Me llamo Olaf.

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Buenos días!!!!

Al fin un viernes más y ando actualizando temprano, así que será un buen día!!!

En fin, espero que disfruten en leerlo como yo al escribirlo.


Capítulo 11.

 
Olaf estaba en el pueblo jugando con los demás niños de Asgard, llevaba exactamente 1 semana sin entrar al bosque, también tenía prohibido jugar con los lobos de Fenrir y su padre todos los días se veía demasiado nervioso, así que se sentía inseguro al tener a los extranjeros tan cerca de los dominios de la señora Hilda, pensó que tal vez si descubría que buscaban en las tierras de Asgard se irían y no vería a su papá preocupado, volvería a su entrenamiento con la manada y los demás Dioses Guerreros estarían libres de jugar con él, ya que desde que habían llegado esos extranjeros había sido difícil que los demás estuvieran con él todo el día.

Así que el menor en contra de la voluntad de su papá empezó a moverse hacía el pueblo cercano a los dominios de Asgard, era el único lugar donde esos intrusos podrían quedarse si lo que realmente buscaban era poder ingresar a los terrenos de Odín, así que disminuyó su cosmos al mínimo, cambió su ropa con otro niño del pueblo y empezó a moverse lo más rápido y sigiloso que se podía, así llegó al pequeño pueblo que estaba cerca de su casa, pero fuera de los dominios de Odín.

Empezó a buscar a los extranjeros y los encontró en un hostal de ese lugar, ambos estaban comiendo y él los veía desde afuera, debía ser sigiloso o si no podría meterse en problemas, no solo con su padre y los Dioses Guerreros, sino también con esos extraños. Los estuvo observando mucho tiempo y notó que no eran “malas personas”, habían estado ayudando a la gente de ese pueblo durante su estancia, pero aun así buscaban por todos los medios poder entrar a los dominios de la señora Hilda, al parecer querían encontrar algo en los mismos, pero él no entendía que buscaban. Después de un buen rato volteó al cielo y al ver que pronto se haría de noche corrió a su casa, si lo alcanzaba la noche en el bosque tendría que pedir ayuda para llegar a casa y Fenrir lo regañaría.

Mientras corría de nuevo hacía el bosque sintió una mirada sobre él, así que volteó y vio a los dos extranjeros viéndolo a lo lejos, ¿cómo se habían dado cuenta de que él estaba ahí?, no terminó de formular su pregunta cuando escuchó un aullido, volteó con miedo y al escuchar el eco del mismo supo que ya los lobos de Fenrir sabían que no estaba en el pueblo, pero aun no sabían donde se había escondido, así que lo mejor era moverse rápido, con suerte llegaría al laberinto del hielo, diría que estaba jugando ahí y nadie sospecharía de su pequeña huida.

 
-       Olaf – Fenrir vio al niño dentro del laberinto y notó que estaba jugando en la fuente congelada – no deberías irte del pueblo sin avisar – lo regañó el Dios Guerrero, mientras tomaba al niño y lo cargaba – tu papá pensó que habías ido al bosque… o peor que te habían secuestrado.

-       Lo siento, es que iba a ofrecerle mi ayuda al vecino para recoger leña, pero me distraje con la fuente – Olaf estaba abrazado a Fenrir, muchos pensaban que él era su otro papá, pero Seiya siempre le había explicado que Fenrir era un amigo.

-       Vamos a casa entonces – lo llevó y Seiya al saber donde había estado su hijo se tranquilizó, cuando no sintió su cosmos se alarmó y por eso le pidió a la jauría de lobos que lo encontrara, por suerte no había salido del pueblo.

 









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Olaf repitió las salidas varias veces y siempre veía que esos hombres lo encontraban no importaba que tanto disminuyera el poder de su cosmos, así que el menor al fin un día tuvo el valor de acercarse a ellos, no lo habían secuestrado a pesar de que tenían la oportunidad, así que no podían ser malas personas como decía su papá y los demás Dioses Guerreros.

 
-       Hola – saludó el menor a Aioria, el león estaba muy emocionado jamás pensó que conocería a su hijo.

-       Hola – lo saludó mientras se sentaba en el piso para tener la misma altura – mi nombre es Aioria de Leo, soy un santo de Athena – saludó lo más formal posible - ¿cómo te llamas pequeño?

-       Olaf – dijo algo tímido, era la primera vez que hablaba con extranjeros, pero sentía mucha curiosidad de saber porque todos los odiaban si no habían hecho nada malo desde que habían llegado, al contrario parecían querer ayudar a las ciudades cercanas a Asgard para que así tuvieran una mejor vida.

-       Es un lindo nombre, ¿te lo puso tu papi? – preguntó Aioria con una sonrisa, al fin sabía como se llamaba su hijo.

-       No, Fenrir lo escogió – Aioria sintió como los celos se apoderaban de él, pero decidió relajarse, esa situación era su culpa y debía aprender a vivir con las consecuencias de sus decisiones – ¿por qué están aquí? – preguntó el niño directo.

-       Bueno… - Aioria se lo pensó, no podía decirle a su hijo la verdad, porque podría causar un conflicto con Seiya y lo último que quería era tener más problemas con el castaño, quería asegurarse de que lo escuchara y de ser posible lo perdonara – estoy buscando a alguien muy importante… hace un tiempo cometí un error y quiero disculparme con él – dijo lo más tranquilo que podía, pero tenía que hacer que Olaf entendiera la importancia de hablar con Seiya, para que ese pequeño no solo fuera un puente para volver a estar con el castaño, sino también poder recuperar su familia. Antes de poder continuar hablando volvió a escuchar los aullidos de los lobos de Fenrir, los lobos advertían que había un intruso en los dominios de Hilda, Olaf se preocupó, no llegaría a tiempo al laberinto y su papá sabría que había salido de casa.

-       Tu puedes correr más rápido de lo que te imaginas, solo necesitas usar tu cosmos – Aioria le explicó rápidamente como podría potenciar su velocidad y así llegar a su casa sin ser descubierto y el pequeño Olaf lo intentó, sintió la necesidad de llegar con su papá y entonces un brillo en su cuerpo lo sorprendió – ahora Olaf, corre y no te detengas hasta que llegues a casa – el menor se despidió de su nuevo amigo y llegó a su casa en un parpadeo, su papá salió y al verlo en el piso jugando con la nieva sonrió feliz, pero volteó a ver el bosque con desconfianza, ¿Quién era el intruso que los lobos de Fenrir habían anunciado?

 


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A lo lejos cierto dios de las artimañas veía con molestia que el santo de Athena había logrado hablar con Olaf, así que había mandado un señuelo para que los lobos de Fenrir pudieran notar que Olaf estaba fuera y esa fuera la excusa para poder atacar al santo y de esa manera deshacerse del estúpido entrometido que seguía cerca de los terrenos de Asgard, pero no contaba con que Olaf pudiera encender su cosmos en un momento tan crucial y de esa manera llegar con su padre.

 
-       Parece ser que necesito alejarte de esté lugar mocoso – así el dios se convirtió en una sombra y se movió rápidamente al santuario sonrió al pensar en la siguiente calamidad que le mandaría a Athena, sería tan grande y catastrófica que obligaría a ambos caballeros a regresar al santuario y de esa manera poner a su pequeño protegido a salvo – Athena hoy sabrás de lo que somos capaces los Asgardianos – así empezó formar muchas nubes negras que parecían de lluvia normal, pero al momento de tocar la piel de las personas le salían ámpulas de agua que al explotar o romperse se volvían llagas punzantes que podían matar a cualquiera de dolor – hoy sufrirás en tu piel y en la de todos tus queridos caballeros el dolor de Seiya por mil.

Continuara…

Lejos del Santuario. Saint Seiya (Yaoi18+)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora