CAPÍTULO VI

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— Es raro. — Solté una vez estuvimos fuera del comedor.

— ¿Qué cosa? — Dijo Ethel.

— Es raro que mientras caminamos no nos encontremos con nadie. — Tenía que exponer mi duda, siempre había sido de naturaleza curiosa.
Era imposible que con tantas personas como las había no coincidiera con nadie el rato que estuve perdida.

— Eso es porque se pasan la mayor parte del día entrenando para cuando se encuentren con un exido. — Explicó simplemente.

— Ya veo. Eso explicaba los músculos extra desarrollados de todos. — Dije entre risas.

Por dios Nashla, ¿En qué piensas jovencita?

Esa fue la voz de la razón regañando mis descarrilados pensamientos, voz que por alguna razón tenía el tono de mi madre.

Caminamos por un rato más, hasta llegar frente a una puerta que reconocí.

— Estamos en tu habitación. — Informó.

— Si, la he reconocido.

— Bueno, supongo que aquí nos despedimos, hasta la próxima. — Sonríe triste, he pasado una tarde maravillosa con ella, me ha recordado mucho a Nahla, independientemente del suceso con aquel hombre.

— ¿Sabes? Me recuerdas a mi hermana. — Mencioné nostálgica.

— ¿En serio? ¿Cómo se llama? — Sus ojos brillaron de la emoción, y su sonrisa esta vez fue alegre.

— Se llama Nahla.

— Si que se pusieron creativos con sus nombres tus padres. — Soltó entre sarcástica y divertida, no pude evitar estallar en carcajadas ante el comentario, yo también lo había pensado alguna vez.

— ¿Tienes algo que hacer ahora? — Inquirí. No quería que me volviera a dejar sola, no quería que mis neuronas se pusieran a trabajar pensando en lo que les podría haber pasado a mí familia. Ella lo había evitado todo el día, y quería que lo siguiera haciendo.

— Si, tengo que terminar unos informes y luego ir a entrenar. — Vaya, eso sí me sorprendió. Se veía tan menuda que no me imaginé que peleara contra los exidos.

Aunque bueno, por algo estaba aquí.

— Entiendo. Pues, ¿Mañana nos veremos? — Mi voz sonaba esperanzada, de verdad quería hacerme amiga suya.

— Claro que sí. Iremos a almorzar juntas todos los días. — Me dió un breve abrazo y comenzó a caminar en la dirección por donde habíamos venido.

Todos los días

Esa frase me sacó de la pequeña burbuja en la que había estado encerrada hasta ahora. Esta no era mi casa, ni ellos eran mi familia, ni siquiera los conocía, y no debería encariñarme con ninguno, ni siquiera con Ethel. Debería centrarme en la manera de ayudar al señor ColdMand y averigüar si mi familia estaba bien y dónde.

                         ★†★

El sol ya había menguado, era una tarde tranquila, al menos eso parecía.
Pero mi mente estaba en una tempestad, había intentado dormir sin éxito.
Mi cabeza no paraba de dar vueltas una y otra vez a todo lo ocurrido. Estaba totalmente desesperada. Sin noticias de mi familia, no sabía por dónde empezar a buscarles. Abrazaba mis rodillas sentada en el suelo de la habitación.

A lo lejos podía escuchar ruidos de metal contra metal, fuertes pisadas y altos gritos. Decidí asomarme por la ventana para curiosear. Miré a través de esta y pude ver más de dos docenas de hombres con pantalones de camuflaje, peleando unos contra otros con espadas, cuerpo a cuerpo o con lanzas de punta brillante.

Entre Dimensiones [Hijos del Universo #★1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora