– ¡¿Cómo que veinte krones?! – gritó el hombre desconcertado.
– ¿Qué puedo decirle? – Anna apoyó la espalda contra la pared y se cruzó de brazos – La demanda sube, el precio también y ¿sabe cuán difícil es conseguir este hielo? Me imagino que no. Usted no sabe cuántos hombres hemos perdido para que usted ¡usted! Un hombre tan tacaño no quiera pagar lo que vale – sacudió la cabeza, fingiendo estar indignada.
La escena era perfecta para Kristoff, quien trataba de aguantarse la risa que pedía salir. Anna, la joven pelirroja, discutía con uno de sus tantos clientes con respecto al precio y el rubio no podía estar más agradecido de haber aceptado tenerla a su lado. Si, a veces se sentía un poco mal por cómo Anna manejaba las cosas, pero casi siempre le subía el precio a esas personas que habían tratado mal a Kristoff o a cualquier otro vendedor de hielo. Por eso envió a la chica a discutir con Mikel y, ahora, viéndola agitar las manos mientras seguía hablando, sabía que conseguiría el precio que merecía.
Kristoff esperó paciente a que ambos terminaran aquella larga discusión y negoció, acarició la cabeza de Sven que también se veía entretenido por cómo Anna manejaba las cosas hasta que la vieron regresar a ellos con una amplia sonrisa. La pelirroja mostró la pequeña bolsita llena de monedas y subió al trineo, apresurando al rubio por alguna razón.
– Doce krones para ti y diez para mí – explicó Anna contando cada moneda.
– Espera, ¿no dijiste que conseguirías veinte?
– Oh si, los conseguí – aclaró la pelirroja guardando sus monedas en el bolsillo – y luego le quité dos krones más cuando no estaba mirando.
Kristoff frunció el ceño por eso, sabía que Anna sabía negociar e inventarse cada historia para conseguir lo que quería, pero también sabía de sus manos ágiles para tomar ciertos objetos brillantes y hoy no fue la excepción.
– Vas a obligarme a devolverlos, ¿no? – preguntó Anna en voz baja.
– No porque confío que tienes una justificación para eso y espero sea buena – respondió Kristoff, notando la sonrisa que Anna esbozó.
El viaje de regreso a Arendelle estuvo repleto de pláticas entre ambos, especialmente por parte de Kristoff que no dejaba de hacerle preguntas con respecto a lo sucedido con el príncipe. No era algo tan relevante para la pelirroja, usando la simple y vieja excusa de que solo había sido educada con Hans por su posición y las burlas del chico rubio sólo confirmaron que no le creía en lo absoluto.
– Yo creo que harías una excelente pareja con el principito ese que no dejo de cortejarte – bromeó Kristoff, ganándose un codazo por parte de Anna – ¡Auch!
– Oh claro, porque soy una persona que necesita amor y acepta casarse con el primer príncipe que se lo proponga – farfulló Anna – ¿Te imaginas casarte con alguien que apenas conoces?
Ambos comenzaron a reírse de solo imaginar aquella situación tan alocada y divertida, Sven también se unió con algunos relinchos. Kristoff le ordenó al reno desacelerar su paso apenas estaban entrando al reino, saludando a algunas personas y Anna se relajó un poco cuando notó a SoYun en el mercado. Saltó del trineo y trotó hasta alcanzar a su amiga que parecía sorprendida por verla allí, sin nada robado en sus manos ni expresiones de inocencia.
El resto del día, Anna le contó a SoYun acerca de su alocado viaje y visita al palacio, como habló con un príncipe y con la mismísima reina, la forma en que la confundieron con una empleada del palacio y acabó rodeada de realeza. Todo eso con Kristoff y Sven detrás suyo compartiendo una zanahoria que, como siempre, Anna regateó hasta conseguirla gratis por su brillante idea de usar a Kaodora como el lugar de donde habían conseguido el hielo.
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Frozen Heart | Elsanna
Fanfic¿Quién diría que la persona que menos esperaban salvaría el reino? Anna nunca pensó que su vida cambiaría por completo cuando tropezó con un príncipe, se metió en el castillo y terminó junto a Kristoff buscando a la reina para recuperar el verano...