Todo estaba hecho, ese sería el día en el por fin volvería a ver esos ojos azules vivos, y todo estaba listo.La luz emanaba del cuerpo ya muerto de la diosa, y el cuerpo que antes le pertenecía a la Diosa Elizabeth se desvaneció en la tierra. El césped comenzó a crecer, las ramas iban como tentáculos hacia la luz que representaba la llegada de una nueva diosa y entonces, cuando las ramas cubrían todo la luz estalló como una estrella al igual que los asombrados ojos verdes de Meliodas.
Era como ver a la tierra tener a su reina, "es ella" pensó meliodas cuando las ramas dejaron de cubrir la cara dormida de la diosa, revelando a el mundo la bendición de un demonio. Cuando las ramas se cortaron para cubrir el cuerpo de la diosa Meliodas la atrapó como un delgado pétalo, era ella, su pareja, su esposa, su vida estaba otra vez ahí y el no pudo hacer más que llorar de rodillas.
— Ellie, mi diosa, estás devuelta amor — se restregó en ella como un perro al ver a su dueño. — Meliodas— el la miro y sonrió hasta que sus mejillas dolieron y sus dientes rechinaron — Estoy de vuelta Mel — la beso, la besó con miedo a que desapareciera, con miedo a romperla y miedo al rechazo de ella.
Le había contado todo lo que había pasado en su ausencia, su desolada vida sin ella y el trato que hizo con su padre para traerla de vuelta. Elizabeth meditaba todo, a Meliodas no le importaba nada, estaba recostado con ella de nuevo ¿que más podría importarle? El futuro ni el pasado existían para el en ese momento.
— asi que ser el rey demonio a cambio de traerme a la vida— Reflexionaba la albina acariciando a el rubio quien ajeno al tema disfrutaba oler a Elizabeth — Meliodas, eso es básicamente ir contra toda tu moral — renegó y el solo se acarició a ella como un gatito buscando el cariño de su dueño — También lo era enamorarme, también lo era amar a una Diosa. No importa mi moral ni las reglas, mientras se trate de ti. Traicionó a quien sea necesario — Elizabeth sonrió con una mueca detrás de la sonrisa, sabia que el no mentía, pero el arriesgar su vida por ella no la motivaba — Eso no es motivador—
—pero es lindo—
— Sería más lindo si no fuera algo horroroso —
— admitiste que era lindo — Elizabeth solo bufo levantándose y extendiendo sus alas — Vámonos, tú tienes trabajo que hacer y yo cosas que entender — Meliodas siguió las órdenes de Elizabeth volando al lado de ella con dirección al castillo.
— Elizabeth—
— Rey Demonio — el silencio reinaba la sala donde la familia real demoniaca y la única integrante viva de la familia real de las Diosas se encontraba — Padre, Vengo a cumplir mi palabra— dijo el rubio poniéndose en frente de Elizabeth intentando protegerla de un peligro inexistente — Ya lo veo. Usualmente tendrías que reunir todos los mandamientos y sería un proceso muy doloroso, pero lo haremos al estilo de los humanos — Elizabeth curveó su ceja confundida por la frase "Al estilo de los humanos" — Solo te daré mi poder que estará en esta corona — Mostró una corona plateada con obsidianas brillantes como "adorno" — Buena elección de gema —
— ¿Que puedo decir? Soy un demonio pero no tengo malos gustos — Elizabeth río.
— solo ponme la maldita corona — Todos miraban como la corona decencia a la cabeza de Meliodas hasta quedar justo y un brote de poder se sintió en el aire. — oficialmente eres el nuevo rey Demonio — los demonios a su alrededor aplaudieron al nuevo coronado — Así, hoy anunció mi muerte — no fue sorpresa para nadie que al entregar cada gota de su poder el rey demonio moriría inevitablemente, el era eso, magia y poder, al entregarlo era como entregar su alma, y eso fue algo que nunca pensaron que haría — No tengo que dar explicaciones, tienen a un nuevo líder al que obedecer —
Cada ser del reino demoniaco se fue arrodillando uno por uno, algunos con lágrimas pues la muerte de a quien juraron lealtad era dura, otros con felicidad y satisfacción por la caída de quien provocó tantas muertes. Unos no lloraron, pero todos sintieron el vacío de cuando alguien moría. Y cuando todos los demonios incluido sus hijos se arrodillaron una última vez hacia su padre, Elizabeth se arrodilló ante el.
— Gracias, Rey Demonio — y con la bendición indirecta de una diosa, El rey demonio partió, haciendo la tierra temblar.
*
— Te vez más cabezón — Zeldris acomodaba la vestimenta de un Meliodas nervioso — ¿Y si huye? — dijo ignorando el comentario anterior del pelo negro — Creo que es demasiado tarde para huir— Río intentando calmar a su hermano, después de todo lo entendía. Se iba a casar — Ahora pon cada de malo — Meliodas solo puso su cara seria que usaba normalmente — Relajado — el rubio tomó una postura relajada — feliz — sonrió abriendo la boca y el azabache dio una cara de asco — Ew, no. Mejor con la boca cerrada — Meliodas acomodó su corbata y sonrió al reflejo — ahora concentrado — el rubio volvió a su postura sería — Ahora enamorado —— ¿En serio? —
— ¿Qué? — El rubio deseaba que las miradas mataran, pero no lo hacían.
Por otra parte, la albina de vestido blanco se encontraba temblando mientras sus amigas posaban el velo adornado con lunas en su cabeza.
— Listo — dijo la rubia al terminar de poner el velo — Luces fantástica —
— Gracias Gelda — Elizabeth acomodó su pelo y vestido una vez más, repasando todos los momentos junto con el que sería su esposo ese mismo día, ¿como no estar nerviosa? Se iba a casar, con el mejor hombre que conoce, el arruinarlo le rondaba la cabeza — Todo estará bien — Elizabeth vio a gelda que se sonrojó un poco — Gracias — las campanas resonaron en los oídos de la albina, lo que significaba que era hora de que ella legara al altar.
*
La catredal emanaba una luz cálida a todos los que pasaban al rededor de ella, tanto a los que solo pasan como a los invitados.
— ¿ya viene? —
— No lo sé, no soy adivino — A Meliodas no le hizo gracia el comentario de su hermano, todo estaba perfecto, se casaban en invierno, a Elizabeth le encantaba el invierno, ¿no podía dejarlo plantado verdad?, no, ella no haría tal cosa, solo estaba tomando su tiempo, lo normal. Definitivamente no estaba escapando con la ayuda de Gelda hacia el escondite con su amante el cual el no conocía y era más guapo que el.
Cuando Meliodas ya estaba a punto de dejar todo e ir a buscar a su novia entró, parecía iluminado, su pelo cayendo por sus hombros, su velo cubriendo su cara al mismo tiempo que caía en el piso como una cola que con ella cargaba bendiciones para el mundo, su vestido largo como una flor de margarita, su escote en forma de corazón lo hacía desear aún más su noche de bodas, ella sostenía un ramo de sus flores preferidas. Caminaba lentamente hacia el, como si tuviera miedo de que el saliera corriendo si ella apresuraba el paso.
Cuando ella llegó al altar el solo pudo verla, era tan divinamente hermosa que no bastaba un puñado de poemas para describirla correctamente, no había palabras, no había definición para lo que estaba frente a él, ni con el diccionario más completo podría definirla correctamente, ni buscando en todos los idiomas y lenguajes habría palabras que bastaran, su suerte no se podía medir ni con el número más alto que conociese. Y el saber que se pertenecían mutuamente como las plantas le pertenecen a la tierra, como los planetas al sol, como la tierra a la luna y como la infinidad a la nada o como la oscuridad a la luz. Eso, eso y más cosas los completaban y eso, era suficiente.
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꧁ La pueblerina perfecta ꧂ (pausada)
FanfictionElizabeth es una pueblerina de lo más común, tiene una buena estabilidad económica, no se mete el líos, es amable con todos, es sociable, en pocas palabras, sin duda Elizabeth era una pueblerina ejemplar y con nada que resaltar ¿no?. Sin embargo alg...