CAPITULO 27

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Bien dicen que luego de la calma viene una gran tormenta.

–¿Y qué te parece este? –pregunta Paula, extendiéndole a Ryan una cuchara con una porción del dulce."

Ryan inclina su rostro hacia la cuchara con curiosidad, tomando una pequeña porción del dulce. Saborea la mezcla de sabores con deleite, y sus ojos se iluminan con satisfacción. –Está increíble –responde, dejando ver una sonrisa de placer.

–¿De verdad? –pregunto, probando el dulce–. ¿No crees que necesita un poco más de...?

Sus palabras se interrumpen cuando los labios de Ryan encuentran los suyos en un beso apasionado que dura unos segundos. Cuando finalmente se separan, un brillo de complicidad persiste entre ellos.

-Se podría decir que solo necesita una pizca de amor -menciona Ryan con una sonrisa pícara.

Paula, un tanto desconcertada, pero con una sonrisa juguetona, responde mientras juega con el dulce entre sus dedos –Así es, pero creo que necesita más que una pizca

- ¿Eso es lo que piensas? – menciona juguetón, deslizando suavemente su mano alrededor de la cintura de Paula y acercándola a él. –Entonces, no hace falta decir más. Deberíamos ponernos manos a la obra."

-No podría estar más de acuerdo – murmura Paula con un tono suave y cargado de anhelo, mientras acerca lentamente sus labios a los de su esposo.

La habitación se llena con la electricidad de su cercanía, cada segundo que pasa aumentando la intensidad del deseo compartido. Justo en el momento en que sus labios están a punto de fundirse en un beso íntimo, el timbre estridente de la puerta los interrumpe abruptamente, rompiendo el hechizo de su momento íntimo.

Paula se sobresalta, desviando su mirada hacia la fuente del sonido con una expresión de frustración y descontento.

-Ignórala –ruega Ryan con voz entrecortada por la necesidad, mientras atrae suavemente el rostro de su esposa de vuelta hacia el suyo.

Una vez más, se preparan para unir sus labios en un gesto de amor contenido, pero el insistente sonido del timbre se intensifica, llenando la habitación con una sensación de urgencia y molestia. Ryan suelta una maldición entre dientes, su frustración palpable mientras se aparta de Paula y se encamina hacia la puerta con pasos rápidos y decididos. Cada paso está cargado de impaciencia y molestia, su ceño fruncido y sus manos apretadas en puños denotan su incomodidad por la interrupción en un momento tan íntimo.

Mientras tanto, Paula observa a su esposo con una mezcla de complicidad y diversión, su sonrisa indulgente atenuando ligeramente su frustración.

-Si es el servicio de habitaciones o alguien de limpieza, juro por Dios que no encontrarán paz –murmura Ryan con un toque de irritación mientras agarra la perilla y la gira con un movimiento brusco, preparándose para enfrentar lo que sea que esté del otro lado.

La puerta se abre lentamente, revelando la causa de su interrupción. Ryan frunce el ceño, sorprendido y desconcertado por la presencia de esa persona, o, mejor dicho, por la presencia de ese niño. Su mirada se llena de interrogantes mientras intenta comprender por qué un niño está parado frente a su puerta en ese momento.

- ¿Qué...? –intenta preguntar Ryan, pero sus palabras son interrumpidas por las del niño, cuya voz resonaba con una mezcla de sorpresa y emoción.

- ¡¿Es usted Ryan Carter?! – exclama el pequeño, con los ojos brillantes de admiración mientras estudia detenidamente a Ryan de pies a cabeza

- ¿Dónde están tus padres? – pregunta, escudriñando el pasillo en busca de cualquier indicio de compañía, pero aparentemente el niño estaba solo. –¿Acaso estás perdido?

-No lo estoy –responde el pequeño con determinación, su mirada desafiante y sus hombros erguidos, mostrando una sorprendente seguridad para su corta edad.

-Entonces, ¿por qué...?

- ¿Qué pasa? – inquiere Paula, acercándose a la puerta, con una mezcla de curiosidad y preocupación en su voz.

Al ver al niño, Paula intercambia una rápida mirada con su esposo, buscando una explicación que él no puede proporcionar más que con un leve movimiento de cabeza, indicando su desconcierto.

- ¿Estás perdido, pequeño? – pregunta Paula, agachándose para quedar a la altura del niño, notando los ojos del pequeño, llenos de una determinación poco común para alguien de su edad.

-No lo estoy, y no soy ningún "pequeño" –responde con firmeza, sus palabras resonando con una confianza que desafía su apariencia juvenil.

-Lo siento si te ofendí al llamarte "pequeño". ¿Cómo puedo ayudarte entonces? ¿Estás buscando a alguien en particular? –pregunta Paula con una expresión comprensiva, notando la seriedad en los ojos del niño.

-Estoy buscando a mi padre – responde el niño con una voz suave pero determinada, sus pequeñas manos aferradas con firmeza a su mochila.

- ¿Tu padre? – repite Paula, sorprendida por la revelación, mientras su corazón se ablanda ante la vulnerabilidad del niño.

-Así es –asiente el pequeño con determinación en sus ojos, revelando una determinación que va más allá de su corta edad.

- ¿Tienes alguna pista sobre dónde podría estar? –pregunta Paula con gentileza, tratando de ayudar al niño.

-Sí –asiente el pequeño con determinación –mi padre se llama Ryan Carter, y estoy aquí para verlo

Tanto Paula como Ryan quedan atónitos ante la revelación del niño, sus ojos se encuentran en una mezcla de sorpresa y desconcierto ante esta inesperada coincidencia. Paula, con una expresión de asombro, busca las palabras adecuadas para responder, mientras que Ryan, con una mirada de incredulidad, se acerca al niño con gesto amable pero cauteloso

- ¿Ryan Carter? –repite él con un tono de sorpresa – ¿Estás seguro de que ese es el nombre de tu padre?"

El pequeño asiente con firmeza. –Sí, es más –responde, con una determinación que sorprende a Paula. Luego, rebusca en su bolso y saca una foto. Con manos temblorosas, le muestra la imagen a Ryan. –Mira, esta es mi mamá, y este a su lado es mi papá.

Ryan toma la foto y su corazón se detiene por un momento al ver la imagen de él mismo junto a Daniel, hace varios años atrás. Una oleada de emociones lo recorre: sorpresa, confusión y una pizca de nostalgia se mezclan en su interior.

- ¿De dónde sacaste esta fo...? –Ryan no logra terminar su pregunta, ya que el frenético sonido de unos tacones acercándose a ellos hace que su mirada se desvíe hacia el pasillo. El ruido de los tacones se acerca cada vez más rápido, creando una sensación de urgencia en el aire. Una sombra se dibuja en la pared mientras la persona se acerca rápidamente, y el corazón de Ryan comienza a latir con fuerza.

En el instante en que aquella sombra toma forma, tanto Ryan como Paula se quedan petrificados. El aire parece cargado de una tensión palpable mientras observan con creciente inquietud cómo la figura se materializa lentamente ante sus ojos. El silencio pesado se instala en la habitación, interrumpido únicamente por el sonido frenético de sus propios latidos. El pequeño, al vislumbrar a Daniel, corre hacia ella con un grito de "¡mamá!" que resuena en el espacio, su voz llena de esperanza y anhelo.

-Daniel... –musita Ryan con voz entrecortada, mientras sostiene la foto entre sus manos con un temblor apenas perceptible. Su mente se nubla con una marejada de emociones: sorpresa, incredulidad y un atisbo de alegría mezclados con el peso del pasado. Paula, por su parte, observa la escena con los ojos abiertos de par en par, su corazón latiendo con fuerza



DESPUES DE TANTO UN CAPITULO CON MAS DRAMA, ¿SE LO ESPERABAN?, ¿QUE CREEN QUE PASARA AHORA?

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