El Gran Premio [ Charles Leclerc ]

Capítulo 8 - Recuerdos imborrables.

— George Russell, como estás? — Me acerqué despacio hacia él para entrelazar nuestros brazos.

— Muy bien Kath, no pensé que te vería aquí.

— ¿Ya soy parte del equipo, recuerdas? — Comenté sonriendo.

— Si lo sé. — Carcajeó. — Como olvidar la nueva cara de la marca Mercedes.

Sonreí levemente. No supe que decir, por alguna razón me sentí extraña cuando dijo aquello.

—Bueno — Carraspeé. — Quedan 10 minutos para que empiece la reunión. Deberíamos ir pasando, ¿No crees?

Asintió el británico.

— ¿Sabes donde está la sala 43B? Tengo que ir ahí y estoy un poco perdida.

— Si claro, me pasó lo mismo cuando vine por primera vez. Te acompaño, si quieres.

Sonreí asintiendo. — Si, porfavor.

Ambos empezamos a caminar por los amplios pasillos de la Sede. Aquello podría ser perfectamente una comunidad si se quisiese, era inmenso.

Llegamos en unos minutos a la sala donde marketing y publicidad tendría la reunión.

— Muchas gracias George, sin ti no se donde hubiese acabado. — Reí levemente.

— No hay de qué, Wolff. — Me sonrió.

Me fijé en sus ojos acompañados de su sonrisa, eran tan azules que podrían mezclarse con el color del mar.

Eran tan azules como los míos.

Ambos nos dirigimos hacia nuestros respectivos departamentos para poder asistir a las distintas reuniones una vez nos despedimos.

La reunión relacionada con el departamento de marketing fue bastante corta y sencilla. Hubieron pequeños cambios como los escenarios donde íbamos a grabar distintos videos publicitarios o las horas en las que se grabaría. Además, se aumentaría el número de videos por semana que debíamos subir a las redes sociales de la escudería.

Todos aceptamos las condiciones antes de abandonar la reunión y darla por finalizada.

Al salir decidí buscar a mi padre por la sede para saludarle, pero aquel edificio era tan exageradamente grande que encontrarle se convirtió en misión imposible.

Le envié un mensaje diciéndole que lo había buscado y que lo esperaría en casa.

Salí de la sede en busca de un taxi para poder irme a mi antiguo hogar, hazaña que se complicó cuando todos los alrededores de la casa de Mercedes estaba completamente empapados al llover a cántaros.

Fruncí el ceño, no tenía manera de irme a casa hasta dentro de un largo rato, hasta que un taxi apareciese.

— Parece que hoy estamos destinados a encontrarnos todo el rato.

Una voz se hizo presente atrás de mí. Volteé para volverme a encontrar a la persona quien me había ayudado a llegar a mi objetivo.

Sonreí nuevamente.

— No hace falta que lo jures. — Carcajeé.

— ¿Que haces aquí parada? — Preguntó.

— Estoy esperando a que un taxi decida venir a por mí. — Dije con pesadez.

— Pues no esperes más, yo te llevo. ¿Dónde quieres ir?

Pestañeé varias veces antes de responder. ¿Es buena idea? Me daba igual, solo quería llegar a mi casa.