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Sonreía con tal alegría que sentía mi corazón salir de mi pecho, Seb era campeón del mundo y yo pude estar ahí para verlo.

Era un día tan maravilloso, después de años mi papá apareció ante la prensa, con disposición de hablar un poco sobre su vida.

Mi hermano estaba mejorando con los autos y pronto tendría una carrera que sería realmente significativa.

Y mi enamorado era campeón del mundo, yo estuve ahí para verlo cruzar la meta, correr a sus brazos y felicitarlo.

Sin duda esto quedaría marcado en mi mente para siempre...










Throwback in the
moment.










Llegue corriendo al bullicio, gritando su nombre y viéndolo desde abajo, mis ojos brillando, fijos en él y su hermosa sonrisa.

Sus manos sosteniendo el trofeo y todos festejando su victoria, yo apreciando e imaginando mil y un escenarios, inclusive recordando cuando mi padre era el que sostenía un trofeo similar y todo mundo aplaudía que fuera campeón nuevamente.

Y mi corazón casi sale de mi pecho cuando señalo en mi dirección y mando un beso al aire, los pilotos a su alrededor rociando champagne.

Siempre que veía esa sonrisa, genuinamente inocente, es mirada que me trasmite paz aun viéndole de lejos.

Cada vez que me perdía en sus ojos, me enamoraba más.

Un chisguete, podríamos decir.

La genialidad y ensoñación en mi ser al saber que esos ojos solo me miraban a mi, que esa sonrisa resaltaba mas estando a mi lado.

Él era ese algo que mi vida necesitaba, él era el amor de mi vida y en mil vidas más.

Él y nadie más.










Listening to:
Can't Help Falling In Love
– Elvis Presley











Ese momento donde te das cuenta que estás con la persona indicada fue lo que sentí cuando con prisa rodeó mi cuerpo con sus brazos y plantó un beso en mi frente.

Cuando solo me veía a mi teniendo una multitud a mi alrededor, cuando me murmuro un te amo al oído e ignoro al resto.

El momento preciso en que mi mirada se perdió en su sonrisa, correspondiendo a un abrazo que separaba durara una eternidad.

Ni mil palabras, ni siquiera un filósofo enamorado o un poeta con el corazón en mano, el mejor escritor o compositor podría describir la grandeza y amor que sentía por él.

Y es que mientras él era el sol, yo era la luna, viéndole de frente pero necesariamente cruzando caminos.

Un eclipse total estando entre sus brazos.

Sí enamorarse fuera una enfermedad, estaba destinada a morir.

Lo que sentía por él era algo único, era lo único que podía afirmar.

Más allá del momento, siempre que lo veo siento mil y un mariposas en mi estomago, cuando me sonríe un escalofrío recorre mi cuerpo y cuando entrelaza mi mano con la suya inicia una lucha de nervios.

Cuando sus labios tocan los míos y sus dedos acomodan mi cabello, cuando roza mi cuerpo y me cuenta secretos.

Su vista fija en mi y los malos chistes, sus ataques de amor, su risa inocente y genuina, su cuerpo cubriendo al mío.

My little girl - Vettel!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora