Semana XIV: Dedicatorias tatuadas en el alma.

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Después de tu partida, a más de un Casanova le he dicho que no, y más de uno como reto lo tomó, mas ninguno conquistarme logró, sabes que la meta por mi amor es exhausta, solo haz logrado alcanzarla. Solo a ti dije no, pensando en un sí, solo a ti como un cuentagotas te lo di.

Es cierto amor mío, me conformé con cubrirme de channel las huellas de tus besos, y no solo con lociones si no también con tres mentiras y un falso te quiero. Aunque tal falacia no duró mucho tiempo, la lluvia contra mi piel impactaba y tus recuerdos de mi interior sacaba, el maquillaje y el aroma borraba, mi amor por ti me recordaba, no se acababa. En más de una noche dormí abrazada mi orgullo, y es verdad, me acariciaba mi rencor ese que no equivocaste al denominarlo barato, mas ya aprendí sobre esas inmadureces del pasado, que tanto la armonía me han desollado.

¿Quién lo diría? Tenías razón, sobreviví, aunque no me salvé de ti, tu amor me cortó las alas y sería muy hipócrita al alegar que ya te dejé partir. Si vuelves a suplicarme un día, es predecible el futuro, sabes que cuando se trata de ti, rara vez pienso en mí. Sé que no has cambiando, y aún así te aceptaría una vez más, ambos sabemos que mi corazón deja atrás la dignidad, cuando estás tú presente en su realidad.

Nunca tuve nada, me fui en estampida, me enamoré enseguida ¡Ay Arjona cuanta razón tenías! Y no es mentira que entre las reminiscencias sólo me queda el flechazo y la secuela, el cariño que un día hacia mí tenías.

La analogía es bastante evidente, ¿quién utiliza las metáforas de Arjona para expresar lo que se oculta tras su mirar? Si subiese a un teatro y estos versos comenzara a recitar, percibiría en microsegundos los susurros, los murmullos, pues todos sabrían quien se esconde tras el epíteto de "citrino" y tú no serías la excepción, aunque mi orgullo eso evitaría con una envidiable actuación.

Sabes que solo a ti te escribo estas palabras algo locas, y les resto cordura porque solo una errante dedica versos a su amor del pasado, sólo una enamorada indómita recuerda esas tres dedicatorias, y aquella de Melendi, pero no quiero sonar tan obvia. Solo una forofa aún ama como la primera noche, los destellos de quien ahora sólo quedan cenizas, aunque no he de negar, que aún yacen llamaradas. Un sólo roce y nacen millones de flamas.

Los 273 latidos de mi corazón.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora