CAPÍTULO III

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Mi nombre es Nashla McCloud. Soy una señorita noble del pueblo de Elexel, en el país de Verlex Ulai. Toda mi vida ha sido color de rosa, como un sueño, era privilegiada hasta para la educación. Vivía felizmente en la residencia McCloud, junto con mis padres Nadja y Archivaldo, y mi hermana Nahla.
Un día como cualquier otro, aunque resultó ser como ninguno, mi hermana y yo salimos a pasear por el pueblo. Entrada la noche decidimos regresar y luego de una disputa familiar opté por descansar un poco. A media noche ruidos extraños me despertaron, y me dí cuenta de que estábamos siendo atacados. Mi familia y yo, junto con un puñado de sirvientes, logramos escapar.

Caminamos sin parar durante horas, hasta que llegamos a una cabaña en medio del bosque, de la cual yo no sabía de su existencia hasta esos momentos. Mi padre mencionó un lago cerca de la cabaña en el que podíamos tomar un baño y relajarnos, mi madre y mi hermana se negaron a ir, objetando que ya estaban demasiado cansadas, pero no yo, quería relajarme, darme un baño reparador de sueños.

Dentro de las aguas de dicho lugar podría encontrar mi paz interior, y fingir que nada de esto había pasado y que todo había sido un mal sueño. En un abrir y cerrar de ojos todas mis esperanzas cayeron en picada, pues uno de esos despreciables seres había aparecido en el que ya había declarado mi lugar de paz. Me bloqueé, mientras Phavy me gritaba que sumergiera la cabeza otra vez para que la monstruosidad no me viera. Sin saber muy bien que hacer, confundida, y totalmente asustada hice lo que Phavy me pedía con tanto ahínco.

Fui egoísta, lo sé, y en estos momentos cuando recuerdo lo sucedido es en los que me doy cuenta de lo egoísta que fuí poniéndome solo a mí a salvo.

Mis pulmones me pedían oxígeno y mi corazón bombeaba cada vez más lento, cerré los ojos y simplemente me dejé llevar.
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Desperté en una habitación desconocida, forrada de colores oscuros de pies a cabeza, era enorme, de techo alto y tallado, suelo de mármol pulido, paredes color índigo, la cama en la que me encontraba era aún más grande que la mía, sábanas y edredones totalmente negros y a cada lado una mesita de noche. A mí derecha un enorme ventanal estaba cubierto por unas pesadas cortinas (que sorpresa) color índigo también.

¿Qué hago yo aquí?

¿Cómo llegué a este lugar?

Los recuerdos de la noche pasada surgieron de mi mente a una velocidad arrolladora.
Recordé el escapé por el sótano, recordé haber llegado a una cabaña en el bosque con mis padres, mi hermana y nuestros sirvientes, recordé el lago de hermosas aguas, recordé que quería remojar mi cabellera y que cuando salí a la superficie ví con horror y sorpresa como Dhous se enfrentaba a una criatura horrible y desconocida.

Recordé los gritos de Phavy suplicando que volviera al agua y recordé creer que todo había sido una pesadilla producto de mi ilimitada imaginación.

No fue así.

Esto no es una pesadilla, y no tengo ni la más remota idea de dónde estoy.  Saco los pies de la cama, sobre una de las mesitas hay un conjunto de tela negra doblada cuidadosamente, que resultó ser una combinación extraña de ropa y a mis pies hay un par de botas.

Estaba desnuda, por lo que decidí vestirme. Consistía de unos pantalones negros, parecidos a los que usaban los caballeros, pero estos eran más cortos, me llegaban más arriba de la mitad del muslo, por lo que sentía que mi piel estaba demasiado expuesta, pero era lo que había, tenía que conformarme, al menos no estaba desnuda y las partes importantes quedaban cubiertas, la parte de arriba era una camiseta de tirantes como las que usaba para dormir, solo que esta era negra y también era corta, dejando ver mi vientre plano y mi ombligo, moriría de vergüenza si mis padres me vieran vestida de este modo, pero al menos mis pechos quedaban bajo la tela. Por último, me puse las botas y utilicé un mechón de pelo para recoger mi larga cabellera castaña en una alta coleta desaliñada.

Entre Dimensiones [Hijos del Universo #★1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora