III.

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Hojeó la hoja cambiando de pagina y siguiendo con rapidez la lectura, hundiéndose en la historia que había elegido esta semana

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Hojeó la hoja cambiando de pagina y siguiendo con rapidez la lectura, hundiéndose en la historia que había elegido esta semana. Siempre procuraba leer un libro para mantenerse ocupada esos días y fantasear con el hecho de encontrarse en un mejor lugar que ese.

Su pie tocó la banca de madera, el lugar donde solía esconderse cuando no tenía trabajo y para leer en paz, sin ser molestada. La capilla de la prisión, un lugar poco transitado a menos que fuera un evento religioso. Tenten no creía en esas cosas, solo disfrutaba la paz que podía obtener de ese sitio, en comparación con otros lados de la prisión.

Y de vez en cuando podía olvidar que se encontraba en ese agujero.

Además que estaba intentando no pensar demasiado. Bajó el libro, reposándolo en su pecho y observó el ventanal de colores que se alzaba hasta lo más alto. Hace un par de días que había salido de aislamiento y a pesar de que pensó que Guren la estaría esperando para golpearla, se sorprendió que no fuera así. La reclusa simplemente la observó a la distancia en el comedor. Tenten podía intuir que se sentía satisfecha del castigo que había recibido.

El aislamiento era algo que todas solían evitar, nadie quería ser metida en un agujero mugriento y oscuro durante días sin saber el paso del tiempo. Era un castigo justo después de golpear a Guren, podía verlo, además que solo le había roto la nariz.

Esos días en ese lugar habían sido tan difíciles, al menos los dos primeros cuando su mente había empezado a torturarla. Con pensamientos autodestructivos, con la ansiedad subiendo a niveles incontrolables. Pero había recibido la visita de alguien que no esperaba. Nadie nunca se aparecía en aislamiento. La única forma de saber que había transcurrido tu tiempo ahí es cuando un guardia acudía a sacarte. Por eso, ese había sido el primer pensamiento de Tenten. Sin embargo, se había confundido gravemente, al ver al jefe de los guardias ante ella, ofreciéndole comida.

Tenten aún en el presente seguía tan confundida de ese comportamiento y de verlo ahí.

Había ido personalmente a verla o quizá asegurarse que seguía viva. Algo que jamás les había preocupado. Recordaba que en algún momento se habían dado cuenta de un cuerpo días después de su fallecimiento y solo por el olor fétido del cuerpo en descomposición. Por lo que ver a un guardia y no cualquiera ahí era sorpresivo.

Cosa que no había dejado tranquila a Tenten, se sentía insegura y expectante de verlo ahí con comida, para ella. Pensó que podría tener alguna sustancia rara, veneno para ratas o que solo esperaba que se acercara lo suficiente para hacer algo ¿Qué cosa? No tenía ni idea, pero todo eso había sido tan extraño.

Y cuando le había preguntado al respecto, él solo había dicho que tenia sus razones, lo cual dejo aun mas confundida a Tenten. ¿Razones? ¿razones de que, de darle comida? Lo cual no tenía el más mínimo sentido. ¿Por qué alguien como él le llevaría comida?

Tenten había pensado tanto al respecto después de que él se fue, dejándola en esa oscuridad un día más. Lo había visto de vista, la primera vez cuando estaba en la enfermería. Fuera de eso lo vio en los pasillos, siempre manteniéndose al margen. Había escuchado los rumores sobre su malhumor, su arrogancia y frialdad, lo que había mantenido alejadas a todas las reclusas. No hablaba con nadie y no era amable, aunque ningún guardia lo era. Algunos eran amistosos, pero la amabilidad era algo no conocido en ese sitio. Su propia personalidad podía verse desinteresada, estricta y grosera. Y aquel hombre le había llevado comida.

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