Prologo - Messi, Dibu, DiMaria.

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La tarde caía sobre el estadio Monumental cuando Messi, el Dibu Martínez y Di María se preparaban para unas rondas de penaltis. El Dibu se paró en la portería, bromeando con Messi mientras se estiraba. 

Messi levantó la mirada y soltó una risa. "Para, Dibu, ¿te dejaste las manos mágicas en casa hoy o qué? Tendremos que depender de tus reflejos si queres levantar la copa más tarde".

Di María, mientras se colocaba en posición para patear, añadió: "Mira, Leo, no te preocupes, que con esos pases tuyos, vamos a dejar a esos portugueses vueltos locos. ¡Vamos a darles un baile futbolístico que nunca olvidarán!"

El Dibu se estiró un poco más y respondió entre risas nerviosas: "Chicos, yo les digo una cosa, si la cosa se pone fea, voy a hacerme más grande que el Obelisco para parar esas pelotas". 

Messi asintió, su mirada reflejando determinación. "Esta final va a ser la batalla más dura, muchachos. Ronaldo y su pandilla no van a regalarnos ni un centímetro de campo. Vamos a tener que sudar cada gota de esa camiseta para llevarnos la gloria a casa". 

Di María agarró el balón y lo acomodó en el punto de penalti. "¡Ahí va, Dibu! Prepara esos guantes que te voy a mandar una joyita al ángulo". 

El Dibu sonrió, listo para la acción. "¡Trae ese tiro, Fideo! Voy a atraparlo como si fueras frances".

El sol se ponía y las sombras se alargaban en el estadio. Messi observaba a sus compañeros, sabiendo que la batalla en la final estaba a punto de comenzar. "Amigos, esta noche, la camiseta pesa más que nunca. Pero recuerden, somos los leones de la Pampa, y no hay nada que un par de argentinos unidos no puedan hacer". 

Con el sonido de los disparos y las risas resonando en el estadio, el equipo argentino se preparaba para la batalla que definiría su legado. La final contra Portugal estaba a la vuelta de la esquina, y la determinación en los ojos de Messi, el Dibu Martínez y Di María era la promesa de una noche legendaria en el fútbol mundial.

 La final contra Portugal estaba a la vuelta de la esquina, y la determinación en los ojos de Messi, el Dibu Martínez y Di María era la promesa de una noche legendaria en el fútbol mundial

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El rato pasó volando y desde lejos, Scaloni gritó: "¡Messi, Dibu, DiMaria, es hora de ponerse en marcha, la final nos espera, muchachos!". Messi, con una sonrisa, les dijo a los otros dos: "Vayan adelantándose, voy a pasar al baño antes de partir".

El Dibu asintió, emocionado por la final inminente. "¡Vamos, Leo, te alcanzamos afuera, no te tardes mucho he!".

Di María golpeó el hombro de Messi con camaradería. "¡No te duermas ahí Pulga, necesitamos que hagas de las tuyas en el campo!".

Una vez dentro del baño, Messi se acercó al lavabo y se lavó la cara, sintiendo la emoción de la batalla por venir. De repente, la sala se sumió en la oscuridad total. Messi se tambaleó, sintiendo el cambio repentino en el ambiente. "¿Qué está pasando acá? ¡Alguien encienda la luz, che!".

Mientras intentaba orientarse en la oscuridad, una luz brillante y extraña empezó a filtrarse desde el último cubículo del baño. Messi frunció el ceño, confundido. "¿Che, y esto?". La luz se volvió cada vez más intensa, y Messi retrocedió instintivamente. De repente, la puerta del baño se abrió de par en par y una ráfaga de viento lo lanzó contra la pared.

"¡La concha de la lora! ¡¿Qué carajo está pasando acá?!", gritó Messi, asombrado mientras se aferraba a la pared para no ser absorbido por la extraña brecha dimensional que se estaba abriendo frente a él. Rayos de colores desconocidos bailaban a su alrededor, distorsionando el espacio y el tiempo en una danza surrealista que desafiaba toda lógica conocida. Messi se agarró con fuerza, luchando por no ser arrastrado hacia lo desconocido.

En el torbellino de luces y rayos, Messi luchaba desesperadamente por mantenerse firme, pero uno de los rayos lo rozó de repente, haciendo que su conciencia se desvaneciera en la vorágine caótica del túnel dimensional

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En el torbellino de luces y rayos, Messi luchaba desesperadamente por mantenerse firme, pero uno de los rayos lo rozó de repente, haciendo que su conciencia se desvaneciera en la vorágine caótica del túnel dimensional. Sintió como si estuviera cayendo en un abismo interminable, rodeado de destellos y destellos de colores que desafiaban su comprensión.

Mientras su cuerpo era arrastrado a través del portal del túnel, Messi recuperó momentáneamente la conciencia para ver el mundo distorsionarse a su alrededor. "¡No lo puedo creer, boludo! ¡¿Qué es este viaje loco?!", se dijo a sí mismo, agarrándose a cualquier cosa que pudiera mantenerlo a flote en medio de la tempestad de luces y energía.

En un abrir y cerrar de ojos, Messi se encontró en una oscuridad espesa y el sonido de su caída resonó como un trueno en la tranquila noche de Tokonosu. Un estruendo ensordecedor se extendió por la ciudad, rompiendo la calma nocturna.

Desorientado y con dolores en todo su cuerpo, Messi trató de ponerse de pie, murmurando entre dientes: "Ay, la concha de la madre, ¿Dónde estoy?". Observó a su alrededor, dándose cuenta de que estaba en un lugar completamente desconocido, rodeado de edificios y calles silenciosas.

Mientras se levantaba, se frotó la cabeza, intentando entender qué había sucedido. "Esto no puede ser real, che. ¿Me habré pegado un golpe en la cabeza tan fuerte que estoy alucinando?". Se tambaleó, sintiendo una mezcla de confusión y temor mientras intentaba asimilar su nueva y desconcertante realidad. Sin embargo, todavía no sabía que su llegada a este mundo coincidía con un momento crucial, justo un día antes de que la tragedia golpeara y el caos se desatara en las calles de Tokonosu.

 Sin embargo, todavía no sabía que su llegada a este mundo coincidía con un momento crucial, justo un día antes de que la tragedia golpeara y el caos se desatara en las calles de Tokonosu

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Messi en High School of the Dead (Hecho con Chatgpt)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora