4 | «No puedo verlo de esa forma»

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En el mundo hay tres cosas que odio y que cada vez que pasan me dejan de mal humor el día entero. La primera es que mamá cocine polenta cuando bien sabe que detesto su textura y su olor; nada más verla comienzo a hacer arcadas y eso le hace gracia así que la cocina con más frecuencia de la que cualquier profesional recomendaría. La segunda es pisar algo mojado estando con calcetines o medias. La tercera, y la que sucedió hoy, es que me despierten de la siesta tirándose encima de mí como si fuera una puta cama elástica.

—¿Vas a seguir enojado por eso? —Abraham me codea las costillas y yo lo miro serio antes de regresar mis ojos a las calles de la ciudad—. Fue una broma...

—Mañana voy yo a tu casa y me lanzo con todo lo que tengo encima de ti, ¿quieres? —lo miro con las cejas alzadas y él ríe.

—Avísame así puedo ponerme boca abajo y sentirte completo —se relame los labios de manera exagerada y yo ruedo los ojos—. Okey, perdón... Te prometo que no vuelvo a hacerlo.

—Llevas diciendo lo mismo desde que tenemos doce años.

—Y tú me perdonas cada vez que lo hago, así que ya deja de mirarme así o cuando lleguemos a casa de Melody vas a seguir con ese humor de perros insoportable y estoy seguro de que no es lo que quieres.

Tiro mi cabeza hacia atrás soltando todo el aire de mis pulmones. La razón por la que ahora estamos yendo a la nueva casa de Melody es para ayudarla a ordenar los muebles y electrodomésticos. Theo vino a la ciudad a visitar casas con ella, hicieron eso el viernes y él se marchó el sábado en la mañana, según Phebe a él le habría encantado quedarse más tiempo y ayudar a su sobrina a acomodar todo, pero tenía algunas cosas que hacer en New York por lo que para que Melody no tuviera que mover todo sola, Phebe ofreció nuestra ayuda.

Mike se borró completamente con una excusa tan mala y enredada que ni siquiera puedo recordarla y yo debería haber hecho lo mismo, pero se trata de ella y aunque la idea de pasar la tarde entera moviendo muebles me parece un fastidio, saber que va a estar ahí lo hace un poco mejor.

—Sabes, ahora que estamos a solas quiero contarte que lo dejé con Zoe...

Volteo a verlo esta vez con el ceño fruncido pero no por enojo sino por confusión.

—Me dijo que el jueves salió a bailar con sus amigas y que llevó un chico a su casa —aprieta la mandíbula—. Ella no... La llamada duró diecisiete minutos y en todo ese tiempo no tuve la valentía de decirle que yo la he engañado todo este tiempo. Lloró sintiéndose culpable por haberse acostado con el chico y ni siquiera viéndola así, destrozada, pude decirle que yo... no pude. —niega con la cabeza.

—Si fuera tú se lo diría...

No es justo que Zoe, que es un sol, se sienta la peor persona del mundo por haberlo engañado una vez y que él lleve desde marzo del año pasado haciéndolo sin sentir ningún remordimiento. Está claro que sin importar cuantas veces se hayan fallado el uno al otro como pareja sigue siendo igual de horrible, pero también hay que admitir que Abraham está en peor posición que Zoe y que por lo menos ella tuvo la decencia de hacérselo saber.

—Quería hacerlo, pero creo que voy a terminar dejándolo así y que cada uno siga por su camino —agrando los ojos claramente en desacuerdo y él suspira—. ¿Con qué cara le digo que desde que estoy con ella he tenido sexo con veintidós mujeres más? Sé que soy un tremendísimo cobarde, pero no me importa, no puedo decírselo.

—¿Veintidós? —Mi mandíbula cuelga por el piso todavía sin poder creerlo.

Ser el vocalista le da más protagonismo, es algo que todos tenemos en claro desde que comenzamos, pero siempre creí que Mike con su carisma y abundante labia sería quien naturalmente acabaría contando las mujeres con las que tubo sexo para alardear sobre ello.

Las canciones que quiero dedicarte [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora