VII.

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Tenten abrió los ojos muy temprano esa mañana para ir bañarse antes que cualquiera, como era su costumbre de cada día, viviendo de la rutina

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Tenten abrió los ojos muy temprano esa mañana para ir bañarse antes que cualquiera, como era su costumbre de cada día, viviendo de la rutina. Se restregó los ojos, observando el techo a oscuras un momento. Las mujeres en el mismo cubículo seguían dormidas.

Se levantó con pesadez tomando sus cosas para el baño y sus sandalias, una de las primeras cosas que había comprado por temor que el pie de atleta o algún otro hongo se le pegara en los cuestionables regaderas. Se metió al agua fría dando un salto y soportando a que su cuerpo lo recibiera. Le ayudaba a despertarse pero no era del todo agradable, porque no era algo que eligió, sino a lo que tuvo que adaptarse al no existir el agua caliente ahí.

La forma en que las trataban como alimañas, con deficientes instalaciones y servicios.

Aún recordaba su primer día, se había encerrado en el baño a llorar porque fue hasta que estuvo ahí que entendió que esa sería su vida los siguientes años y que no sabía que es lo que le esperaría el salir. La comida fue malísima, su paladar aún seguía aferrándose a la comida de fuera, como la habían manoseado al entrar, los malos tratos y palabras de las mujeres ahí. Y las miradas despectivas de los guardias.

Su primera pelea con una reclusa por empujarla accidentalmente en el comedor y como se le tiró encima, golpeándola fuertemente en la cara y aún así, los guardias al separarlas, la habían golpeado contra el suelo para "calmarla" cada golpe, bofetada, hasta que decidió comenzar a defenderse. Por supuesto que al estar sola era carne fresca para quienes querían liberar sus frustraciones con alguien más. El defenderse le ayudó a alejar a algunas, pero otras parecieron divertidas de que se defendiera, porque aún así terminaba perdiendo.

Cerró la regadera y se quedó quieta, esperando que el agua escurriera por su cuerpo, las cosas parecían estar mejorando. Saldría antes de tiempo y su cambio de empleo a la biblioteca mantendría las cosas lo suficientemente tranquilas hasta que eso sucediera. Se secó el cuerpo y fue hacia los lavamanos donde se cepilló los dientes y se prendió el cabello en su acostumbrada coleta alta, pero al ver su reflejo en el espejo se la deshizo y se peinó como hace mucho no hacía, desde que entró ahí y no vio razones para hacerlo. Se hizo dos chongos en la cabeza, un peinado que solía usar fuera de ahí.

Sus ojos se fijaron en su rostro, hasta que un recuerdo vino a su mente y sus dedos acariciaron su rostro, justo en los lugares donde él la había tocado y la había hecho estremecer. Se preguntó lo que no había dejado de pensar desde aquel día ¿Por qué lo había hecho?

Neji parecía ser un hombre sensato y reservado, que cuidaba cada uno de sus movimientos, por lo que él hacerlo ¿podría significar algo? Su mente decía que sí, que nadie iba por ahí tocando el rostro de otro sin sentido, pero eso era irreal. No era posible que él, alguien como él intentara o estuviera interesado en alguien como ella ¡era una reclusa! Por lo que había desechado la idea con rapidez, él solo estaba siendo amable, él le había dicho tiempo atrás las razones de su actuar. Ella solo se había entusiasmado de más por ser tocada después de mucho tiempo.

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