07- ENTRE FIEBRE Y CONFESIONES

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𝘌𝘶𝘯𝘩𝘰

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𝘌𝘶𝘯𝘩𝘰

Amanecí con una opresión fuerte en mi pecho. No había caído en la cuenta de que Najak era solo un 𝘴𝘶𝘦𝘯̃𝘰 y dolió. Fue como si me echaran un jarro de agua fría por la espalda.

Me dolió pensar que él no existía. Que era solo una fantasía.

Me aterró la idea de que, tan pronto como había aparecido podía irse y yo no podría hacer nada para evitarlo. Porque, ¿cómo detienes a algo que no existe?

Pasé el resto del día en la cama, atormentado por la fiebre y las última palabras que recordaba de Najak.

𝘛𝘦 𝘲𝘶𝘪𝘦𝘳𝘰.

𝘔𝘦 𝘥𝘦𝘴𝘱𝘦𝘳𝘵𝘦́ 𝘴𝘰𝘣𝘳𝘦𝘴𝘢𝘭𝘵𝘢𝘥𝘰 𝘢𝘭 𝘴𝘦𝘯𝘵𝘪𝘳 𝘦𝘭 𝘢𝘶𝘵𝘰𝘣𝘶́𝘴 𝘩𝘶𝘯𝘥𝘪𝘳𝘴𝘦 𝘦𝘯 𝘶𝘯 𝘩𝘶𝘦𝘤𝘰 𝘥𝘦 𝘭𝘢 𝘤𝘢𝘭𝘭𝘦. 𝘋𝘦𝘴𝘰𝘳𝘪𝘦𝘯𝘵𝘢𝘥𝘰 𝘱𝘰𝘳 𝘦𝘭 𝘳𝘦𝘱𝘦𝘯𝘵𝘪𝘯𝘰 𝘴𝘢𝘭𝘵𝘰, 𝘰𝘣𝘴𝘦𝘳𝘷𝘦́ 𝘢𝘴𝘶𝘴𝘵𝘢𝘥𝘰 𝘢 𝘢𝘮𝘣𝘰𝘴 𝘭𝘢𝘥𝘰𝘴 𝘤𝘦𝘳𝘤𝘪𝘰𝘯𝘢́𝘯𝘥𝘰𝘮𝘦 𝘥𝘦 𝘲𝘶𝘦 𝘵𝘰𝘥𝘰 𝘦𝘴𝘵𝘶𝘷𝘪𝘦𝘳𝘢 𝘣𝘪𝘦𝘯. 𝘕𝘢𝘫𝘢𝘬, 𝘲𝘶𝘦 𝘦𝘴𝘵𝘢𝘣𝘢 𝘦𝘯 𝘶𝘯 𝘢𝘴𝘪𝘦𝘯𝘵𝘰 𝘢 𝘮𝘪 𝘭𝘢𝘥𝘰, 𝘥𝘦𝘫𝘰́ 𝘭𝘰 𝘲𝘶𝘦 𝘦𝘴𝘵𝘢𝘣𝘢 𝘩𝘢𝘤𝘪𝘦𝘯𝘥𝘰 𝘱𝘢𝘳𝘢 𝘰𝘣𝘴𝘦𝘳𝘷𝘢𝘳𝘮𝘦 𝘤𝘰𝘯 𝘢𝘭𝘢𝘳𝘮𝘢. 𝘋𝘦𝘣𝘪́𝘢 𝘥𝘦 𝘩𝘢𝘣𝘦𝘳𝘮𝘦 𝘲𝘶𝘦𝘥𝘢𝘥𝘰 𝘥𝘰𝘳𝘮𝘪𝘥𝘰 𝘦𝘯 𝘴𝘶 𝘩𝘰𝘮𝘣𝘳𝘰, 𝘺 𝘮𝘪 𝘮𝘰𝘷𝘪𝘮𝘪𝘦𝘯𝘵𝘰 𝘳𝘦𝘱𝘦𝘯𝘵𝘪𝘯𝘰 𝘺 𝘣𝘳𝘶𝘴𝘤𝘰 𝘥𝘦𝘣𝘪́𝘢 𝘥𝘦 𝘩𝘢𝘣𝘦𝘳𝘭𝘰 𝘱𝘳𝘦𝘰𝘤𝘶𝘱𝘢𝘥𝘰.

—¿𝘌𝘴𝘵𝘢́𝘴 𝘣𝘪𝘦𝘯? -𝘮𝘦 𝘮𝘪𝘳𝘰́ 𝘥𝘦 𝘢𝘳𝘳𝘪𝘣𝘢 𝘢𝘣𝘢𝘫𝘰, 𝘢𝘴𝘦𝘨𝘶𝘳𝘢́𝘯𝘥𝘰𝘴𝘦 𝘥𝘦 𝘲𝘶𝘦 𝘦𝘴𝘵𝘶𝘷𝘪𝘦𝘳𝘢 𝘣𝘪𝘦𝘯, 𝘺 𝘭𝘶𝘦𝘨𝘰 𝘷𝘰𝘭𝘷𝘪𝘰́ 𝘴𝘶 𝘷𝘪𝘴𝘵𝘢 𝘢 𝘮𝘪𝘴 𝘰𝘫𝘰𝘴.

𝘈𝘭 𝘷𝘦𝘳𝘭𝘰, 𝘶𝘯𝘢 𝘳𝘦𝘱𝘦𝘯𝘵𝘪𝘯𝘢 𝘴𝘦𝘯𝘴𝘢𝘤𝘪𝘰́𝘯 𝘥𝘦 𝘤𝘢𝘭𝘮𝘢 𝘮𝘦 𝘪𝘯𝘷𝘢𝘥𝘪𝘰́; 𝘢𝘩𝘰𝘳𝘢 𝘲𝘶𝘦 𝘴𝘢𝘣𝘪́𝘢 𝘲𝘶𝘦 𝘦𝘴𝘵𝘢𝘣𝘢 𝘢 𝘴𝘶 𝘭𝘢𝘥𝘰, 𝘭𝘢 𝘥𝘦𝘴𝘰𝘳𝘪𝘦𝘯𝘵𝘢𝘤𝘪𝘰́𝘯 𝘺 𝘦𝘭 𝘴𝘶𝘴𝘵𝘰 𝘩𝘢𝘣𝘪́𝘢𝘯 𝘦𝘴𝘧𝘶𝘮𝘢𝘥𝘰. 𝘗𝘰𝘳𝘲𝘶𝘦 𝘣𝘪𝘦𝘯 𝘱𝘰𝘥𝘳𝘪́𝘢𝘮𝘰𝘴 𝘦𝘴𝘵𝘢𝘳 𝘦𝘯 𝘦𝘭 𝘭𝘶𝘨𝘢𝘳 𝘮𝘢́𝘴 𝘭𝘰́𝘣𝘳𝘦𝘨𝘰 𝘥𝘦 𝘭𝘢 𝘵𝘪𝘦𝘳𝘳𝘢, 𝘯𝘢𝘥𝘢 𝘪𝘮𝘱𝘰𝘳𝘵𝘢𝘣𝘢, 𝘴𝘪 𝘦𝘴𝘵𝘢𝘣𝘢𝘮𝘰𝘴 𝘫𝘶𝘯𝘵𝘰𝘴.

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