo ya preparando y empacando comida para el alfa.

No es que Osamu no pudiera hacer su propia comida, es sólo qué no se daba el tiempo para ello. Si fuera por él, podría estar muerto de desnutrición para esos momentos y Chuuya era consciente de eso. Prefería levantarse a hacerle comida a Osamu que dejar a su pequeño hijo sin padre.

—listo. —murmuró para sí mismo Nakahara. —ya está listo todo. Recuerda comerte todo, no tires a la basura la fruta porque te conozco.

Osamu rió ante lo último pero asintió.

—¡Chibi es taaaaaan bueno conmigo! ¿Debería casarme con él?

Y, por ese comentario, recibió un buen golpe en la cabeza.

—¡Sólo vete ya! —gritó. —y no olvides que en la parte de atrás hay pastillas por si llegan de nuevo esos dolores tuyos. —dijo, esta vez en voz más baja y tranquila.

Osamu se retiró luego de eso.
No hacía falta que se dijeran mucho más, puesto qué esa rutina era algo de ambos. Siempre se molestaría el uno al otro sin importar qué, aunque procuraban nunca jugar con algo que realmente hiriera al otro. No cometerían ese error de nuevo.

Ahora el alfa se dirigía felizmente a la agencia armada de detectives. Claro, felizmente hasta que recordó su pequeño problemita con su subordinado. Esperaba que aún no haya dicho nada a nadie.

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—¡Maldito desperdicio de vendajes!

Oh.

Okay, ¿qué tal si recapitulamos qué fue lo que sucedió? Bien.

Al momento en el que Osamu entró a la agencia sólo se encontró con el peor escenerio posible. Kunikida casi tirándose encima suyo a estragularlo, Yosano y Ranpo mirándolo con complicidad, Atsushi siendo un manojo de nervios y los demás de la agencia anonadados por la situación. Sí, Atsushi había hablado.

—No sabía que tenías gustos tan finos, Dazai. —se atrevió a hablar la beta, aunque esto fue apenas escuchado por el alfa, que estaba siendo regañado por Kunikida. —Pues aprovechando esto, ¿por qué no me presentas a la pelirroja?

—que atrevimiento el tuyo, Yosano. —reclamó Osamu.

Fueron al menos dos horas en las cuales sólo habían preguntas, mas no respuestas. Bueno, eso quizá porque no le dejaban oportunidad de responder al castaño.

Sería un día largo.

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HALOOO!!
Lamento haber desaparecido, quería descansar un poco y aprovechar mis vacaciones para ello.

Este fue un capítulo corto, pero ya pronto volveré a actualizar, sean pacientes.

Gracias a todos por sus comentarios y estrellas, eso es lo que me anima a seguir escribiendo, así que lo agradezco.
Sin más que decir, nos leemos pronto.

Una familia disfuncional. || SoukokuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora