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Sentía que estaba flotando.

No sabía el porqué, tampoco entendía cómo es que había dejado de sentir frío.

Anna miró a su alrededor, una gran oscuridad la envolvía y estaba sola. Caminó un poco, sin saber exactamente hacia donde y se detuvo al escuchar aquel sollozo. Su cabeza giró tan pronto lo escuchó más fuerte, pronunciando su nombre. Elsa estaba llamándola y ella no lograba responder. Quiso correr cuando vio un brillo a lo lejos, reflejando lo que estaba sucediendo mientras ella estaba allí.

La reina abrazaba su cuerpo congelado mientras Kristoff y Olaf veían triste la escena.

– Por favor regresa...

El corazón de Anna dio un vuelco cuando escuchó la voz rota de la reina pidiéndole regresar. Lo haría en cuanto supiera como hacerlo.

Quizás si caminaba hacia la luz...

Anna sentía como si estuviera despertando después de un largo sueño. Los dedos, antes rígidos y entumecidos, empezaron a moverse con torpeza. Sentía calor en su pecho luego de tanto sufrir el frío. Poco a poco, los tonos pálidos y azulados de su piel comenzaron a recuperar su color natural.

Un suspiro ahogado escapó de sus labios y colapsó sobre la reina, que logró atraparla a tiempo.

– ¿Anna? – balbuceó sujetando sus mejillas – Oh Anna...

La abrazó con fuerza y Anna suspiró aliviada.

– Esto se siente bien – confesó ocultando su rostro en el cuello de Elsa.

Cuando se separaron, la reina la miró unos segundos. Acomodó un mechón rebelde detrás de la oreja de Anna y sonrió.

– ¿Te sacrificaste solo por mi? – preguntó la reina en voz baja.

– Y lo haría otra vez de ser necesario – confesó Anna.

Elsa se rió, sujetó las mejillas de Anna solo para acercarla hasta unir sus labios. La pelirroja sintió que su cuerpo se detuvo ante el contacto, jamás creyó estar besando a la reina de Arendelle en medio de un lago congelado. Sus manos se apoyaron en la cintura ajena, manteniendo el torpe beso por un rato más hasta necesitar aire.

Cuando estuvieron separadas, ambas rieron nerviosas por el sonrojo en sus rostros.

– ¡Ah! – Olaf exclamó, recién estaba logrando comprender lo que pasaba – ¡Un acto de amor de verdad descongela el corazón!

– El amor descongela... – repitió Elsa – Amor... ¡Es verdad!

– ¿Elsa?

– ¡Amor!

Elsa observó sus manos, sintiendo aquella sensación de calor en su pecho que se había comenzado a alojar desde el momento que vio a Anna. Estaba feliz, luego de tanto tiempo, por fin sentía aquella felicidad.

Sus pensamientos amorosos hicieron que sus dedos hormigueaban como siempre cuando usaba su magia, pero esta vez su cuerpo se sentía diferente.

Elsa levantó sus manos hacia el cielo, y los copos de nieve comenzaron a levantarse del hielo bajo sus pies. Se elevaban hacia el cielo y luego se evaporaban por completo. El fiordo se estaba descongelando, lo que permitía a los barcos volver a navegar libremente, Elsa ni siquiera se había dado cuenta de que estaba parada en la proa de un barco hasta que comenzó a salir del hielo.

Su magia continuó viajando, llegando a través del agua hacia el pueblo. Poco a poco, las casas, que habían estado casi enterradas en la nieve, volvieron a la vida. Las flores volvieron a florecer, y el campo y las montañas volvieron a ser verdes. La gente salió maravillada mientras el mundo cambiaba de invierno a verano una vez más.

Frozen Heart | ElsannaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora