Día 10: Calabaza

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Otro pequeño relato de Sidon convertido en Hyliano , que sé que os gustó mucho la dinámica <3


***

Link no tenía ni idea de cuándo había perdido a Sidon de vista, pero de un momento a otro ya no estaba a su lado. El zora —ahora hyliano, en realidad—, estaba tan emocionado en Hatelia que si el espadachín no lo tenía vigilado aparecía en cualquier otro rincón de la aldea mirando alguna cosa que le había llamado la atención o hablando con los aldeanos. 

Link solo había ayudado a una vecina anciana a llevar algunas cosas pesadas a su cobertizo, y cuando regresó a donde había dejado al príncipe, este ya no estaba. Veloz como el viento, el rubio se puso a buscarlo como loco. Nadie podía descubrir que se trataba del príncipe zora convertido en hyliano, o se correría la voz. Pero aquello podría salir a la luz si viesen la extraña manera de comportarse de Sidon, por eso quería tenerlo vigilado. 

El héroe se quedó pálido cuando encontró al pelirrojo en el huerto de otra persona, cogiendo una calabaza en brazos. 

—¡Sid! ¿Q-qué estás haciendo? —exclamó, yendo con él inmediatamente.

—¡Link, mira! ¿No es grande esta calabaza? 

—¡Suelta eso, Sidon! ¡No puedes coger la cosecha de otra persona así sin más! —dijo Link, entrando un poco en pánico. Se agarró la cabeza, y a punto estuvo de tirarse de los pelos. 

De repente escuchó unos pasos detrás de él. El espadachín se tensó, pero cuando escuchó la risa del hombre se quedó sin palabras. Se giró hacia él: era el dueño de aquel huerto, un hombre ya entrando en la vejez que tenía una mirada afable. 

—¡No te preocupes, vecino! Me está ayudando —dijo el granjero, que estaba manchado de tierra por trabajar—. Me pidió permiso para ayudarme, y  no pude negarme. Ya que tiene brazos fuertes y es joven me pareció una buena ayuda. 

Toda la tensión de Link se le bajó hasta los pies. Suspiró aliviado y pidió disculpas a su vecino. Sidon soltó una risa y el rubio le dedicó una mirada de reproche amistoso.

—Entonces, ¿puedo ayudarle también? —propuso Link, queriendo colaborar un poco. De todas formas, no tenían mucho que hacer.

—¡Por supuesto, sería todo un placer! Si me disculpáis entonces, yo iré a descansar la espalda un rato. 

Los dos jóvenes asintieron y el hombre recogió las calabazas recogidas para llevárselas a otro lugar. Ambos se quedaron solos entonces, y de un momento a otro Sidon se inclinó para darle un pequeño beso en la cabeza que le sacó algunos colores al hyliano. Ahora que Sidon era mucho menos alto, podía llegar a él un poco más fácilmente. 

Tras una sonrisa, ambos se pusieron a trabajar. Se agacharon en la tierra y empezaron a cosechar las calabazas cuidadosamente. El rubio no pudo evitar mirar a Sidon con una expresión divertida.

—¿Con que el príncipe está haciendo trabajo de plebeyo? —bromeó, observando a Sidon manchado de tierra, sudoroso y despeinado—. Esto es nuevo.

—Oh vamos, ya sabes que no me gusta el concepto de plebeyo —dijo Sidon con una risa—. Además, ¡esto es divertido! 

—A ti todo te parece divertido —contestó Link, rodando los ojos—. Y por favor, intenta no desaparecer así de repente.

—¿Preocupado por mí, mi perla? —susurró, observándole. Link tuvo que reprimir el impulso de besar aquellas pecas que decoraban las mejillas de Sidon—. No te preocupes, me estoy adaptando bien a ser hyliano y tengo mucho cuidado con todo. Aunque no me acostumbro a que aparezca agua en mi cuerpo por trabajar...

—Se llama sudor, Sidon. 

—Como sea —contestó el pelirrojo, con una risa. El espadachín volvió a rodar los ojos con una sonrisa. 

Estuvieron un buen rato trabajando, hasta que todas las calabazas estuvieron cosechadas. Habían hecho un buen trabajo, y Link tuvo que admitir que había sido agradable hacerlo junto a Sidon. 

El dueño del huerto vino poco después, con una sonrisa orgullosa y agradecida. 

—Tomad, como regalo por ayudarme. Os lo merecéis, jovencitos —dijo el hombre mientras les entregaba una enorme calabaza. 

—¡Gracias, señor! —respondió el príncipe, mientras se inclinaba como señal de respeto y cogía aquella enorme calabaza en sus brazos. 

Link asintió y agradeció al hombre también, y luego ambos regresaron a la casa de Link, tras el puente. Mientras el príncipe se bañaba y se cambiaba de ropa —las cuales Link le había conseguido hace días—, el espadachín se puso a cocinar. Quería hacerle una receta especial que el príncipe jamás había probado para demostrarle cuánto significaba para él. Era la forma que tenía el héroe de expresar su amor, después de todo. 

—Ah, el baño ha sido refrescante a pesar de no tener escamas ahora —suspiró Sidon, llegando junto a él. El príncipe tenía el largo cabello mojado y suelto,  y se había puesto ropa cómoda: unos pantalones grises y una camisa sencilla blanca—. ¿Qué haces, Link? 

—He preparado la cena —dijo, mirándole con una sonrisa. Sirvió la comida y puso los platos en la mesa de su casa—. Sopa de calabaza.

Los ojos del príncipe chispearon en ese instante y de un momento a otro lo alzó en sus brazos en un apretado abrazo. 

—¡Oh, Link! ¡Seguro que está exquisita! 

Link dejó escapar un jadeo descontrolado. A pesar de ser un hyliano ahora, los abrazos de Sidon seguían siendo tan intensos que le arrebataban la respiración a Link. Soltó una risa y lo abrazó de vuelta, procurando encontrar un poco de aire.

—Bájame, que se enfría la sopa —dijo, antes de depositar un beso en sus labios. 

Sidon sonrió y le devolvió el beso con cariño. Luego, ambos se sentaron en la mesa y se dispusieron a comer. Link estuvo pendiente de la primera reacción del príncipe al probar su sopa. Casi le pareció ver las orejas de Sidon moviéndose de alegría mientras su rostro se iluminaba.

—¡Está deliciosa, mi perla! Sobre todo después de haberla cosechado nosotros mismos. Eres el mejor cocinero de toda Hyrule, ¿sabes? ¡Todo el reino debería probar tus platos! 

—Me alegra que te guste —dijo, un poco tímido ante la exagerada reacción de Sidon.

Sidon cogió su mano entonces y besó el dorso de esta, con cariño. Link sonrió, llenándose de amor y alegría al estar de aquella manera con el príncipe. Casi parecían una pareja casada que vivía felizmente en su humilde hogar. 

—Te quiero, Link... 

—Y yo a ti, Sid —susurró, mientras su corazón se llenaba de plenitud.

Compartiendo aquella sopa de calabaza, risas y algunas conversaciones pacíficas, Sidon y Link tuvieron una magnífica y cálida cena que culminó en una agradable noche. 


Octubre Sidlink. Softober 2023.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora