l: "Llegada"

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Victoria

El cielo había sido ocultado detrás de esas grises nubes. La lluvia no había tardado en caer, empapando el auto en el que me dirigía hacia mi nueva escuela.

— La calle está resbaladiza—, habló Roberth, mi chófer personal— le recomiendo que se abroche el cinturón señorita Cojocaru—. Yo hice caso, ya que el agua que caía era demasiada.

El bosque verde y frondoso adornaba las esquinas de la carretera, siendo poco visible por la lluvia. Las hojas se movían de un lado al otro al compás del viento, provocando que algunas ramas se desprendieran de sus árboles y cayeran a la carretera.

Una de ellas chocó contra el parabrisas y Roberth soltó una maldición, para luego disculparse conmigo por ser grosero. Yo se lo dejé pasar porque había sido muy divertido verlo asustado.

A lo lejos, en una visión nublada, pude divisar la que sería mi nueva escuela, o al menos la entrada: Cuatro enormes torres que crecían según el auto se iba acercando. Entre ellas una enorme entrada de oro con el escudo de la escuela adornando el centro. La misma se abrió , dándonos pasó a la institución. El camino estaba lleno de lodo por la tierra mojada y un enorme jardín adornaba los alrededores con sus arbustos y fuentes en forma cuadrado. La Academia anteriormente había sido uno de los muchos castillos de los señores feudales que habían existido en la antigüedad, y ahora había sido vendida y renovada para convertirse en lo que hoy era la Academia Vlad. Una de las más prestigiosas y misteriosas escuelas de todo el mundo.

Al llegar a las puertas de la escuela, un señor de unos sesenta años salió vestido con lo que supongo sea su uniforme y se acercó a mí llevando una sombrilla en la mano. Roberth también bajó con una sombrilla y fue hacia mi lugar para abrirme la puerta y cubrirme, evitando que la lluvia mojara mi vestido. El señor anterior, junto a otros se acercó al maletero y lo abrió para sacar mis maletas y meterlas rápido en el edificio. Por desgracia la lluvia nos había sorprendido por el camino y no había podido cubrir mis maletas con algo para evitar este desastre.

— No se preocupe señorita—, dijo uno de los señores— lo secaremos todo y luego lo llevaremos hacia su habitación. Usted entre, la directora la está esperando dentro.

Así lo hicimos.

Ya dentro de la escuela, me dirigí hacia la recepción donde me esperaban dos mujeres. La primera vestía un uniforme que consistía en una blusa blanca y por encima una chaqueta verde de seda. Su pantalón era de igual color, más una corbata roja que se escondía debajo de su chaqueta. Traía su cabello castaño recogido en una cebolla baja. Sus ojos marrones tenían arrugas en la parte baja, al igual que por todo su rostro. Su nariz grande, labios pequeños y unas manos muy temblorosas.

Junto a ella había una señora más joven. Su cabello negro iba suelto y caía hasta sus hombros. Sus ojos azules, nariz pequeña y redonda, labios carnosos pintados de rojo vino, piel de seda y con un ligero bronceado. Vestía con un vestido rojo que le llegaba hasta los tobillos y unos tacones del mismo color. De su cuello colgaba una cadena plateada y en su mano derecha había una pulsera plateada también. Sin duda ella era la directora.

— Bienvenida señorita Cojocaru—. Me extendió la mano y yo la acepté— Yo soy la directora de esta institución, Clara Vlad—. Me saludó— Debo disculparme por  la forma en que el pueblo la recibió—. En su rostro había una sonrisa enorme.

— No se preocupe—. Respondí— Usted no es culpable del cambio de tiempo—. Le sonreí de vuelta y ella sonrió aún más.

Luego de las formalidades y de la firma de todos los documentos necesarios, la directora Vlad me indicó que me quedara sentada en uno de los muebles para esperar a que mi compañera de habitación bajara por mí. Yo lo hice y fui hacia los asientos forrados de piel donde me senté y estuve esperando por más o menos veinte minutos, hasta que llegó mi supuesta compañera.

Verdad Oculta [Pausada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora