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Anna sentía frío. Intentaba mantenerse alerta mientras Sven corría de regreso a Arendelle y Kristoff le repetía que faltaba poco tiempo. Olaf ni siquiera hablaba, parecía preocupado por la salud de la pelirroja que, cada tanto, temblaba un poco por los escalofríos. Cerró los ojos, intentando callar los extraños pensamientos.

– No me siento bien – murmuró, apoyando su cabeza contra el pecho de Kristoff.

– Lo sé, pero ya falta- ¿Anna? – Kristoff la sacudió – Hey, hey.  No te duermas. ¿Me escuchas? Ya queda poco para llegar a Arendelle, solo aguanta un poco más – rogó acercándola más a él –. Olaf, necesito que le hables y la mantengas despierta. No sabemos qué podría pasar si se duerme.

–Está bien, ¿sobre qué? – preguntó Olaf.

– Uh... veamos... ¿Cómo llegaste hasta el bosque?

Olaf comenzó a relatar todo su viaje desde la montaña del norte hasta el bosque en donde se encontraron, revelando su oscuro pasado porque una capa lo arrastró lejos y como lo habían perseguido unos, en palabras del muñeco de nieve, perros que querían jugar con él. Anna cabeceaba cada tanto, intentando seguir el hilo del relato.

– ¡Más rápido, Sven! – gritó Kristoff – Hey roja, quédate conmigo, ¿de acuerdo? Sigue despierta.

– Eso intento – susurró Anna, pero sentía que su pecho dolía horrible y el frío calaba todos sus huesos.

– ¡Olaf, sigue hablando! – ordenó el rubio – Uh, Anna, ¿qué te gusta de Elsa?

– Elsa no- – Sus palabras quedaron en el aire por la punzada en su pecho –... solo me gusta y ya.

– Eso es lindo – sonrió Olaf.

Kristoff intentó reírse un poco.

– Si, pero Olaf necesito que sigas. ¿Qué te gusta del verano? Nos dijiste que deseabas vivirlo.

Olaf volvió a divagar sobre su alocado sueño con aquella estación. Relatando todas las actividades que haría cuando llegara, incluso empezó a tararear una canción que logró mantener despierta a Anna.

Sven siguió corriendo, entrando en Arendelle luego de un par de minutos y Olaf saltó para deslizarse por allí, quería ver el reino.

– ¡Qué no te vean Olaf! – ordenó el rubio cuando lo perdió de vista, sabía que estaba mal dejarlo solo, pero ahora su preocupación estaba en la pelirroja que había cerrado los ojos unos segundos – ¡Anna! Hey, despierta, ya llegamos.

– Solo quiero descansar... – susurró temblorosa.

– Lo harás, pero debes mantenerte despierta. ¡Ayuda por favor! – gritó cuando estuvo frente a las puertas del castillo.

Dos guardias se acercaron al igual que Kai y Hans, ambos viendo preocupados a la pelirroja que seguía en brazos del rubio.

– Necesito ver a la reina Elsa – pidió Kristoff –. Ella necesita verla y es urgente.

– Elsa está durmiendo ahora – informó Hans –, pero Anna será la primera en verla apenas despierte.

– No, es que no lo entienden, Anna necesita-

– Quizás podamos hacerla entrar en calor con un baño caliente y alguna bebida también – sugirió Kai y Kristoff lo miró.

– Ella...

Un guardia tomó a la pelirroja en brazos y se alejó. Anna vio el afectado rostro de Kristoff a lo lejos y luego el mundo se oscureció.

– Anna va a estar bien, te lo prometo – dijo Hans – ¿Por qué no entras y también te das un baño? Seguro tienes hambre.

Frozen Heart | ElsannaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora