Eunho Kang es un chico de veintidós años, aficionado a la escritura y con una gran curiosidad por el mundo que le rodea, pese a que su vida sea solitaria, y no cuente con muchos amigos.
Una buena mañana de invierno, amanece sobresaltado y con los r...
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𝘌𝘶𝘯𝘩𝘰
Amanecí con una sonrisa. Me vestí y salí a caminar, dispuesto a disfrutar de aquel día.
Llevaba apenas unas calles cuando mi celular comenzó a vibrar. Lo atendí, radiante.
—¿Diga?
—¡Buenos días! -saludó la voz alegre de Hana- Pareces estar de buen humor.
—Porque lo estoy -dije orgulloso.
—Qué bien, porque hoy tenía ánimos de salir y justo te vi caminando. Por cierto -comentó con voz maliciosa-. Te quedan bien esas medias... ¿quién te las combinó así?
Mi vista bajó automáticamente hasta mis zapatos. Y las vi. Una de ellas era verde. ¿La otra? Azul, con rayas amarillas.
—Dios mío, que vergüenza -me golpeé la frente con la palma de mi mano. Jaja comenzó a reír; sentía su lástima al otro lado del celular.
—Descuida, es tierno -intentó consolarme entre risas, cosa que no ayudó demasiado- Eso me confirma que te sucedió algo bueno. Tranquilo -añadió-, no te obligaré a que me lo cuentes, pero estoy aquí por si me necesitas y eso, ya sabes.
Se lo agradecí.
—Por cierto, ¿tú dónde estás? -su respuesta no me llegó por la llamada. Sin embargo...
—¡Bú! -la voz de Hana detrás mío casi hizo que saltara del susto- Te dije que estaba cerca -sonrió con suficiencia- ¿Quieres que vayamos a algún lado?
Me recuperé del susto tan pronto como pude y le sonreí.
—¿Qué tal al centro comercial? -me preparé para su estallido de energía.
—¡Qué gran idea!
[...]
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Hana comenzó a llamarme más seguido, y salíamos casi todas las semanas. Sentía que por fin nos habíamos reconciliado por completo, hasta que una tarde en la que la llevé hasta su casa, me besó, pillándome desprevenido.