Día 6: Esperanza

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Cuando Sidon se dio cuenta de sus sentimientos, era demasiado tarde. 

Tras salvar a Vah Ruta, el espadachín se había ido a liberar a las otras bestias divinas sin apenas parar a descansar. El príncipe recordaba perfectamente el día en el que lo había visto partir del dominio, con su espada, su escudo y su recién adquirido traje zora. Se había despedido de él mientras el sol brillaba, pues ya no había lluvias incontroladas causadas por la bestia divina del agua. 

A partir de ahí no lo había vuelto a ver. Desde ese día, lo había echado terriblemente de menos.

Link había salvado a la tribu de las Gerudo, a los Orni, a los Goron. Todo eso lo sabía porque su amigo y él se mandaban cartas de vez en cuando, como habían prometido antes de que él partiera. Con el pasar de las semanas, el zora se había estado dando cuenta de algunas cosas que había intentado reprimir dentro de él. Y es que, por alguna razón, no podía dejar de pensar en él. Quería saber más, conocer sus sueños o sus temores, escuchar más su voz que sentía que no había escuchado lo suficiente... Al principio pensó que era pura admiración y respeto hacia aquel héroe por todo lo que le estaba contando en sus cartas.

Hasta que un día, fantaseó despierto con la idea de besar sus labios. De acariciar su cabello. De abrazarlo para sentir el suave roce de su piel contra la suya. De cogerle de la mano. 

Cuando se dio cuenta de aquello, el mundo de Sidon se dio la vuelta por completo. Se había enamorado de Link y ya no había vuelta atrás. Sus emociones parecían crecer aún más y nada podía pararlas. 

Y cuando recibió una nueva carta de Link donde le contaba que, finalmente, había podido derrotar a Ganon, la mirada del príncipe se llenó de alegría. Ahora Link podía ir a visitarlo, podría volver a verle y hablar de aquellos sentimientos. 

Sin poder contenerse más, empezó a escribir la contestación de aquella carta, con la esperanza de que su amigo volviese a la región: 

"Mi estimado Link:

Es un verdadero placer para mí leer que has logrado vencer a Ganon. ¡No me cabía duda alguna de que lo lograrías!  Con las grandiosas hazañas que me contaste y aquel valor que me mostraste durante la batalla, era cuestión de tiempo que aquel demonio cayese. Espero que te encuentres bien y que no hayas resultado herido.

Link, sería un honor para mí que vinieras a visitarme. Anhelo celebrar contigo tu victoria y pasar un poco más de tiempo juntos. ¡Diré que preparen un buen festín en tu honor, así que no puedes faltar!

Debo confesarte también que tengo algo que hablar contigo respecto a mis sentimientos hacia ti. Espero que esto no te incomode y que no te asustes, pero agradecería mucho que te pasaras por aquí para poder hablar. ¿Te parece bien?

Un cordial saludo. 

Príncipe Sidon"

Y la mandó, con un nudo en la garganta y una sonrisa eufórica por lo que pasaría.

El zora esperó la contestación de esa carta con un manojo de nervios latiendo en su pecho. Esperó y esperó pacientemente sin perder el tipo ni la aptitud positiva. Sin embargo, los días se convirtieron en largas semanas y no recibía ninguna carta. El príncipe no perdió la esperanza de que algún día el espadachín le contestara.

Pero no pasaba. Cada día preguntaba a los responsables si había llegado algún mensaje para él, pero no había noticias. Incluso mandó otra por si el problema era que se había extraviado la anterior, pero tampoco hubo respuesta. Link no daba señales de vida y nadie le había visto siquiera por los alrededores. Sidon empezó a apagarse entonces con el paso de los días, pensando que lo había fastidiado todo. Se sintió un idiota de repente, ¿por qué había tenido que confesarse por carta? ¿Por qué le había dicho todo aquello? Estaba avergonzado, derrotado y se sentía terriblemente rechazado. Su corazón quería hacer un agujero en su pecho y escapar. 

Con el paso del tiempo, Sidon empezó a resignarse y a seguir su vida como siempre. Se ponía a realizar sus tareas reales como un completo autómata, pues se sentía vacío y extraño. Si Link quería castigarlo con el silencio, lo aceptaría. Solo lamentaba no haber podido disfrutar más de los días en los que había estado por allí. Y ahora que posiblemente no volvería a verlo, aquel vacío crecía. 

Sin embargo, cuando perdió toda esperanza alguien vino de visita al dominio.

Se lo dijo uno de sus guardias. Cuando lo escuchó, la mirada del príncipe se encendió como si le hubieran dado de nuevo la energía que solía tener antes. Fue corriendo hasta la entrada del dominio, con el corazón acelerado y un leve picor en los ojos por la emoción.

Y ahí estaba. Link estaba con su túnica de elegido, su cabello perfectamente peinado, y una gran sonrisa en el rostro. Cuando se acercó un poco más, Sidon pudo contemplar cómo las mejillas del héroe se teñían de rojo, como si Link estuviera repentinamente inquieto y acalorado.

—Link... —susurró, incrédulo—. Has venido... 

—Tú me lo pediste... —Sonrió, acercándose un poco más a él. 

—Pensé que tú... Como no respondías... 

—Me disculpo. Creí que era mejor hablarlo en persona... —dijo, el espadachín sin dejar de mirarle—. Los santuarios ya han desaparecido así que no pude venir por teletransporte, y no tuve tiempo de viajar hasta ahora... 

—Entonces... 

—Aquí estoy, Sidon —finalizó Link. 

Cuando se miraron, sus ojos se conectaron de una forma intensa y mágica, hablando a través de miradas que parecían decirlo todo. Sus sonrisas se agrandaron y hasta dejaron escapar una suave risa nerviosa que se unieron en el viento. 

—Te extrañé —confesó el príncipe. 

—Yo también —respondió el héroe.

En ese momento Sidon lo supo. 

Supo que aún había esperanza. 





Octubre Sidlink. Softober 2023.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora