LABIOS ROTOS [Shadonic]

[3] Reminiscencias: Esperanza

Reconocía esta vista, esta sensación que lo rodeaba y lo consumía con avidez, una soledad desoladora, un ardor intenso en su garganta que dolía al tragar, un miedo palpable que aceleraba su ritmo cardíaco. Ansioso y perturbado por la inmensidad del oscuro espacio, las estrellas parecían infinitas en cantidad y distancia, hipnotizantes hasta el punto de desear quedarse horas contemplándolas. Sin embargo, se volvía abrumador cuando encontraba el lugar perfecto para observar y permitir que los pensamientos surgieran, sumiéndolo en un estado de ensimismamiento.

Pensar demasiado no siempre resultaba beneficioso, su mente se llenaba de interrogantes y recuerdos imborrables.

Ella tenía razón, estar en este lugar y mirarlo durante mucho tiempo era como contemplar una habitación vacía, envuelta en una realidad decadente y marchita que solo sofocaba las crueles ilusiones junto con las esperanzas imposibles de cumplir...

¿Esto era su culpa?

"No, Shadow".

Dulce y exquisita voz que aún mantenía su melodía, rebosante de la alegría que la caracterizaba para el resto de su existencia, una voz nostálgica tan vivaz que despertaba la maliciosa intención de estar allí mismo, a su lado. Sin embargo, cada vez que escudriñaba a su alrededor en busca de esa persona, esta no parecía estar en ninguna parte.

Esto le hacía sentirse culpable, como si su propia mente le recordara que lo único que perduraba de ella era su hermosa voz, pero no su presencia. ¿Realmente no era culpa suya?

"Entonces dime por qué yo sí lo siento así".

Una pregunta insondable sin respuesta, solo un profundo y sepulcral vacío en medio de todo el infinito espacio donde estaba atrapado, donde él mismo se había encarcelado por sus pecados.

"Debí ser yo... no tú".

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Con el cuerpo erguido y la mano sobre su frente, su respiración buscaba estabilizarse tras ese inquietante sueño que lo perseguía cada noche. Él no necesitaba dormir, pero siempre era interrumpido por ese caótico sueño recurrente. Nada parecía cambiar, seguía siendo su misma carga.

Estaba exhausto de lidiar con esto cada vez que cerraba los ojos, cada vez que su mente encontraba el momento propicio para revivir esas memorias que deseaba borrar. Sin embargo, sabía que eso jamás ocurriría, era su castigo, merecía ser atormentado.

Vivir en paz y no sentir la culpa pesando sobre sus hombros no era una opción para él. Tal vez, este era su fatídico destino, vivir con este doloroso calvario que solo le recordaba su pasado penoso, a la persona que más amó en esta vida.

María.