Patada en las bolas (3)

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Tuve que sostenerme de la pared de madera, sentía que perdía el conocimiento. Tendría que inventar algo, el chico no debía enterarse que yo era su asesino. Le dije:

—Tranquilo, no te haré daño. Me están pagando por cuidarte. Trabajo para esta gente, mañana en la mañana vendrá la persona que te dará muerte.

—¿Muerte? ¿Me asesinarán?

—Sí, ese es el objetivo. Yo solo estoy para cuidar de ti, hasta que llegue el asesino.

—¿Lo permitirás?— Me preguntó, sabía por dónde venía la pregunta hecha por él.

—Tuviste que haber hecho algo realmente malo, para que quieran acabar contigo.

—No le he hecho mal a nadie. Takashi, debes liberarme.

—No lo puedo hacer. Mi trabajo es vigilarte.

—¿Cuánto te están pagando? Dime, lo que sea puedo triplicarlo, tengo mucho dinero y mi hermano también te recompensará.

—Suena bien tu propuesta, pero conoces a los matones detrás de todo esto, me buscarán en cualquier lugar para acabar conmigo y mi familia.

—Te puedo proteger, Takashi.

—Además, la otra noche, en la oscura ciudad, me pediste llorando que querías morir.

—¿Cómo? ¿Eras tú el que me quería robar esa noche?... Claro. Con razón tu cara no salía de mi cabeza. El ladrón y tú son la misma persona.

—No soy bueno— le dije.

Era la verdad, no era bueno. He cometido cosas horrorosas por este trabajo, y qué ironía, justo cuando pensaba dejarlo todo, resulta que mi último Objetivo, es el chico más lindo y tierno que no había visto jamás.

—Según escuché, debes firmar unos documentos y listo.

—¿Qué documento?— preguntó.

Salí a buscar los documentos que estaban en mi mochila y se los mostré.

—Estos, si lo firmas, serás libre, te dejaré ir.

—¿Le estaré pasando mi herencia alguien más? ¿Quién es?

—Eso no lo sé. Tú solo firma, y listo.

—Ok. Debes soltarme primero para firmar.

—Eres muy inteligente—lo vi y le dije— no puedo soltarte.

—No podré firmar con las manos atadas— Volvió a decir.

Yo reí. Infinitamente el chico era hermoso, ví a sus ojos y como idiota le obedecí, no podía verlo ahí, atado. Solté las cuerdas y sucedió lo que presentía... el chico me dio una patada en mis testículos, caí al suelo retorciéndome del dolor, lo vi salir adentrándose a la selva oscura y tenebrosa. Tomé una linterna y me adentré tras él, escuchaba sus pasos corriendo en la distancia. Cuando lo pude ver bien, lo perseguí, lo alcancé, salté sobre él tirándole al suelo, él comenzó a forcejear pidiendo su liberación, y le grité.

—¡Para ya! No hagas las cosas más difíciles.

—¡No quiero morir!

—Ni yo tampoco. No sé dónde estamos, lo que sí sé es que esta selva es muy peligrosa.

Él comenzó a ver a su oscuro alrededor, y se calmó un poco.

—Okay, me quedaré tranquilo. Pero bájate de mí, me lastimas, creo que tengo una costilla rota, me di cuenta al correr— me bajé de él de inmediato y lo ayudé a levantar.

Nos fuimos a la cabaña, nos sentamos en el corredor, solo nos veíamos, hasta que el preguntó:

—¿Conoces a mi asesino?

—No— dije.

Se hizo un silencio, lo único que se oía era el motor del generador eléctrico y algunos animales en la selva. Luego preguntó.

—¿Sabes quién está detrás de todo esto?

—No— volví a responder.

—Hmm, no lo sé, pero siento que me mientes. Algo ocultas— me vio la pistola en mi cintura y siguió hablando— De haber sabido que tenías esa pistola, te lo hubiera quitado.

—No creo que me lo hubieras quitado, es mi guardiana.

—¿A cuántos como yo has asesinado?— preguntó.

No debía saber que yo era un asesino, por eso me disponía a responderle con una mentira, pero él dijo:

—¡Bah! Desde que te vi en ese Centro Comercial, sentí algo por ti.

—¿Algo como que?— Pregunté animado.

—Soy gay, y me gustaste, jamás había sentido algo así por nadie, y menos acabándolo de conocer, pero al verte aquí, preparando el camino para que alguien me mate, cambia las cosas. Todo se destruye; "Lo que no fue, y nunca pudo ser..."

Citó un verso que lo conocía; Belinda.

—La cantante, Belinda, dice esas palabras en su canción: ¿Quién es feliz?

—Que bueno que la conoces, como dijo ella, "lo que no fue y nunca pudo ser". Todavía no creo que alguien quiera darme muerte, y todavía no creo que tú estés apoyando esto, no te conozco y me duele, hablamos tan bonito, en un momento pensé que tú y yo...

—¿Qué? Continúa, no te cohibas.

—Nada, de que vale. Dime, ¿de qué valen las confesiones de un joven gay apunto de morir?

—Si firmas esos papeles tú y yo podríamos huir mañana antes que llegue tu asesino.

—Estuve saliendo con una chica desde hace dos años. Todo era en contra de mi voluntad pues yo soy gay. Andaba con ella porque mi familia lo veía bien, ella era feliz, ellos eran felices. Yo no lo era, odiaba sus besos, sus caricias, odiaba todo de ella, me odiaba a mí por callar, por no decir lo que quería. Hasta que  un día cobré valor, y le confesé lo que quería en la vida, estaban todos reunidos y les dije, mi papá me golpeó con rabia, mi hermano solo me dijo: "lo arruinastes Thiago", me sentí el ser más despreciable, tal vez mi confesión fue en el lugar equivocado; en la fiesta del alcalde. Hubieras visto la cara de asco de todos, me señalaron como si ante ellos estuviera un leproso. Al siguiente día, mis padres tuvieron un accidente donde murieron, mi hermano vive culpandome por eso, de hecho, todos los hacen. Estoy seguro que sí papá hubiera seguido vivo, cambiaría el testamento a nombre de mi hermano porque yo sería la aberración de la familia y no podría dirigir las empresas. Pero como papá murió sin poder cambiar nada, yo quedé como el heredero universal.

Me levanté, casi sin llamar la atención de Thiago, y comencé a preparar chocolate caliente. Él seguía contándome sus secretos y yo prestando atención desde la pequeña cocina, que tenía una ventana que daba al corredor, así que no solo podía escucharlo, si no verlo, sabía que no intentaría huir por eso estaba tranquilo.

—Hubo una fiesta, no hace mucho, donde se leyó el testamento de la herencia de mis padres, en él se decía que yo era el heredero universal. Caía sobre mis hombros una gran responsabilidad, sentí mucho miedo, muy en el fondo quería esa fortuna, pero sentía temor. Entonces, la gran mayoría de mi familia se quejaba y repudiaba que un jovencito gay como yo tuviera ese poder. Salí corriendo del lugar, lloraba, quería morir, y luego llegaste tú, me ibas a robar, pero yo quería morir. Cuando te vi en el centro comercial no te reconocí, me parecías alguien más, así que quise hablar, te veías una buena persona, y resulta que me equivoqué, eres igual a todos los que me rodean, a aquellos que me quieren quitar el dinero, a aquellos que me quieren asesinar. ¿qué te he hecho? ¿Quien eres? Ni siquiera sé tú verdad.

Amor asesino, así llamaré a esto. A todo lo relacionado con Thiago. Bajé el rostro, le di el chocolate caliente y lo disfrutó, ya que hacía mucho frío. Ahí me quedé con él, toda la noche, me contaba de su triste vida; y yo quejándome de la mía, que miserable esta situación. Mientras más me contaba, más lo comenzaba conocer, y más me unía a él. ¿Qué más es la vida?
Mañana tendría que darle muerte. Era su vida, o la mía.

El Amor Asesino. Takashi (Completa. Gay)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora