12 | «¿Les gusta? Digan algo, por favor.»

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Me estiro en el asiento pasando un brazo por detrás de Phebe que suelta un quejido de asco cuando Nicholas deja un plato de papa fritas delante de ella. La miro con el ceño fruncido y, como si pudiera sentir mis ojos sobre su nuca, gira el rostro hacia mí alzando las cejas.

—La última vez que vi a alguien haciéndole asco a la comida me dijeron que iba a tener un primo.

Golpea mi brazo viéndome con los ojos desorbitados—. Nunca más vuelvas a insinuar algo así, Harry Bianchi Clayson. Dios me libre, me guarde y se olvide donde...

—Siempre quisiste tener hijos, no intentes fingir que odias la idea —llevo una papa frita a mi boca.

—Eso era antes —aparta la mostaza de las papas y entonces me doy cuenta de que la cara de asco fue por eso—. Estaba contigo, era inmadura y poco consciente de todos los gastos que un niño requiere.

—¿Recuerdas cuando creímos que estabas embarazada? —La imagen llega a mi mente y sonrío negando con la cabeza—. Quería morirme.

—¿Y yo? —suspira pesadamente—. Apenas tenía dieciséis, no quería deformar mi cuerpo ni sacar una cabeza enorme por mi vagina... Créeme, si tú querías morirte, yo quería matarme.

—Decías que Jefferson nos iba obligar a casarnos —río llevándome una mano al abdomen—. Fue una suerte que te bajara al día siguiente.

—¿Nos verías siendo padres ahora? —pregunta y yo niego con la cabeza—. ¿Crees que si no la hubiera cagado todavía estaríamos juntos?

Me encojo de hombros sonriendo de lado—. El destino da muchas vueltas, así que no sé, pero estoy seguro de que si todavía estuviera contigo no me habría fijado en nadie más...

Una vez estuve realmente enamorado de ella y sé que sin importar quién hubiera aparecido, no podría haberle puesto un ojo encima porque Phebe era quien acaparaba toda mi atención. 

—Eres mi mejor amigo y te amo con el alma entera...

—Lo sé, Phebe, yo igual —arrugo la nariz.

—Siempre voy a arrepentirme de lo que te hice —aprieta mi rodilla regalándome una sonrisa de consuelo—. Era idiota y no supe valorarte, me di cuenta tarde de lo que significabas para mí y cuando quise arreglarlo ya me habías superado.

—Hay que equivocarse para aprender. Ahora sabes cómo hacer lo correcto con Kilian —Verla sonrojarse ante la mención del chico me hace sonreír.

—No quiero cagarla esta vez —toma otra papa—. Quizá suene exagerado o estúpido, pero siento que podría pasar mi vida entera con él —me codea engullendo otra papa en su boca—. Ahí viene Mike, ya, no digas nada más.

Mike camina hacia nosotros acomodándose la bragueta del pantalón y luego se sienta en el asiento de en frente. Toma una papa y la lleva a su boca desviando la atención al escenario detrás de nosotros.

—¿Se comieron el resto? —pregunta sin mirarnos—. La fila del baño estaba horrible, no sé que tanto tienen que mear los hombres.

—Es lo único que ha traído Nick —Phebe mira por encima de su hombro—. ¿Qué hay? ¿Qué ves?

Mike sonríe ampliamente mostrando todos sus dientes—. Nada —se encoge de hombros—. Solo quería comprobar qué tan chusma eres

Él le saca la lengua y ella me mira como si yo tuviera el deber de reprenderlo por actuar así.

—¡Miren esto! —chilla él de repente volviendo a atraer la atención—. No se lo esperan.

Saca su celular del bolsillo de su chaqueta y tras dar unos cuantos toques en la pantalla, voltea el celular enseñándonos una foto. Es una historia de Abraham en «Mejores amigos» donde se ve claramente que está con alguien de cabello rubio y casualmente también tiene mechas rosas.

Las canciones que quiero dedicarte [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora