Día 5: Beso

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Era una tarde como cualquier otra, aunque para Link se sentía una completamente diferente. Había ido a visitar a su mejor amigo Sidon como solía hacer y se encontraban juntos nadando en el embalse, como de costumbre. Sin embargo, desde hacía un tiempo Link había estado notando un pequeño gran cambio en sus quedadas. Algo muy sutil pero que lo tenía hecho un completo lío.

El zora nadaba a su lado, riéndose mientras le contaba algo acerca de cuántos peces era capaz de atrapar en solo diez segundos. Link solo podía concentrarse en aquella sensación que le provocaba su cercanía y apenas podía escuchar lo que decía.

—¡Hey, Link! Hoy estás más callado de lo normal, ¿te encuentras bien?

Link tembló un poco. Quizá tenía frío debido al agua o tal vez solo estaba nervioso, no lo sabía. Pero se sentía de repente débil.

—Oh... Solo estoy cansado... Y con algo de frío.

Fue en ese instante cuando sintió unas enormes manos alzándolo del agua, arrancándole una exclamación ahogada de la garganta. El zora lo tendió sobre su pecho mientras flotaba en el agua, provocándole a Link un terrible estremecimiento y un calor inesperado en todo su cuerpo. Hasta lo cubrió con sus brazos, atrapándole en un abrazo del que no podía escapar.

—¡S-sidon...! —se quejó el espadachín ante la inesperada cercanía.

El príncipe soltó una risa que vibró en su pecho, haciendo que Link se ruborizara más. 

—¡Puedes descansar aquí! No me importa... Quiero que estés cómodo y hacerte sentir bien. Eres mi mejor amigo después de todo. 

Mejor amigo. 

Solo era eso, nada más. Debía hacerse a la idea de que para el príncipe solo era su amigo hyliano, aquel que le ayudó a liberar su pueblo. ¿Pero entonces por qué lo tocaba de aquella manera? ¿Por qué era tan cercano solo con él? ¿Por qué tantos cumplidos, tantas miradas, tanta cercanía? Jamás lo había visto comportarse así con nadie más. 

—Eres el mejor, Link... Me siento muy cómodo contigo —siguió diciendo él. El héroe se hizo todo un manojo de nervios sobre el pecho del príncipe, sintiéndose aún más pequeño de lo que ya era a su lado.

 Sintiendo el tacto de las escamas de Sidon contra su piel, enrojeció tanto que hasta sus orejas se pusieron rojas. El príncipe debió notarlo, pues acercó su mano hacia una de sus orejas y la acarició con su dedo índice. Link se estremeció por completo ante aquel roce y dio un pequeño sobresalto antes de esconder la cara contra el cuerpo del zora.

Aquello ya había sido demasiado. El mundo parecía estar poniéndole a prueba y no sabía cuánto iba a aguantar. 

—¿No te das cuenta de las cosas que haces? —susurró el hyliano, con voz algo ronca.

—¿A qué te refieres, Link? ¿He hecho algo malo? —preguntó él, preocupado.

El héroe respiró hondo, y el aire entró entrecortado a su garganta. Estaba entrando en un terreno peligroso, pero ya no había vuelta atrás. No podía deshacer lo que había dicho. 

—A tus constantes halagos que no me merezco. A cuando coges mis manos constantemente. A cuando me abrazas de este modo, o cuando me tocas así, o me sonríes de esta manera...

Sidon se encogió un poco, entristecido. Link sabía que él era una persona que expresaba mucho con palabras y con acciones, y que le gustaba mostrar su afecto hacia él de todas las formas posibles. Pero todo aquello dolía porque, aunque eran para él, le recordaba que no podía aspirar a nada más que a ser solo su mejor amigo. 

—Oh... ¿No te gusta que lo haga? Me disculpo si te he molestado Link, yo no quería... Yo...

—No es eso, Sidon. —El hyliano se sentó sobre su pecho para encararle y pudo ver los ojos brillantes del zora—. No sabes... lo que me causas con todo esto. 

Sidon abrió mucho los ojos y lo miró, confuso. 

—¿A qué te refieres, Link? Explícamelo, por favor... Quiero hacer las cosas bien y no herirte...

—Es solo... Agh. A veces me confundes. Coges mi mano, o me tocas o me abrazas pero luego me llamas amigo... 

Sidon parecía no darse cuenta nunca de la manera en la que se sonrojaba cada vez que lo rozaba, o de las sonrisas que se le escapaban cuando le hablaba, que escondían mucho más de lo que prometían. No había visto nunca su mirada sombría cuando, tras un agradable acercamiento, lo volvía a llamar de aquella manera, como si después de todo sus gestos fuesen solo de simple amistad.

—No sabes cuánto duele —susurró muy bajo. Ni siquiera sabía si Sidon le había escuchado.

Por la diosa, Sidon era un príncipe, y él tan solo era un caballero. Un hyliano cualquiera al que el mundo le había dado una misión... ¿Tenía derecho siquiera a imaginarse estar con aquel zora? Eran de mundos completamente diferentes. 

—¿Qué estás intentando decirme? ¿Estás insinuando lo que creo que estás insinuando?

Ya no podía negarlo más. Estaba agotado, dolido, nervioso... Sabía que si no lo decía, solo acabarían por hacerse más daño mutuamente. 

—Sí, Sidon. Me gustas. 

Las palabras se habían deslizado por su boca casi inconscientemente. Dolía, pero ya estaban dichas. Ya no había vuelta atrás. El zora se quedó en silencio unos segundos y Link temió haberlo estropeado todo. Cerró los ojos y desvió la cabeza a otra dirección, como si sus preocupaciones o el inminente rechazo desaparecerían si no miraba al príncipe. 

Pero para su sorpresa, sintió unas enormes manos empujándolo hacia abajo inesperadamente. Link abrió mucho los ojos sorprendido cuando, de un momento a otro, el rostro de Sidon estaba a pocos centímetros del suyo, tan tentador y evidente.  A Link apenas le dio tiempo a hacer nada pues en un instante el príncipe unió sus labios a los suyos.

Un beso. Sidon le estaba dando un beso. Su primer beso.

El espadachín sintió derretirse por completo ante aquello y apenas podía pensar con claridad. El estallido de emociones que experimentó parecía de otro mundo, de otra dimensión. Cerró los ojos por instinto, pero su mente era un caos de pensamientos incoherentes que se mezclaban con el latido descontrolado de su corazón.

Al principio Sidon fue gentil y suave, como si estuviera esperando una señal que le indicase que todo aquello estaba bien. Link apretó su boca un poco más contra la del zora, dándole plenamente el consentimiento para seguir besándolo. Se agarró a sus hombros y comenzó a mover los labios en un ritmo compartido, mientras el príncipe lo envolvía de nuevo con sus brazos. Los labios de Sidon estaban húmedos y eran maravillosamente suaves y firmes, como siempre había soñado que serían. Link se perdió en ellos mientras se deshacía por completo en el cuerpo de Sidon.

Tras un buen rato, el hyliano tuvo que alejarse para recuperar el aliento. El zora tenía la suerte de poder estar respirando agua por sus branquias, pero él en cambio necesitaba el aire que el beso le había robado. Jadeando, miró al príncipe con un evidente rojo en sus mejillas.

—Sidon... ¿De verdad? —preguntó, aún no creyéndose lo que acababa de pasar. El zora asintió mientras otra risa inundaba su pecho.

—¡Tú también me gustas, Link! Mucho. Muchísimo... 

Dos risas de pura felicidad. Dos miradas llenas de cariño y entusiasmo. Dos amigos que, de la mano, daban un paso hacia algo más. 

Link volvió a inclinarse sobre el zora y volvió a fundirse en sus labios, esta vez con un poco más de urgencia y desesperación, mientras el príncipe dejaba escapar un murmullo de satisfacción que vibró en su garganta. Se apretaron aún más con el paso de los segundos, negándose a que hubiese un solo milímetro de distancia entre ellos.

En aquel bello atardecer, Link y Sidon se dieron el primer beso de muchos.


Octubre Sidlink. Softober 2023.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora