Capítulo 4|Los omegas del Emperador.

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Finalmente terminó de bañarse, rápidamente recogió la toalla que había traído y la envolvió en su cuerpo en un intento absurdo por tapar su desnudez, las lágrimas seguían en sus mejillas siendo camufladas por el agua que había vertido en su cuerpo para asearlo.

—No dejes que te vean llorar. —El susurro de Félix llegó a sus oídos. —A Hoseok no le gusta que lloremos, si lo hacemos nos encierra en el calabozo por días. —Mordió su labio con fuerza. —Con los días ya no te importará que te vean desnudo.

—Esto es horrible, ¿Cómo pueden soportar tal humillación? —Gruñó entre dientes.

—Muchos no tenemos opciones. —Félix señaló a un omega frente a ellos, que no poseía collar y una marca de colmillos estaba en su cuello, sin embargo, lucía negra. —Otros vinieron por su propia voluntad al perder o ser abandonados por su alfa, su majestad les da medicina que les permite seguir viviendo a pesar de tener un lazo roto. —Señaló a otro omega bastante joven, podría jurar que apenas acababa de presentarse como un omega. —Otros fueron enviados por sus familias para salvarlos. —Félix miró a Jungkook con una pequeña sonrisa y se señaló. —Otros vinimos rogando piedad y misericordia por nuestras familias que morían de hambre. —Jungkook tragó saliva. —Su majestad no has dado una oportunidad de vivir a cambio de nuestra ayuda en el palacio.

—Pero, él envía a sus guardias a llevarse a omegas contra su voluntad. —Gruñó Jungkook con resentimiento. —Él es el culpable de que me alejaran de mi padre.

—Cuando llegan aquí y descubren todos los beneficios que recibirán, los omegas se quedan. —Relamió sus labios y señaló a Hoseok que se encontraba a gran distancia distraído. —Incluso príncipes se quedan al lado de su majestad.

Jungkook frunció el ceño confundido y miró al omega —Un príncipe... 

No lo entendía. ¿Por qué un príncipe querría quedarse al lado de un tirano?

¿Que tenía de especial Kim Taehyung para que todos quisiesen quedarse tras su respaldo?

—Pueden ir a sus habitaciones a cambiarse. —Ordenó Hoseok. —Tienen cinco minutos para regresar al lobby. —Avisó antes de irse.

—Vamos, debemos darnos prisa. —Félix caminó con prisa siendo seguido por el pelinegro.

Rápidamente en una fila todos fueron a sus respectivas habitación, Jungkook cerró la puerta de su habitación y se acercó a su cama donde yacía un uniforme negro con blanco, habían un par de zapatos negros en el suelo y un cuenco lleno de infusión en la mesa de noche; supresores.

El omega se tomó toda la infusión rápidamente sintiendo el amargo sabor en su garganta, se vistió con agilidad, al terminar pudo escuchar una campana sonar, dándose prisa abrió la puerta de la habitación, percatándose de que ya varios omegas iban camino al lobby.

Se formó junto a varios omegas en el lobby mientras escuchaba como les asignaban sus tareas uno a uno.

Se cuestionaba muchas cosas en ese instante, todos actuaban de forma sincronizada, pero él... Él no podía. 

Lo confirmó cuando le asignaron como tarea limpiar los ventanales del jardín principal y su lobo solo gruñía de rabia y no entendió el porqué. 

Soltó un suspiro mientras arrastraba el balde que le dieron para limpiar.

Cuando se dirigía hacia el jardín principal fue jalado de forma reptentina a una de las tantas habitación que se encontraban en el pasillo, una mano en su boca le impedía gritar y cuando estaba apunto de darle un cubetazo a quien lo retenía... —No vaya a golpearme, está era la única forma de poder hablar sin ser interrumpidos. —La voz de Namjoon lo tranquilizó. 

 El beta lo soltó e inmediatamente Jungkook lo encaró. —Es un mentiroso, dijo que podría enviarle una carta a mi padre al llegar. —Le reprochó, lanzandole la esponja que se encontraba en el balde que tenía en sus manos. 

Namjoon sonrió divertido. —¿Sabe? Ningún omega me había golpeado con una esponja. 

El comentario no le hizo ni pizca de gracia al omega. —Puedo golpearlo con el balde, si gusta. 

—Encantadora oferta, pero declinaré. —El beta recogió la esponja del suelo y se la extendió a Jungkook, que la agarró de malas maneras. —Hablaré con su majestad para que acepte su solicitud sobre enviarle cartas a su padre los fines de semana. 

Los ojos de Jungkook se iluminaron. —¿En serio? 

—Si, le hice una promesa. —El beta acomodó su armadura. —Debo irme, solo quería decirle eso. —Se dió vuelta y antes de salir la voz de Jungkook lo detuvo. 

—Muchas gracias, capitán. 

El castaño sonrió y los hermosos hoyuelos que poseía se marcaron en sus mejillas. —No es nada, Jungkook. 

Después de la conversación con Namjoon Jungkook estuvo el resto de la mañana de buen humor. 

Justo ahora se encontraba limpiaba los ventanales que daban al jardín principal del palacio. Una hermosa mariposa se detuvo frente al ventanal, él ama las mariposas.

El pelinegro olvidó lo que estaba haciendo y comenzó a perseguir a la mariposa por todo el jardín.

De repente chocó con alguien y cayó al suelo, sobre esa persona.

—Fijese por dónde camina. —Jungkook  frunció el ceño, para luego mirar el rostro de la persona con la que se había chocado, quedándose de piedra al ver de quién se trataba.

—¿Yo soy quien debe fijarse por dónde camina? —Taehyung miraba fijamente al pelinegro con el ceño fruncido, sus dorados ojos destellaron.

Jungkook se levantó rápidamente. —Si, usted debe fijarse por dónde camina.

Taehyung se levantó del suelo y miro incrédulo al pelinegro. —Esto tiene que ser una jodida broma. —El cabello de Taehyung comenzó a cambiar de color, al igual que sus ojos, se volvieron rojos. —¿Ahora se supone que debo tener cuidado al caminar por mi propio palac...?

Las palabras de Taehyung no terminaron de salir, pues se quedó paralizado por el repentino toque en su cabellera. 

Jungkook comenzó a acariciar y mirar con fascinación el cabello de Taehyung. —Es muy hermoso. —Susurró fascinado por el cambio de color, era tal cual había leído en aquel libro. 

Su rostro estaba a centímetros del rostro de Taehyung, quién solo lo miraba en silencio. Lentamente el cabello de Taehyung comenzó a volver a la normalidad, siendo el tono dorado que gobernó.

—¡JUNGKOOK! —Hwasa llegó corriendo al lugar, al llegar golpeó a Jungkook en la cabeza de forma tosca. —¿Dónde te habías metido, muchachito? No puedes dejar el trabajo tirado de esa manera. —Hwasa miró al lado de Jungkook, palideciendo al ver al emperador. —Su majestad imperial. —La castaña hizo una reverencia. —Disculpe las molestias, nos retiramos inmediatamente. —La mujer agarró a Jungkook de la oreja y se lo llevó a rastras sin darle a Taehyung siquiera una oportunidad de hablar. 

El rubio miró todo la escena en silencio y llevó una de sus manos a su cabello, para luego mirarla pérdido.

—¿Él era un omega? —El rubio frunció el ceño. —Pero, su aroma... —Su ceño se hundió aún más, sin comprender. —Era agradable. 

The Royals Kim || TaekookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora