Semana XXXV: Mamá tenía razón.

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--- ¿En verdad te gusta? -inquirió-

--- Creo que sí, me trata como nadie nunca la ha hecho. -respondí con un sonrisa en el rostro-

--- Entonces adelante -continúo riendo conmigo-

...

Mi madre nunca te aceptó, y pronunciarte era aviso de pronta discusión, pero la charla de esa noche demuestra que no siempre fue así. Siempre pensó que eras un ser extraño como antes lo creía yo, que esa inquietud y espontánedad en ti no era normal y me cuestionaba lo que veía en ti, pero jamás osó impedirme estar a tu lado, hasta esa mañana donde sin querer escuchó una de nuestras llamadas, y descubrió que no éramos solo tú y yo, comenzó a alejarme de ti por una obvia razón no quería verme sufrir.

...

--- No te quiero ver con él, no voy a permitir que esté contigo.

Ya ni me molestaba en responder, pues por mucho que quisiera no me podía impedir buscarte porque sino podía tenerte me sentía incompleta, porque no hay nada que pueda detener a una adolescente enamorada, porque aunque te amenazara, aunque te pedía que te alejaras tampoco lo podías hacer pues yo misma te pedía que te quedaras sin importar lo que ella opinara, porque por mucho que no quisiera eras tú el hombre que yo amaba y aunque te odiara eras tú el que en el corazón de su nena estaba.

...

--- Es que yo lo quiero -dije entre lágrimas-

--- ¿Cómo puedes querer a alguien que no te valora? Él no te quiere, por eso lo quiero lejos de tu vida.

Ella tenía razón aunque enamorada al fin poco me importó y me lancé a tu abismo sin pensar en que las consecuencias podrían ser peor. Entendía a mamá, ¿qué madre no se quiebra cuando ve llorando sin consuelo a su pequeña? ¿Qué madre no odia al hombre que roba el brillo de los ojos de su niña? Ella me encontró sumida en mi aflicción una noche y solo me abrazó, no me preguntó más pero ya sabía que era por ti ¿cómo no te iba a detestar?

Aunque a pesar de ello jamás te dejé de besar, estaba tan peridida en aquellos días que prefería serle fiel a la herida que decirte adiós a sabiendas de lo que mi madre decía. Siempre fui una chica ejemplar, jamás osé contrariar a mis padres o mentir así fuese por un bien mayor hasta que llegaste tú y eso en mí cambió.

Mi madre pensó que se había ido de aquí y esa historia había llegado a su fin, después de todo fue la encargada de lo que quedaba entre nosotros destruir, aunque no lo logró del todo ¿no es así? Si ella supiera que pasaron algunos meses pero volví a perderme en ti, que no cumplí aquella promesa de quererme más a mí, que me entregue a ti, que a escondidas volvía a ser feliz porque aunque ella tuviera razón el corazón era más fuerte que la razón.

No desobedecía hasta que me prohibieron encontrarte, no mentía hasta que comencé a crear falsas historias para verte y que si llegaba tarde a casa era porque tuve que acompañar a una amiga y no porque era tan efímero nuestro tiempo juntos que no deseaba llegar a mi habitación. Nunca discutí con mi familia hasta que tu nombre eran los ecos de la cena familiar.

Me puse en contra de todos por ti, a sabiendas de que esto era un tren con destino a estrellarse aunque no lo hayas visto así. Me rebelé contra ellos y salí de la "burbuja" de la que tanto hablabas, seguí tu consejo y después de ti jamás hubo una sobreprotección por parte de ellos, puse mis límites me sentí libre de ser yo y hacer lo que quería lejos de los estereotipos familiares pero tú ya no estabas aquí, lograron su cometido y nos separaron aunque no del todo porque me cohibieron de tenerte pero jamás podrán prohibirme amarte.

Mi familia no te quería porque su princesa no podía sollozar y tú solo eso provocabas ella, y aunque tuvieran razón poco me importaron sus argumentos quería tenerte otra estación, yo te amaba y si tenía que ir contra mi sangre lo hacía aunque nuestro idilio era menos que un sueño, una vana fantasía, porque fuimos tú y yo, pero nunca fuimos nuestros por completo siempre hubo otra sombra asechando tus espaldas, siempre serás esa historia que jamás podré contar porque jamás nunca llegó a suceder, éramos momentos con leves sinfonías de amor que solo escuchaba yo.

Mamá tenía razón, me destrozaste el corazón pero poco me importó, cuanto disfruté el caer de cada fragmento pues eras tú la razón, y aunque dolía era irrelevante el daño a la noche siguiente sabía que me volverías a reparar.

Los 273 latidos de mi corazón.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora